De Guillermo Rodríguez Bernal

viernes, 2 de abril de 2010

Alija del Infantado.

Benavente
Iglesia de Santa María del Azogue en Benavente
Bonita tarde, la de aquel jueves santo de hace dos años, que además caía uno de abril. Las reformas del albergue de Benavente, nos obligaba a pasar la noche en unas habitaciones que habilitó el hostal Málaga para peregrinos. Dado que, normalmente, los peregrinos que caminan por la Vía de la Plata se suelen desviar por el Sanabrés para llegar a Santiago, pensábamos que tendríamos poca o ninguna compañía en nuestro caminar hasta Astorga.
Benavente
Plaza Mayor de Benavente
Paseábamos, mi amigo y compañero de caminos Helenio, por la calle del Obispo Regueras y fue a la altura de la Plaza Mayor cuando tuvimos nuestro primer contacto con ella. Digamos que se llamaba Estrella. Peregrina de paso largo y rápido, tirando de dos peregrinas más que traía agotadas. Se veían perdidas, como a nuestra llegada nos encontrábamos nosotros. Sin saber donde ir para buscar el alojamiento y el descanso deseado por cualquier peregrino al final de su jornada diaria. “¿Sois peregrinas?”, pregunté tontamente a la rubia peregrina, ante lo evidente de su ropaje, mochila, bastones y vieira. Con un simple “Sí” y casi sin mirar continuaban con su
Benavente
A la Salida de Benavente
ligero caminar, como creyéndonos del pueblo de ligoteo con peregrinas, o al menos esa fue mi impresión. “También somos peregrinos”, les dije ya casi de espaldas a nosotros. Parada en seco y mirada a los pies. Sonrisa y sensación de salvación al vernos, por el barro de nuestras botas. Hacían ver que caminábamos a la vez que ellas. Tras las presentaciones, acompañamos a las dos vascas y a la cordobesa al hostal donde dieran descanso a sus espaldas y a sus piernas. No estaríamos solos en este caminar a Astorga.
Ahogaborricos
Arroyo Ahogaborricos
Bastante fresco el amanecer y un desayuno provisional en el hostal, al que tuvimos que esperar un poco a que abriera. Poco después, nuestra despedida de la preciosa iglesia de Santa María del Azogue. Cumpliríamos con unos 22 kilómetros hasta llegar a Alija del Infantado. Cielo cubierto, con mucha amenaza de lluvia, y el uso obligado de guantes, braga y gorro, para evitar el frío, que una vez amanecido, se hizo notar. Mucha ilusión y todo empezaba bien en esta etapa de la Vía de la Plata, a pesar del continuo asfalto y las repetidas rotondas. Una gasolinera nos recordaba que estábamos en el Camino, su nombre lo decía todo. Y en poco tiempo, llegábamos a Villabrázaro. Nuestra primera parada y recuerdo la llamada de Pedro Correjaco para ver como íbamos. Al salir del pueblo, cruzar el arroyo de Ahogaborricos, conocido por ser el logo de otro peregrino ejemplar y sevillano, Pepe Koete que tiene el cartel anunciador del arroyo como avatar en esta Red.
Maire de Castroponce
Bodegas en Maire de Castroponce
Pesados los siguientes kilómetros por carretera hasta la llegada Maire de Castroponce. Es la primera vez que se ven por la Vía de la Plata las típicas bodegas zamoranas y leonesas construidas bajo tierra y con ese aspecto tan peculiar. A partir de ahí, apretar el paso ante la amenaza de negras nubes que presagiaban agua en cantidad. En pocos kilómetros otro importante punto de esta etapa: El puente de la Vizana, sobre el peregrino río Órbigo. Con mucho ánimo cruzamos el estrecho pero robusto puente de origen romano y reconstruido tras la guerra de la independencia. Momento de una segunda parada y de reponer fuerzas con alguna pieza de fruta. Ideal el paraje, por la fuerza con la que corría las aguas del afluente del gran Esla en ese lugar.
Vizana y Órbigo
Puente de la Vizana y río Órbigo a su paso
Alixanos
Los Alixanos en Alija del Infantado
Llegamos a Alija del Infantado y la lluvia respetó nuestro caminar. Ocupar una de las dos literas con las que contaba la bodega Ozaniega, al estar cerrado el albergue municipal. Al poco tiempo, la llegada de dos peregrinos más. Un profesor de química de Murcia y un empresario catalán. Nuestro temor de no encontrar alojamiento para las otras tres peregrinas que venían de camino. Sobre todo, por la chica cordobesa que aguantaba lo mejor que podía una tendinitis en su tobillo. A su llegada, totalmente empapadas por aquella nube que descargó una tremenda granizada sobre ellas, el dueño de la bodega se brinda a ofrecer alojamiento en una casa rural
Alija del Infantado
Alija del Infantado
cerca del pueblo. Tras una buena comida, el paseo por la primera localidad leonesa de la Vía de la Plata, con un grupo de buenos peregrinos. Otra singularidad, fue la figura de dos Maragatos bajo el reloj del ayuntamiento. Bonito paseo por sus murallas y por sus casas porticadas que aliviarán del frío invierno a los del lugar.
Pero si hay algo que destacaría de este paseo fue la inmejorable conversación con Estrella. Me contó las vivencias de sus innumerables Caminos a Santiago, en especial de aquel que hizo casi desde Suiza. Me hacía ver lo difícil de peregrinar por otras tierras, sin albergues y pasando hambre por no encontrar donde comer. Me impresionaba como muerta de hambre mantenía dos cerezas en su mochila para aguantar con algo de comida y no perder la esperanza de llevarse algo distinto a la boca. Si se las comía, ya no tendría nada. De cómo, en determinados momentos, se le llegó a pasar por la cabeza el comer la hierba del campo al no poder resistir más. Hablamos de la familia, del amor, del trabajo, de los avatares de la vida y de lo más importante que se nos cruzó
Alija del Infantado
Soportales de Alija del Infantado
a los dos en nuestros caminos: Nuestros hijos. El milagro del Camino creaba esa hermandad y esa amistad con alguien conocido horas antes que creo que sólo el que peregrina a Santiago puede entender. Amistad que, a pesar del tiempo pasado, continúa en nuestros días. En pocas semanas aterrizará por tierras sevillanas para iniciar su caminar desde esta ciudad y tendré el placer de charlar de nuevo con ella.

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