De Guillermo Rodríguez Bernal

viernes, 17 de abril de 2020

Girona. La Costa Brava, 2ª parte.

Sant Pere de Rodes
Sant Pere de Rodes
Algo ha traído bueno el asesino virus venido de oriente. El encierro forzoso me obliga a retomar mis escritos después de un tiempo olvidados. Y mi cabeza se va al recuerdo de la Costa Brava catalana. Mi segunda visita al mar, en aquellas vacaciones de 2015, la comienzo desde un lugar inigualable. Con el cabo de Creus, la bahía de Llançà y el Port de la Selva como testigos, mis piernas me llevan por aquel camino de tierra que hace encontrarme con el Monasterio de Sant Pere de Rodes, que se alza majestuoso sobre la falda de la montaña de Verdera. Nada se quedó por ver gracias al buen trabajo de señalización de los responsables de aquel monumento histórico-artístico
Hospital de Sant Pere de Rodes
Hospital de Sant Pere de Rodes
nacional. Todo impresiona en aquel paseo entre las piedras de aquella construcción del románico catalán. Su claustro interior y el exterior, su vigorosa torre defensiva, su vistoso y detallado campanario, su enorme iglesia, las celdas donde descansaban los que allí moraban… Todo te hacía tener los ojos muy abiertos mientras tu mente trataba de imaginar cómo sería la vida entre aquellas paredes. A la salida una pequeña edificación estaba señalada como Hospital. Allí reponían fuerzas aquellos que buscaban hospitalidad a su paso por aquel lugar en peregrinación. Ya en el aparcamiento, nos decía adiós desde las alturas las ruinas de la Iglesia de Santa Helena de Rodes, que allí seguirá con una de las vistas más relajantes de aquellas tierras.

Dalí en Cadaqués
Dalí y yo
Enamorado de aquella sierra terminamos de atravesarla buscando el mar. Curvas y pinos fueron nuestra compañía en el corazón del cabo de Creus, hasta que empezamos a descender acercarnos a Cadaqués. Buen aparcamiento a las afueras que nos hizo caminar sólo un poco entre sus callejuelas hasta encontrarnos con su playa. Acostumbrados a las arenas rubias de las playas de Huelva y Cádiz, los chinos nos molestaron en aquel baño que quisimos aprovechar. Las molestias de no llevar un calzado de baño adecuado se suplieron con la belleza del lugar donde estábamos. Aguas limpias con embarcaciones de recreo al fondo y al girar un cuadro de ensueño de casas blancas con la Iglesia de Santa María presidiendo en el centro de ellas. Buen baño en el pueblo más oriental de la península ibérica. Ya en su paseo marítimo, la figura rápidamente reconocible de Salvador Dalí, personaje por excelencia de aquel pueblo del l'Empordà catalán. Camino al coche volver a callejear entre sus casas donde al blanco de sus fachadas les daba color el verde y morado de las buganvillas que trepaban por ellas, despidiéndonos de Cadaqués desde la terraza de aquella iglesia de Santa María, punto más alto del municipio.
Cadaqués
Cadaqués desde la Iglesia de Santa María
Asclepio
Asclepio en Empuríes
Condujimos hacia el sur y al siglo VI antes de Cristo, visitando las ruinas de Empuríes. Maravilloso emplazamiento el que ocuparon griegos primero, romanos después y algunos iberos más tarde. Esta nueva ruta el día de hoy, audio-guiada, y que me descubría uno de los puertos comerciales más importantes de la península con los griegos y un potente emplazamiento militar para romanos. En su visita Asclepio me da la bienvenida en su recinto. Desde allí pasear entre las bases de los que fueron sus casas y sus edificios civiles. Visitar su museo con manuscritos, monedas, estatuas y mosaicos entre otras cosas. Y por último la vida romana reflejada por sus casas, sus mosaicos, el foro, el anfiteatro y la robusta muralla que protegía todo el emplazamiento. Y pegado a todo, acompañando con su rumor, el mar. Las nuevas ciudades de Gerunda, Barcino y Tarraco empezaron a restarle importancia e hizo que quedará tal cual para disfrute de los que por allí pasamos. Una visita que recordaré siempre.
Empuries
Empuries
Castillo Palacio de la Bisbal
Castillo Palacio de La Bisbal
Volvíamos a casa cuando decidimos parar en La Bisbal, capital del bajo Ampurdán. El tiempo justo para visitar con calma su castillo-palacio. Muy buena la narrativa de entrada al recinto en un video donde nos explicaba la vida en la época medieval de sus gentes y que a la postre fue la del Medievo en tierras catalanas. Feudales, vasallos, monjes, poder, luchas y la dura vida de aquellos entonces. A la salida, pasear disfrutanto de aquellas callejuelas de su barrio judío y pararnos a contemplar la fachada de la barroca iglesia de Santa María. De vuelta al coche, paseo tranquilo pasando por el puente viejo, apenado por las pocas aguas que aquel verano llevaba al mar el río Daró.
Pont Vell, Iglesia de Santa María y Paseo de La Bisbal
El arbolado paseo de La Bisbal puso el broche final a esta ruta que disfrutamos por aquella costa catalana. Deseo de volver para retomar todo aquello que quedó pendiente o por repetir a lo aquí escrito en estos días de encierro que vivimos.

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