De Guillermo Rodríguez Bernal

lunes, 27 de abril de 2020

Santa Cruz de la Palma.

Cruz del Milenio
Cruz del Milenio
Arrancamos temprano aquella jornada del 28 de agosto. Nuestra idea era descubrir la capital de la isla bonita, nuestro paraíso natural. Como lázaros tuvimos la suerte de contar con nuestros amigos palmeros Ana y Norberto, se presentaba un día para recordar. Pasado el túnel del tiempo acercarnos a dos miradores, el de la Concepción y el de la Montaña de Breña, que nos hicieron tener una visión más que detallada del enclave en el que estábamos y el contraste entre montaña y costa en tan poca distancia entre ellos. Entre La Cumbre y los escarpados que dan al océano, cientos de viviendas se salpican por esa verde ladera como balcones bien situados buscando el nacimiento del astro rey de cada día. El de la Concepción sobre el punto más alto del cráter de un volcán, con una ermita del XVI y siempre vigía de la ciudad de Santa Cruz. El de la Montaña de Breña con unas preciosas vistas de la comarca del Mazo y con la Cruz del Milenio coronándolo en su punto más alto.

viernes, 24 de abril de 2020

La Palma.- Los Llanos de Aridane, Fuencaliente, Tazacorte y mucho agradecimiento.

La Palma
Maqueta del niño J.E.R.C.
Creo que puedo decir, con temor a equivocarme, que encontré mi paraíso natural. Cuando pierdes toda esperanza de encontrar un lugar aislado, con apenas contaminación atmosférica, que pases de la pura selva tropical al más árido de los desiertos en pocos kilómetros y donde el sentir de sus gentes está alejado por completo de nuestras prisas diarias y el stress de lo que llamamos vida, mis pies tocan el suelo de la isla de La Palma, nuestra Isla Bonita. El verano de 2018 fue para mí el descubrir ese vergel escondido, que ojalá este post impida contaminar con la barbarie turística que machacan muchas zonas de nuestras islas afortunadas.
Rápido empecé a asimilar donde había aterrizado aquella mañana de agosto. Sólo tuve que conducir desde el aeropuerto hasta Los Llanos de Aridane atravesando “el túnel del tiempo” por la carretera de La Cumbre. Desniveles de terreno importantes cargados de vegetación, a un lado, y la llanura protegida por la Cumbre y la falda de la caldera de Taburiente, al otro. Porque era en Los Llanos donde nos quedamos para descubrir poco a poco la isla.

viernes, 17 de abril de 2020

Girona. La Costa Brava, 2ª parte.

Sant Pere de Rodes
Sant Pere de Rodes
Algo ha traído bueno el asesino virus venido de oriente. El encierro forzoso me obliga a retomar mis escritos después de un tiempo olvidados. Y mi cabeza se va al recuerdo de la Costa Brava catalana. Mi segunda visita al mar, en aquellas vacaciones de 2015, la comienzo desde un lugar inigualable. Con el cabo de Creus, la bahía de Llançà y el Port de la Selva como testigos, mis piernas me llevan por aquel camino de tierra que hace encontrarme con el Monasterio de Sant Pere de Rodes, que se alza majestuoso sobre la falda de la montaña de Verdera. Nada se quedó por ver gracias al buen trabajo de señalización de los responsables de aquel monumento histórico-artístico
Hospital de Sant Pere de Rodes
Hospital de Sant Pere de Rodes
nacional. Todo impresiona en aquel paseo entre las piedras de aquella construcción del románico catalán. Su claustro interior y el exterior, su vigorosa torre defensiva, su vistoso y detallado campanario, su enorme iglesia, las celdas donde descansaban los que allí moraban… Todo te hacía tener los ojos muy abiertos mientras tu mente trataba de imaginar cómo sería la vida entre aquellas paredes. A la salida una pequeña edificación estaba señalada como Hospital. Allí reponían fuerzas aquellos que buscaban hospitalidad a su paso por aquel lugar en peregrinación. Ya en el aparcamiento, nos decía adiós desde las alturas las ruinas de la Iglesia de Santa Helena de Rodes, que allí seguirá con una de las vistas más relajantes de aquellas tierras.