De Guillermo Rodríguez Bernal

lunes, 28 de febrero de 2011

Santiago de Compostela (por Camino Inglés).

Agualada
Cruceiro en Agualada
Lluvioso amaneció el día en Sigüeiro después de una noche ruidosa en aquella pensión del pueblo. Además llovía, y aquella pastelería-cafetería que teníamos localizada para el desayuno de nuestro despertar, estaba cerrada. Con lo que nos conformamos con una tostada y un croissant de nuestro bar de la noche anterior. Tras pasar el puente que daba paso a la salida de la localidad, las únicas casas con cierto grado de antigüedad, comparadas con los edificios de antes de llegar el mencionado puente. Tomamos con mucha tranquilidad esta llegada de dieciocho kilómetros, para unos, y dieciséis para otros. Un paseo que mezclaba la lluvia con el sol y que nos acercaría a Compostela.

domingo, 27 de febrero de 2011

Sigüeiro.

Bruma
San Lorenzo en Bruma
La iglesia de San Lorenzo, nos dio la despedida en el despertar de nuestra cuarta jornada, que nos llevaría a Sigüeiro. La noche antes, nos comentó el marido de la hospitalera, que la etapa era completamente llana. Ya teniamos esa información en los apuntes con los que íbamos. Nos describió paso a paso, lo que nos iríamos encontrando en nuestro caminar. Nos habló que era conocida como la etapa de los tres bares. “Tendréis donde desayunar a tres kilómetros, a ocho, y a trece. Después, ya nada hasta Sigüeiro”. A pesar de eso, Pedro ya había previsto unos dulces y unos batidos, por si acaso. Mi ilustre peregrino está en todo, y se fue a buscarlos para los dos. Unos kilómetros en la tarde todavía lluviosa. Para el día de hoy, unos nos hablaban de un total de veintiséis kilómetros, otros de veintiocho y los menos de treinta. “Sobre las dos y media de la tarde, caminando ligerito, estaréis allí”, nos aclaró muy cortésmente nuestro amigo de Bruma.

sábado, 26 de febrero de 2011

Bruma.

Betanzos
Saliendo de Betanzos
Dura fue la etapa anterior, pero manteníamos las fuerzas intactas. Teníamos muchas ganas de Camino. Ésta nueva etapa, entre Betanzos y Bruma, se presentaba como un buen reto para el día de hoy. Los veintiocho kilómetros que separaban las dos localidades, con tan sólo un punto de avituallamiento, nos hacía iniciar el fuerte ascenso de la salida de Betanzos con calma y reservando toda la energía posible para el resto de la jornada. Después de llenar nuestras botellas de agua y darnos un buen desayuno empezamos nuestro caminar con los capotes puestos. No era lluvia fuerte pero la suficiente para que lo que nos cubría acabara chorreando en cuestión de minutos.

viernes, 25 de febrero de 2011

Betanzos.

Pontedeume
Amaneciendo en Pontedeume
Dejando atrás la euforia de esa primera etapa, que nos hace caminar entre nubes, más que entre tierra, asfalto y las hojas secas de este invierno pasado, salimos del albergue de Pontedeume, donde dormimos calentitos gracias al abrigo de las mantas que nos proporcionó Juan Rico. Nuestro primer objetivo, la churrería situada al lado de los juzgados y que según Juan preparaban los mejores chocolates con churros de toda la comarca. Había que probarlos a sabiendas que nos proporcionarían la fuerza necesaria para iniciar la que a la postre sería una etapa dura. “Nuestro gozo en un pozo” al encontrarse tan apreciado y ansiado establecimiento con las puertas aún cerradas sobre las siete y media de la mañana. Conformarnos con el desayuno habitual del único bar abierto a esas horas justo a la salida del tan afamado puente de esta localidad. La siguiente cita con Juan Rico. Devolver las llaves del albergue y las mantas, que la tarde anterior nos entregó. A las ocho iniciaba su jornada laboral este funcionario que tan buen detalle tuvo con estos humildes peregrinos.

jueves, 24 de febrero de 2011

Pontedeume.

Ferrol
Inicio del Camino Inglés en Ferrol
Apesadumbrados días los que atravesaba en el plano laboral. Haciendo honor al dicho de “febrerillos locos”, así me encontraba yo entre principios y mediados de este mes de veintiocho días. Un no parar en el trabajo, con la mente inquieta y con el pensamiento descontrolado. Tenía que romper un poco con todo y que mejor que probar con el Camino. El Camino a elegir tenía que poderse realizar en unos días, que fuera solitario y que acabará en Compostela. Elegí el Camino Inglés desde Ferrol. Iría sólo y no lo comentaría con nadie. Meses antes, mi compañero de caminos Helenio, lo culminó en cuatro días pero con etapas agobiantes de hasta casi cuarenta kilómetros algunas. Había que planificar aprendiendo de su Camino para tener la cabeza más pendiente de mí, que de posibles tendinitis y malos tragos. A pesar de todo pregunté.