De Guillermo Rodríguez Bernal

sábado, 10 de octubre de 2009

Fuenterroble de Salvatierra.

Puerto de Bejar
Puerto de Bejar
Temprano nos levantamos aquella agradable y fresca mañana de mediados de octubre de 2009. Afrontaríamos unos 33 kilómetros que separaban Baños de Montemayor de Fuenterroble de Salvatierra en la Vía de la Plata. Sabíamos que la etapa era dura y su comienzo nos pondría a prueba inmediatamente. Subíamos el puerto de Béjar, dejando atrás Extremadura y comenzando el Camino por tierras salmantinas. Helenio y yo, con caminar silencioso y cabeza baja, dejamos atrás el primer tramo de calzada romana del siglo XX y bajo nuestros pies aparecía la auténtica vía que los romanos utilizaban para unir Emerita Augusta con Asturicam Augusta. Las luces de la autovía, bastante lejos a nuestra izquierda, nos indicaba lo que tendríamos que subir para alcanzar el alto. Ese primer do de pecho fue culminado mejor de lo que se esperaba, inmediatamente amaneció y ya estábamos en la cumbre. Tiempo del primer trago de agua y de unas fotos. Caras sonrientes las nuestras por ese buen comienzo, mientras una chica alemana, callada y constante, nos daba los buenos días y continuaba con su caminar rápido y marcial.
Cuerpo de Hombre
A un lado y al otro del río Cuerpo de Hombre
A partir de ese momento se empezó a gozar de esta magnífica etapa. Acompañaban a nuestro caminar encinas, robles, castaños, zarzas y un firme de tierra estupendo que provocaba las paradas constantes para hacer fotos. Fincas de ganado vacuno y descenso suave hasta llegar al puente de la Magdalena y un río con un nombre muy particular: “Cuerpo de hombre”. Empiezan a aparecer esas enormes
Puerto de Bejar
Bajando el Puerto de Bejar
rocas típicas de toda la zona. Algunas parecen colgar de un hilo, en lo alto de la montaña, e imaginábamos lo que ocurriría si cayera alguna con el tiempo y los destrozos que provocaría. Unos kilómetros de carretera y entrada en una muy bonita localidad: Calzada de Bejar, donde el albergue de Alba y Soraya nos recibe con una replica de la pintura de la fachada del albergue del cura Blas. El pueblo muy bonito, pero ningún bar abierto. Soportales de madera con muchas macetas y pocos eran los vecinos que no hacían mención al Camino de Santiago, lo que nos separaba de Sevilla y lo que quedaba para Santiago. Al salir del pueblo, unos
Llevamos y nos queda
Llevamos y nos queda
turistas sevillanos se asombraban al vernos. Veían peregrinos por el norte y en Santiago, pero no pensaban que pudieran salir de Sevilla. Caras de asombro y algunas fotos con ellos con mochila y bastón. En una parada de autobús, descansaba nuestra peregrina alemana. Seria nos saluda con un “Hi” y decidí hacernos una foto con ella en lugar tan simpático. Fue la única sonrisa que le vi a la chica, a excepción de cuando le enseñé al astronauta en la catedral de Salamanca, aunque ésta fuera mas de asombro que de otra cosa.
Continuamos con nuestro caminar y rápidamente ella nos cogió ventaja. Muchas eras los sitios que fotografiar y don Tripodio necesitaba su tiempo. En seguida, nos topamos con el crucero de Valverde de Valdelacasa. En los muretes de la iglesia de Santiago decidimos reponer fuerzas con unos plátanos y unas manzanas que llevábamos desde Baños. Amena charla con un vecino del pueblo que nos contaba la vida que tenían en su pueblo y el trabajo que costaba tirar pa’lante en estas épocas. Y todavía estaba por llegar la crisis. A la salida del pueblo, dos losetas de terrazo con una inscripción que vimos antes de llegar a Casar de Cáceres:
Valverde de Valdelacasa
Valverde de Valdelacasa
Nos dio fuerzas para continuar, los mensajes de ese peregrino que iba señalando el camino. Empezábamos a dejar atrás la sierra de Bejar y la de Francia. Otro nuevo repecho hasta Valdelacasa y por fin la última subida, más leve, hasta llegar a Fuenterroble de Salvatierra. Se hace interminable esa calle que atraviesa el pueblo y te hace llegar al albergue. Una vez allí, la acogida del hospitalero y el respirar de un lugar treméndamente peregrino y cargado a rebosar de espíritu
Camino del Corazón
Camino del Corazón
jacobeo. El pabellón del patio estaba lleno y fue Blas el que indicó que nos colocara en una habitación con unos murales increíbles. Mientras, un brasileño que vivía en Canarias, nos pedía dos euros para preparar la cena. Agradable encuentro en la mesa del comedor con muchos peregrinos y familias que venían simplemente a disfrutar de la conversación y el trato del cura más querido de toda la Vía de la Plata.

Fuenterroble de Salvatierra
Fuenterroble de Salvatierra

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