De Guillermo Rodríguez Bernal

miércoles, 6 de julio de 2022

Cea.

Puente Romano
Puente Romano sobre el Miño en Ourense
A las siete y veinte de la mañana ya teníamos desplegados nuestros bastones, el estomago contento por el desayuno recibido y la rúa do Progreso bajo nuestros pies para despedirnos de la ciudad que nos dio cobijo aquella noche ya apagada. Pasábamos casi inadvertidos a las personas que iban y venían por sus quehaceres diarios. El puente romano de Ourense me ayudaba a cruzar el último río importante en nuestro caminar desde Sevilla, mientras de lejos el Puente del Milenio miraba con envidia a su abuelo y la tranquilidad de los que la transitábamos en esa mañana recién despertada. Atrás quedaron el Guadalquivir, el Guadiana, el Tajo y el Duero, sin olvidar afluentes tan carismáticos y peregrinos como el Esla y el Tera. Se empezaba a sentir la cercanía a nuestra meta final, aunque aún quedaran jornadas pendientes.

Camino de Casa Cesar
Como si lo hubiéramos hecho hace doce años, fue seguir de frente dejando a un lado ese camino “oficial” que nos llevaba a Santiago por Sartédigos. Camino de Vigo por el arcén de la N-120 afrontábamos la temida subida de Costiña de Canedo. Ese kilómetro y medio puso a prueba nuestro temple en dar el paso, nuestro pulmones al caminar y si el desayuno madrugador fue el justo y necesario. Pesan los años y los kilos, pero tanto caminar durante años nos hizo alcanzar Cima da Costa con las energías casi intactas y una sonrisa en el gesto. A partir de aquí el asfalto y los coches del día anterior, y de nuestro inicio de hoy, se convertía en tierra y arboleda primero y un carreterín después que nos llevaba a las arañas peregrinas de Casa Cesar. Nos lo encontramos cerrado. El que ya no fuera camino oficial y la crisis por el Covid harían que fuera a buscar alternativas a su vida. Una pena.

Casa Cesar
Casa Cesar
Corredoira
Camino a Mandrás
Daba comienzo lo mejor del día de hoy. Pista de tierra arbolada que se convertía en corredoira entre muros cargados de musgo y una vegetación que te envolvía al caminar. Embrujaba aquel lugar del que no querías salir. Un silencio roto únicamente por el trino de los pájaros y los de nuestros pies al dar el paso, que nos duró unos treinta minutos únicamente y que hubiéramos querido que durara una eternidad. El puente sobre el río Barbantiño nos ayudaba a pasar a Mandrás y allí su bar nos daba el pequeño respiro necesario para cubrir los aproximados seis kilómetros que nos quedaban.
Cercanías de Pulledo
Cercanías de Pulledo

Torre del Reloj
Base de la Torre del Reloj de Cea
Después del reposo, continuar por esos caminos donde se turnaban arboledas y parcelas de particulares, cruzando localidades como Pulledo, con las típicas estampas de hórreos y casas de piedra, y Casas Novas, donde nos encontramos al bar O’Campo cerrado también. Nuevo fiasco de Pedro del lugar donde gustaba tomar un vino blanco antes de acabar. En nada, Cea se nos abría a nuestro paso. Su famosa torre del reloj parecía esperarnos, su plaza maior y su casa de concello nos daba la bienvenida y en el bar Plaza nos tomamos esos vinos acompañados de viandas del lugar y la conversación sana, amena y sincera de tanto de nuestro barman particular como de los que nos acompañaban en ese momento. Buena jornada la de hoy.
Plaza Mayor de Cea
Plaza Mayor de Cea


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