De Guillermo Rodríguez Bernal

jueves, 19 de febrero de 2015

Pies fríos.

Miraba hacia atrás continuamente con la única quietud de saber si Isa e Isabel seguían mis pasos de cerca. Justo detrás estaban, pegadas a mí mirándome, con el entrecejo fruncido y sin saber que estaba pasando, porque ocurría esto. Gentes a nuestro lado corrían en la misma dirección teniendo por equipaje únicamente lo que llevaban encima. No sé cómo llegó a mí ese pensamiento de que todo se acababa, pero la angustia y la ansiedad que provocaba ese algo desconocido que terminaría acabando con nosotros, se apoderó de mi y lo único que trataba era de huir, alargar nuestras vidas el mayor tiempo posible.

La Voz del Capataz.

            Se me presenta mi vecino y amigo Alfonso Carmona para que le escriba algo sobre sus experiencias como capataz de la iglesia de Santiago de Castilleja de la Cuesta. Me comenta que se hará un boletín especial en marzo en el que pedían la colaboración de hermanos, que en su día tuvieron una actividad dentro de la Hermandad. Me senté con él y tomé notas sobre lo que normalmente hacían los capataces antes, durante y después de todo el recorrido procesional, yo no tenía ni idea. Dejaba a mi libertad el texto pero me pedía que le diera un espíritu cofrade que reflejara el sentimiento que se vive en mi pueblo todos los viernes santos. Éste fue el resultado publicado en la página 47 del boletín número 30, de marzo de 2012.