De Guillermo Rodríguez Bernal

sábado, 10 de octubre de 2009

Fuenterroble de Salvatierra.

Puerto de Bejar
Puerto de Bejar
Temprano nos levantamos aquella agradable y fresca mañana de mediados de octubre de 2009. Afrontaríamos unos 33 kilómetros que separaban Baños de Montemayor de Fuenterroble de Salvatierra en la Vía de la Plata. Sabíamos que la etapa era dura y su comienzo nos pondría a prueba inmediatamente. Subíamos el puerto de Béjar, dejando atrás Extremadura y comenzando el Camino por tierras salmantinas. Helenio y yo, con caminar silencioso y cabeza baja, dejamos atrás el primer tramo de calzada romana del siglo XX y bajo nuestros pies aparecía la auténtica vía que los romanos utilizaban para unir Emerita Augusta con Asturicam Augusta. Las luces de la autovía, bastante lejos a nuestra izquierda, nos indicaba lo que tendríamos que subir para alcanzar el alto. Ese primer do de pecho fue culminado mejor de lo que se esperaba, inmediatamente amaneció y ya estábamos en la cumbre. Tiempo del primer trago de agua y de unas fotos. Caras sonrientes las nuestras por ese buen comienzo, mientras una chica alemana, callada y constante, nos daba los buenos días y continuaba con su caminar rápido y marcial.

viernes, 11 de septiembre de 2009

Cañaveral.

Saliendo de Casar
Saliendo de Casar de Cáceres
A pesar de estar bien entrado el mes de septiembre, las ventanas y portalones del albergue estaban abiertos de par en par. No sé si era el tremendo calor, la algarabía de juventud en la plaza o las campanadas del reloj del ayuntamiento, pero estuve casi toda la noche despierto y con la inquietud que me daba el no descansar para la dura etapa del día siguiente.

sábado, 27 de junio de 2009

Alcuescar.

Mérida
Saliendo de Mérida
Fresca se levantó aquella mañana de junio a la salida del albergue de Mérida, suponemos que por el gran chaparrón caído el día antes que nos hizo llegar chorreando a nuestra morada de aquella noche. Nos despedimos de nuestro hospitalero dándole muchos recuerdos para Molina, el canario que tenía en el albergue y que nos acompañó, en la tarde del día anterior, en nuestras charlas mientras se secaba la ropa. Caminábamos sin haber amanecido aún, al esperar que fuera día de calor, y Alcuescar estaba a unos 36 kilómetros. Nuestro primer deseo era encontrar algún bar para calentarnos el cuerpo con un buen Colacao y algo de comer. Fue pasar el arroyo Albarregas, con su magnífico acueducto, y continuar saliendo de la ciudad, entre casas primero y almacenes después. Nada abierto, con lo que arrancamos en ayunas.