De Guillermo Rodríguez Bernal

domingo, 3 de julio de 2022

Ourense.

Monasterio de Santa María Xunqueira de Ambía

Las diez y diez de la mañana nos marcaba el reloj del monasterio de Santa María. Mi deseo de volver a caminar por el sanabrés se hizo realidad aquel 19 de junio de 2022. Se retomaba un camino que quedó entre dormido y aletargado pero nunca olvidado. Once años largos después retomaba mi antigua credencial y volvía a caminar por tierras de Ourense bajando la cabeza al recuerdo e iniciando esas etapas finales que me llevarían a Santiago con cabeza alta. Pedro Correjaco se convertía en testigo fiel de mi vuelta tras la espera y nos enfrentábamos con mucha ilusión a los casi 128 kilómetros que marcaba el mojón gallego al inicio del camino en la salida de Xunqueira de Ambía.

Saliendo de Xunqueira
Saliendo de Xunqueira de Ambía
Nuestras flechas amarillas nos llevaron por sendas acompañadas de helechos y arboleda hasta el río Arnoia, cuyas aguas llevaron el encargo al Miño de nuestro paso por allí. Después demasiada carretera y el paso por distintos núcleos poblacionales de casas dispersas, donde costaba distinguir el final de unos y el principio de otros. Mi nuevo calzado parecía responder a pesar de la rigidez de la suela del primer día y, en nuestra primera parada en el Bar Manuel de Penelas, comprobar que mis pies lo aceptaban como acompañante en este arranque.

Camino de San Cibrao
Camino de San Cibrao
El aire empezaba a acompañar algo de agua que se secaba pronto al caer. La mirada al cielo hacía pensar que podría llover con más intensidad y decidimos ponernos protección. Dicho, hecho y escampar, como suele ser normal cada vez que te proteges con el capote. Así andábamos por Pereira, cuando decenas de coches aparcaban donde podían cerca del bar que había colocado una pulpeira en la acera de enfrente. Se nos abrió el apetito en el momento que el agua empezaba a apretar y el aire a soplar con fuerza. A  eso se unía el caminar entre las naves industriales del polígono de San Cibrao. Estaba todo cerrado al tratarse de domingo, a excepción de una especie de brasería-pulpería donde comimos lo mejor que pudimos. No fue sitio para recordar pero nos dio las fuerzas necesarias para terminar lo que empezamos aquella mañana.

Camino de Seixalbo
Camino de Seixalbo
Entre carreterines, huertos y la capilla de Santa Agueda, que me trajo recuerdo de una buena amiga del Rosal de la Frontera, llegamos a Seixalbo. Junto con ese anhelo mágico del comenzar el primer día, fue lo mejor de nuestra etapa. Las fachadas de sus casas, el ambiente y el haber dejado de llover pudo haber sido el final de nuestro caminar de hoy, si no fuera porque teníamos que llegar a la capital de la provincia. En su rúa Maior, un cruceiro precioso y restos de la celebración del Corpus días atrás, nos veían llegar y partir sin descanso.

Rio Barbaña

Fue el río Barbaña el que nos dio la bienvenida a la ciudad de Ourense, “Luz da Humanidade”. Junto a él, perdernos por sus calles sin rastro de flechas y guiándonos por la intuición. Ya alojados, vino la cena con una buena amiga peregrina de la ciudad. María Dacuña cierra este primer post de mi retorno al Sanabrés, a la que se lo dedico por estar siempre pendiente de todo lo relacionado con el Camino y los peregrinos que pasamos cerca de su casa.

Ourense
En Ourense con María Dacuña



2 comentarios:

  1. Que va a decir tu compañero de camino de tus palabras... que eres un poeta escribiendo.. que lo he pasado de maravilla y que has sido un excelente compañero de camino un poco gruñón pero bueno a condición de que pueda dejar la luz encendida un rato para escribir mis notas al acostarme y no irme al cuarto de baño, volveré a caminar contigo cuando quieras... si quieres claro. Gracias Willy.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Ha sido un buen caminar, Pedro. Hemos ido a nuestro aire, no he sufrido ni siquiera músculos cargados ni rozaduras. Todo genial.
      Pendiente queda subir de Córdoba, que lo inicié contigo en Málaga y tenemos que culminarlo. Ya iremos buscando fechas.

      Eliminar