De Guillermo Rodríguez Bernal

domingo, 26 de noviembre de 2017

Santoña.

Dejando Islares
Desembocadura del Agüera en la playa de Oriñón, junto a Islares
¿Carretera o camino? Esa era la cuestión planteada y por la que preguntábamos aquella mañana mientras desayunábamos en la cafetería del hotel Arenillas en Islares. La luz nos la dio el camarero que nos terminó de atender. “Tirad por la carretera. Os ahorraréis cerca de ocho kilómetros y evitáis la subida a Lugarejos. Tampoco hay mucho que no hayáis visto hasta ahora y por otro lado tenéis en algunos tramos la vista de la costa”. Pues decidido, tiraríamos por la carretera y cambiaríamos Laredo por Santoña como final de etapa, así ya tendríamos cruzada la bahía y no esperaríamos a que empiece el servicio de barca por la mañana. Y con esas arrancamos aquella oscura mañana del pasado mes de octubre. El arcén de la nacional 634 bajo nuestros pies, linternas en mano para ser vistos y la compañía de un viaducto a nuestra izquierda y la playa de Oriñón a nuestra derecha.

sábado, 25 de noviembre de 2017

Islares.

Castro Urdiales
Saliendo de Castro Urdiales
Qué pocas cosas hay en la vida que puedan matar el ánimo de algo preparado con tanta ilusión y tiempo. Allí estábamos José Manuel y yo sentados en la puerta del albergue de Castro Urdiales. Allí después casi 800 kilómetros en coche, varias horas de autobús y una minicaminata, atravesando este pueblo donde arribamos el año pasado por esas mismas fechas. Allí, sentados en un poyete dándole vueltas al coco para ver como dormiríamos aquel día que empezaba a tocar a su fin. El albergue junto al coso castreño estaba lleno. Unas tiendas de campaña a su alrededor invitaban al descanso y que rechazamos de pleno. Treinta años antes ni nos lo hubiéramos planteado, pero ahora la humedad, el suelo y el pensar que no dormiríamos hicieron que empezáramos a caminar antes de lo previsto.

domingo, 19 de noviembre de 2017

Tenerife. Faro Punta de Rasca, el bosque encantando, la montaña amarilla y Masca.

Costa del Silencio
A pesar de ser la primera noche en Tenerife, dormí muy relajado por lo ajetreado del día anterior, el de mi llegada a la isla. Quito la alarma del móvil antes de que suene y me visto. Todo lo dejé preparado la noche antes para arrancar mi primer día de vacaciones con una caminata. Desayuno bajo palmeras y con el piar de los periquitos que la habitan, saco el agua fresca del frigorífico, cojo la mochila, el sombrero y coloco el programa GPS en mi móvil. Ya el día antes, mi anfitrión y buen amigo Claudio me marcó la salida, al explicarle por donde tiraría esa mañana que ahora despertaba. Sería la primera de cuatro caminatas por la isla que escogimos para vacacionar en este verano de 2017.