De Guillermo Rodríguez Bernal

domingo, 11 de septiembre de 2011

El inicio de nuestro primer Camino.

Plaza de Armas
Salida de Sevilla en estación Plaza de Armas
Estaba todo pensado, todo comprado y ya se había acabado ese echar lo mínimo en la mochila, y que me llevó varías horas haciendo y deshaciendo continuamente. Era nuestra primera salida al Camino y no creo que haya que describir a los que leemos estas páginas, todo lo que supone el día antes. Habíamos fijado nuestra salida en Astorga. La fecha de inicio sería un miércoles santo, con lo que teníamos que estar, de una manera o de otra, en la localidad leonesa a primera hora de la mañana. Nuestro transporte desde Sevilla sería la línea de autobuses que va de Algeciras a Ferrol, o quizás fuera a Coruña. Hacía sus paradas en Sevilla y en varias localidades más de nuestra conocida Vía de la Plata. La hora de salida a las once de la noche. La prevista de llegada a las nueve de la mañana. Trataríamos de dormir por el trayecto, a pesar de saber lo difícil que puede ser dormir en un autobús.

viernes, 1 de abril de 2011

Astorga (Por el Francés).

Villares de Órbigo
Villares de Órbigo
Mas temprano que en días anteriores nos levantamos esta mañana, en la que daríamos fin a nuestro caminar con la llegada a la Asturica Augusta de los romanos. Serían sobre las siete y cuarto de la mañana cuando cerramos la puerta de tan peregrino albergue en Hospital de Órbigo. A la salida del pueblo la doble posibilidad, como en jornadas anteriores, de tirar por los pueblos o seguir el andadero de la N120. Decidimos olvidarnos los tramos monótonos y ruidosos de la nacional, y tirar dirección Villares de Órbigo, nuestro primer pueblo de la jornada. No pudimos hacer nada mejor, mirando atrás y pensando que seguramente las alternativas anteriores también hubieran sido la mejor opción.

jueves, 31 de marzo de 2011

Hospital de Órbigo.

Villadangos del Páramo
Camino de Villadangos del Páramo
Magnífico día desde su comienzo. La luna, esta vez se que menguante, nos daba los buenos días con un cielo muy estrellado, una temperatura muy agradable y nada de aire. La rodilla bien y sin ibuprofeno. Abandonamos la patria chica de Zacarías a las ocho menos cuarto, somos como un reloj para los inicios de jornada. Como en días anteriores, acompañando al andadero con la N120 a nuestra vera. El ruido de los coches y camiones parecía como si nos afectara más que nunca. Será todos estos kilómetros que llevábamos sobre nuestras espaldas caminando siempre al lado de la carretera. Nos encajamos en Villadangos en nada de tiempo y disfrutamos de nuestro desayuno, esta vez en un bar de carretera. Tostadas con aceite, colacaos y de propina un buen trozo de bizcocho casero que tenían en el mostrador. Como va siendo costumbre, nuestra botella de agua y un par de acuarius. Todo por doce euros. La mirada peregrina de resignación y continuar la marcha.

miércoles, 30 de marzo de 2011

Valverde la Virgen.

Puente de Piedra
Puente sobre el río Torio 
La mañana siguiente, se levantó con el mismo frío. Durante toda la jornada, el termómetro, de mi famoso pito, no subió de los 8 grados, que sumados a la brisa que soplaba, hacía que la sensación térmica fuera mayor. Al igual que la jornada anterior, salimos de seguido con el desayuno en la mochila. La chica extranjera delante nuestra, aunque por poco tiempo, ya que nuestro arranques de jornadas rozan el correr. En nuestra memoria, el buen peregrino Joan Marí que me recordó un paso peligroso para el peregrino, a la entrada de la ciudad de León. Gracias a Dios, una pasarela recién construida, salvaba este tramo en el que los tres carriles de ida y los tres carriles de vuelta hacían muy difícil su paso si no fuera por la pasarela. La entrada en León se aprovechó para dar cuenta de nuestro desayuno justo antes de cruzar el río Torio.

martes, 29 de marzo de 2011

Puente Villarente.

Saliendo de El Burgo Ranero
Saliendo de El Burgo Ranero
A la hora acostumbrada, las ocho menos cuarto, abandonamos el bonito albergue de El Burgo Ranero con el cielo cubierto y con bastante frío. Al menos no corría tanto aire como en días anteriores. Saliendo de la localidad la bonita mini-laguna a su salida y el sol que quería dejarse entrever entre las nubes. El desayuno en la mochila y nuestro caminar ligero hicieron que nos encajáramos rápidamente en una zona de escuela de ultraligeros con un banco para sentarse y donde dimos cuenta de nuestro desayuno de aquel día. Nos resultó curiosa la forma de cercar dicha parcela. Estaba toda llena de neumáticos de coche en todo su contorno. Parte del camino desde allí fue derrochando imaginación sobre la función que realizarían allí clavadas, con las consiguientes risas sobre las posibles utilidades.

lunes, 28 de marzo de 2011

El Burgo Ranero.

Camino de Moratinos
Camino de Moratinos
Las estrellas y la luna, no sé si creciente o menguante, nos dio los buenos días a la salida del Jacques de Molay sobre las ocho menos cuarto de la mañana. Nada de viento y mucha ilusión en tener una etapa tranquila en cuanto a metereología. Pero algo no iba bien. Esa lesión del Camino Inglés de hace unas semanas, volvió. Los pinchazos en las bajadas en la rodilla empezaron a aparecer, haciendo imposible un caminar fluido. La entrada de Moratinos se hizo rápida, pero costó llegar a San Nicolás del Real Camino, lugar de desayuno.

domingo, 27 de marzo de 2011

Terradillo de los Templarios.

Carrión de los Condes
Saliendo de Carrión de los Condes
Cubierto amaneció el cielo de Carrión de los Condes en la mañana de hoy. Ya ayer el aire y las numerosas nubes que aparecían, presagiaban mal tiempo para el día siguiente. Dejamos el albergue Espíritu Santo por su puerta trasera con una temperatura fresca, pero agradable para caminar. Pasar por el Monasterio Benedictino de San Zoilo un poco tarde. Sobre las ocho de la mañana, salíamos del pueblo camino de Calzadilla de Cueza, a sabiendas del tramo de 17 kilómetros que nos esperaba sin ningún tipo de avituallamiento. Empieza a soplar el viento mientras, que callados los dos, mirábamos lo negro de las nubes a las que nos dirigíamos.

lunes, 28 de febrero de 2011

Santiago de Compostela (por Camino Inglés).

Agualada
Cruceiro en Agualada
Lluvioso amaneció el día en Sigüeiro después de una noche ruidosa en aquella pensión del pueblo. Además llovía, y aquella pastelería-cafetería que teníamos localizada para el desayuno de nuestro despertar, estaba cerrada. Con lo que nos conformamos con una tostada y un croissant de nuestro bar de la noche anterior. Tras pasar el puente que daba paso a la salida de la localidad, las únicas casas con cierto grado de antigüedad, comparadas con los edificios de antes de llegar el mencionado puente. Tomamos con mucha tranquilidad esta llegada de dieciocho kilómetros, para unos, y dieciséis para otros. Un paseo que mezclaba la lluvia con el sol y que nos acercaría a Compostela.

domingo, 27 de febrero de 2011

Sigüeiro.

Bruma
San Lorenzo en Bruma
La iglesia de San Lorenzo, nos dio la despedida en el despertar de nuestra cuarta jornada, que nos llevaría a Sigüeiro. La noche antes, nos comentó el marido de la hospitalera, que la etapa era completamente llana. Ya teniamos esa información en los apuntes con los que íbamos. Nos describió paso a paso, lo que nos iríamos encontrando en nuestro caminar. Nos habló que era conocida como la etapa de los tres bares. “Tendréis donde desayunar a tres kilómetros, a ocho, y a trece. Después, ya nada hasta Sigüeiro”. A pesar de eso, Pedro ya había previsto unos dulces y unos batidos, por si acaso. Mi ilustre peregrino está en todo, y se fue a buscarlos para los dos. Unos kilómetros en la tarde todavía lluviosa. Para el día de hoy, unos nos hablaban de un total de veintiséis kilómetros, otros de veintiocho y los menos de treinta. “Sobre las dos y media de la tarde, caminando ligerito, estaréis allí”, nos aclaró muy cortésmente nuestro amigo de Bruma.

sábado, 26 de febrero de 2011

Bruma.

Betanzos
Saliendo de Betanzos
Dura fue la etapa anterior, pero manteníamos las fuerzas intactas. Teníamos muchas ganas de Camino. Ésta nueva etapa, entre Betanzos y Bruma, se presentaba como un buen reto para el día de hoy. Los veintiocho kilómetros que separaban las dos localidades, con tan sólo un punto de avituallamiento, nos hacía iniciar el fuerte ascenso de la salida de Betanzos con calma y reservando toda la energía posible para el resto de la jornada. Después de llenar nuestras botellas de agua y darnos un buen desayuno empezamos nuestro caminar con los capotes puestos. No era lluvia fuerte pero la suficiente para que lo que nos cubría acabara chorreando en cuestión de minutos.

viernes, 25 de febrero de 2011

Betanzos.

Pontedeume
Amaneciendo en Pontedeume
Dejando atrás la euforia de esa primera etapa, que nos hace caminar entre nubes, más que entre tierra, asfalto y las hojas secas de este invierno pasado, salimos del albergue de Pontedeume, donde dormimos calentitos gracias al abrigo de las mantas que nos proporcionó Juan Rico. Nuestro primer objetivo, la churrería situada al lado de los juzgados y que según Juan preparaban los mejores chocolates con churros de toda la comarca. Había que probarlos a sabiendas que nos proporcionarían la fuerza necesaria para iniciar la que a la postre sería una etapa dura. “Nuestro gozo en un pozo” al encontrarse tan apreciado y ansiado establecimiento con las puertas aún cerradas sobre las siete y media de la mañana. Conformarnos con el desayuno habitual del único bar abierto a esas horas justo a la salida del tan afamado puente de esta localidad. La siguiente cita con Juan Rico. Devolver las llaves del albergue y las mantas, que la tarde anterior nos entregó. A las ocho iniciaba su jornada laboral este funcionario que tan buen detalle tuvo con estos humildes peregrinos.

jueves, 24 de febrero de 2011

Pontedeume.

Ferrol
Inicio del Camino Inglés en Ferrol
Apesadumbrados días los que atravesaba en el plano laboral. Haciendo honor al dicho de “febrerillos locos”, así me encontraba yo entre principios y mediados de este mes de veintiocho días. Un no parar en el trabajo, con la mente inquieta y con el pensamiento descontrolado. Tenía que romper un poco con todo y que mejor que probar con el Camino. El Camino a elegir tenía que poderse realizar en unos días, que fuera solitario y que acabará en Compostela. Elegí el Camino Inglés desde Ferrol. Iría sólo y no lo comentaría con nadie. Meses antes, mi compañero de caminos Helenio, lo culminó en cuatro días pero con etapas agobiantes de hasta casi cuarenta kilómetros algunas. Había que planificar aprendiendo de su Camino para tener la cabeza más pendiente de mí, que de posibles tendinitis y malos tragos. A pesar de todo pregunté.