De Guillermo Rodríguez Bernal

viernes, 20 de junio de 2014

Antequera.

Saliendo de Almogía
Saliendo de Almogía
El mal dormir y la dura etapa del día anterior hicieron plácido el sueño en la madrugada de éste que arrancaba. Hasta el punto de romper con el propósito de salir de madrugada para evitar los golpes fuertes de calor en esta jornada. Así que ya casi amanecido cerramos la puerta de “La noria”, nos adecuamos bien la mochila y comenzó nuestro caminar con la frente y la mirada puesta en el norte. Días antes, a través de mapas de la zona, ideé una ruta según las indicaciones que Pedro me daba de cuando hacía él este mismo camino años atrás. El Camino “oficial” hacía que nos desviáramos hacia Villanueva de la Concepción para en dos etapas llegar a Antequera desde Almogía. Correjaco me comentaba que buscara el itinerario hacia el norte, por una antigua realenga que te hacía llegar recto a la salida a Antequera por el Torcal, como así hice. Sobre plano era evidente que no tenía sentido desviarse, como no fuera por el placer de conocer otro pueblo más de aquella bella región del sur de Andalucía.
Barriada el Pastelero
Barriada el Pastelero
Con ligera pendiente subíamos dejando atrás antiguas ventas de caminos, ya cerradas y dedicadas a otros menesteres; desvíos a romerías de la zona, todavía vigentes por estas tierras; urbanizaciones y entradas a cortijos, de toda aquella maravilla de sierra malagueña. Tras una curva, una fuente y una  especie de hornacina dedicada a San Bernabé, nos daba la bienvenida a la Barriada de “El Pastelero”, donde sellamos y dimos cuenta de nuestro desayuno del día. Después, salirnos de la carretera que se desviaba al este y continuar con el sol pegado a nuestra oreja derecha camino del norte.
El Torcal
El Torcal
Duros repechos y pronunciadas bajadas hacía duro el caminar y en nada encontrarnos con dos caminos y dos opiniones distintas. La de Pedro, conocedor de la zona y por el que siempre tiró, y la mía, que veía sobre plano el camino más corto. La experiencia del hacer camino durante años caminándolos y vista del satélite sentado cómodamente en el sillón de casa. Momento de hacer ver la postura de cada uno y de cómo la benevolencia del viejo correcaminos cedía a la testarudez del que se creía con la razón por la vista aumentada de un pájaro artificial. Al final, su cuenta pasos marcaba medio kilómetros más, haciendo la vergüenza y el orgullo agachar la cabeza sin saber que contestar. Tenías razón Pedrito, la próxima vez por donde tu digas amigo.
Torcal de Antequera
Torcal de Antequera
El calor apretaba, diecinueve kilómetros y ya bordeábamos el Torcal de Antequera, con esas magnificas vistas de piedra que parecen nacer del mismo centro de la tierra. Además, recuperar las flechas amarillas indicadoras, que traían a los peregrinos de la lejana Villanueva. La finca de los Navazos ponía fin a la subida y llanear pegado a la valla del Parque Natural. Al poco, entre las rocas, aparecer abajo del todo la vega de Antequera. Cuadros de colores marcaban las diferentes parcelas de terreno, que se divisaban desde aquella altura como si viajáramos en avión. No había mejor lugar para descansar y echar un trago antes de continuar.
Vega Antequerana
Vistas desde el Torcal de la Vega Antequerana
Iglesia de Santiago
Iglesia de Santiago en Antequera
Tras la durísima bajada, paso alegre y vivo nos dejó a las puertas de Antequera. Ya traíamos hambre, con lo que paramos en el bar donde solía hacerlo siempre Pedro y dimos cuenta de una porra antequerana, de un buen plato de carne con tomate y cervezas, vino y agua, que junto con un helado, completaron el buen comer y se celebró la llegada. Tan sólo nos quedaba acercarnos a la iglesia de Santiago, donde el cura José Amalio nos daba hospitalidad. Una habitación con un par de literas y cuarto de baño con todo lo necesario para un peregrino. Otra buena llegada y otro buen sueño el merecido en la preciosa localidad de Antequera.

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