De Guillermo Rodríguez Bernal

jueves, 19 de febrero de 2015

Pies fríos.

Miraba hacia atrás continuamente con la única quietud de saber si Isa e Isabel seguían mis pasos de cerca. Justo detrás estaban, pegadas a mí mirándome, con el entrecejo fruncido y sin saber que estaba pasando, porque ocurría esto. Gentes a nuestro lado corrían en la misma dirección teniendo por equipaje únicamente lo que llevaban encima. No sé cómo llegó a mí ese pensamiento de que todo se acababa, pero la angustia y la ansiedad que provocaba ese algo desconocido que terminaría acabando con nosotros, se apoderó de mi y lo único que trataba era de huir, alargar nuestras vidas el mayor tiempo posible.
Un ancho río que se cruza sin dificultad a nado y de nuevo correr. Camino largo y como si un fuerte viento imperceptible no te dejara avanzar ni ver el final. Las piernas pesaban y se agarraban al suelo como si pisáramos un espeso barro. Enorme esfuerzo el que hacíamos sin que avanzáramos apenas, lo que hacían acrecentar nuestra angustia. Un pequeño arroyuelo hace que me pare en mitad de él y ayude a mi familia cogiéndolas de las manos. Otros que venían detrás solicitaban la misma ayuda, que yo les brindaba. Mi única sensación en todo este tiempo fue lo helado que tenía los pies.
Era pequeño, muy pocos años. En cuclillas en el patio de mi casa veía salir el agua que cada día sacábamos de nuestro pozo para baldear o regar las macetas. La tranquilidad y la cotidianidad de siempre. Mi padre sentado en la mesa del antiguo comedor que daba al patio, en una postura a la que estábamos acostumbrados a verlo. Con una mano en la cara y la otra jugando con la ceniza que desprendía el celta emboquillao que acostumbraba a fumar. No reflejaba miedo alguno, a pesar de saber lo que se nos venía encima. Algo que acabaría con toda nuestra vida en, quizás, cuestión de minutos. No reflejaba angustia ni temeridad, es más, me parecía verlo sonreír. Todo estará bien, me decía a mí mismo, dejándome llevar por ese sentimiento que mi padre reflejaba. No había ni que esperar, sucederá lo que tenga que suceder y ya está. Volví a mi patio a seguir allí agachado jugando con el agua que la manguera del pozo lanzaba sobre mis pies. Mi única sensación en todo este tiempo fue lo helado que los tenía.
Sobresaltado me desperté. Fue todo un sueño y faltaba poco más de media hora para que el despertador sonara. Me latía fuerte el corazón. Alegre volvía a la realidad, a esa realidad en la que la rutina reina en nuestra vida la mayor parte del tiempo y que termina acabando con ella, eso sí, poco a poco. Fue levantarme y lo primero de todo ponerme unos calcetines. Tenía los pies helados.

3 comentarios:

  1. Hola Willy relato muy interesante como marco, bien expresado y narrado te felicito... Mi comentario particular por si te sirve de complemento: hace tiempo que me gusta de vez en cuando y dado que suelo soñar mucho tratar de interpretar o saber que pueden significar, en un libro antiguo, en inglés que tengo sobre soñar con pies helados o frios, tiene varias aceptaciones una de ellas es corriendo, tu caso del principio, pues bien se puede pensar como que eres una persona de alta estima y con grandes miras sociales, ahíi está el tema de ayudar a que pasasen el río a otros también., otra que en tu carrera en la vida, deseas, buscas, y al soñar así lo vas a encontrar, un avance positivo en tu trabajo y en tu .relación o status laboral. Es decir que es positivo y no angustioso por la carrera o escapada que narras..

    Así que en fin amigo, ya me contarás cuando es el ascenso, ha ha,como diría Paul, !!!!! . , Un fuerte abrazo y siempre buen camino, aunque sea corriendo,.. en la vida. !!!!! :-)

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    1. Perdón como escribí de memoria del tirón, después comprobé que me había dejado una "apostilla" del libro que ponía sobre el tema y que te pongo en inglés en el original del mismo: "Your friends will be very kind with you"... Ahí queda....

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    2. Gracias Pedro. Me alegra que te guste. Pues mira, en cuanto a trabajo ya sabes que estoy bien despachao. No sé.
      En cuanto a la interpretación pienso que muchos de estos sueños forman parte de los miedos, las ganas, las inquietudes, las ilusiones y las fantasías de cada uno. El día que volvamos a caminar juntos hablaremos de todo esto. Un abrazo amigo.

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