De Guillermo Rodríguez Bernal

domingo, 22 de junio de 2014

Lucena.

Cercanías de Encinas Reales
Cercanías de Encinas Reales
Era algo parecido a un almacén o tienda de pienso para animales, el único lugar que vimos abierto en la zona alta de Cuevas Bajas el día antes y donde compramos algo de leche, zumo y bollería para el desayuno que disfrutamos a primera hora de este nuevo día. Dejarlo todo recogido, cerrar la puerta, llave al buzón y comenzar la nueva jornada de hoy, muy de madrugada, en una noche cerrada y con poca luz. Tiramos de linternas para no despistarnos en esta salida entre parcelas con algún que otro cruce que despistaba. Fue cruzar el Genil cuando se dejaba oír a lo lejos una especie de música electrónica que rompía con lo apacible de la noche que se nos iba. Al poco tiempo de acompañar al principal afluente del Guadalquivir, en un recodo del río, se descubría una discoteca de verano rodeada de infinito número de coches a su alrededor. Al menos el pueblo estaba libre de ruidos.
Una señal en la carretera marcaba el 13% de desnivel que nos ponía a prueba y que tenía como meta Encinas Reales, que no se dejó ver hasta última hora. Lejos de continuar rectos, el trazado de las escasas flechas amarillas te hacía cruzar el pueblo zigzagueando. Fácil despistarse, sobre todo a la salida del pueblo con un largo y fuerte repecho que buscaba cruzar la autovía. Antes, en una churrería, el descafeinado de Pedro y el sello oportuno que dejaba ver nuestro paso por el primer pueblo cordobés desde nuestra salida de Málaga. En la mente, las palabras de nuestro amigo-peregrino José Antonio Ortega que el día antes nos deseaba buena subida a Encinas Reales y buen paseo hasta Lucena entre olivos y conejos, como a la postre fue.
Río Anzur
Río Anzur
Suave bajada entre olivos, pisando buena pista y con la compañía del paseo de algún que otro caballista con el que nos cruzamos. Llegó el momento de pasar el Anzur, de poca altura pero de fuerte corriente. Unos pilones nos ayudaban a intentar no mojarnos, dándole un poco aventura el que faltara precisamente uno de ellos. El no querer parar hizo que al menos uno de los pies cayera en el agua. Nada grave, el calor y el caminar lo secó en cuestión de minutos.
Entre olivos
Entre olivos
Sierra sur de Córdoba
Pedro y la sierra sur cordobesa
Seguir llaneando por tierras replantadas de olivos y con la ya normal compañía de conejos y perdices, que volaban veloces a nuestro paso y que harían las delicias de cazadores por la gran cantidad que había. Una finca, amurallada en todo su contorno con una preciosa mansión en su interior, era el punto donde volvimos a coger una subida que nos acompañó durante más de ocho kilómetros. Se dejaba ver las preciosas vistas de toda aquella sierra al sur de la provincia de Córdoba. Luego, iniciar la bajada que nos dejaría a los pies del pueblo de Lucena, con su largo e insufrible polígono industrial antes de la llegada. En el pueblo, sellar en las oficinas de la policía local y dar por finalizada esta primera aventura del camino mozárabe saliendo de Málaga capital. Quedaba volver a casa y empezar a soñar con retomarlo más adelante. En estos cuatro días, la experiencia vivida por esas tierras, su paisaje, lo poco frecuentado y, como no, sus gentes, hacen que las ganas por volver permanezcan vivas desde el primer día que lo dejamos. Espero volver pronto.
Llegando a Lucena
Cerca de Lucena

2 comentarios:

  1. Bueno a pesar de la bandera.. pero valió la pena el camino, sitios andaluces que tienen su encanto...

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  2. Bueno a pesar de la bandera.. pero valió la pena el camino, sitios andaluces que tienen su encanto...

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