De Guillermo Rodríguez Bernal

domingo, 22 de junio de 2014

Lucena.

Cercanías de Encinas Reales
Cercanías de Encinas Reales
Era algo parecido a un almacén o tienda de pienso para animales, el único lugar que vimos abierto en la zona alta de Cuevas Bajas el día antes y donde compramos algo de leche, zumo y bollería para el desayuno que disfrutamos a primera hora de este nuevo día. Dejarlo todo recogido, cerrar la puerta, llave al buzón y comenzar la nueva jornada de hoy, muy de madrugada, en una noche cerrada y con poca luz. Tiramos de linternas para no despistarnos en esta salida entre parcelas con algún que otro cruce que despistaba. Fue cruzar el Genil cuando se dejaba oír a lo lejos una especie de música electrónica que rompía con lo apacible de la noche que se nos iba. Al poco tiempo de acompañar al principal afluente del Guadalquivir, en un recodo del río, se descubría una discoteca de verano rodeada de infinito número de coches a su alrededor. Al menos el pueblo estaba libre de ruidos.

sábado, 21 de junio de 2014

Cuevas Bajas.

Peña de los Enamorados
Peña de los Enamorados (El Indio)
Allí quedaron la lechuza y el halcón del párroco cetrero de la iglesia de Santiago. Allí dejamos la amable atención del camarero del bar donde unas tostadas con aceite dieron fuerzas para nuestro comienzo. Allí seguía la puerta de Granada en nuestro caminar por las calles antequeranas. Allí parecía yacer aquella figura de “indio” que formaba la peña de los enamorados. Atrás quedaban, a lo lejos, las piedras del Torcal, rodeándose de nubes en su cima mientras empezaba a despertar aquella mañana de sábado. Arranque de jornada caminera entre las huertas cercanas a Antequera, a las que ponía límite la autovía, que unía la ciudad de Málaga con el norte, y el Guadalhorce, río, dueño y señor de toda aquella vega antequerana. Después, caminar entre olivos y sin desniveles, teniendo a centenares de conejos como testigos de que por allí pasaban peregrinos caminando a Santiago y de gentes que aprovechaban la mañana para correr, dar un paseo caminando o montado en bici acompañado de algún que otro amigo. Como conversación, aquella que daba Correjaco de sus pasos anteriores, donde contaba que muchos de esos campos también se poblaban de almendros, dando un colorido especial según la época del año en que se caminara.

viernes, 20 de junio de 2014

Antequera.

Saliendo de Almogía
Saliendo de Almogía
El mal dormir y la dura etapa del día anterior hicieron plácido el sueño en la madrugada de éste que arrancaba. Hasta el punto de romper con el propósito de salir de madrugada para evitar los golpes fuertes de calor en esta jornada. Así que ya casi amanecido cerramos la puerta de “La noria”, nos adecuamos bien la mochila y comenzó nuestro caminar con la frente y la mirada puesta en el norte. Días antes, a través de mapas de la zona, ideé una ruta según las indicaciones que Pedro me daba de cuando hacía él este mismo camino años atrás. El Camino “oficial” hacía que nos desviáramos hacia Villanueva de la Concepción para en dos etapas llegar a Antequera desde Almogía. Correjaco me comentaba que buscara el itinerario hacia el norte, por una antigua realenga que te hacía llegar recto a la salida a Antequera por el Torcal, como así hice. Sobre plano era evidente que no tenía sentido desviarse, como no fuera por el placer de conocer otro pueblo más de aquella bella región del sur de Andalucía.

jueves, 19 de junio de 2014

Almogía

Málaga
Plaza de la Constitución en la ciudad de Málaga
Creo recordar que fue el cierre de alguna de esas persianas metálicas, de uno de los bares de copas que teníamos pegados al balcón del albergue, el que hizo que me despertara aquella calurosa mañana malagueña. Al viejo peregrino y mejor amigo Correjaco, en la penumbra de la habitación, me pareció verle arreglar algo sentado en su cama, procurando no hacer ruido para no despertarme. A pesar de tantas salidas como hemos tenido en estos Caminos que llegan a Santiago, se notaban los nervios de ese primer día de arranque en nuestro caminar. Pegar el portazo y empezar a vivir como peregrino desde la plaza de la Merced de la capital de la Costa del Sol. Ya el día antes, disfrutamos de la compañía de amigos y de pasear por esta maravillosa ciudad. Entre sus calles, por un lado gentes que rompían el silencio cuando se recogían de su fiesta particular, por otro aquellos que iniciaban sus jornadas cabizbajos para trabajar y nosotros con el viveza que da el comenzar algo preparado con tanta ilusión durante un tiempo.