De Guillermo Rodríguez Bernal

lunes, 11 de julio de 2022

A Xesta.

Saliendo de Cea
Saliendo de Cea
Junto a la pequeña tapia del campo de futbol, despedimos a Cea aquel martes veintiuno de junio. Dejábamos atrás ese pequeño pueblo con olor a pan y afrontábamos lo que sería la etapa reina de esta última salida a nuestros Caminos a Santiago. Se vaticinaba lluvia al 100% durante todo el día y teníamos por delante el afrontar casi treinta kilómetros con tres subidas a recordar. Estábamos en Galicia, no hay otra.

Camino de Oseira
Camino de Oseira
A pesar del pronóstico, la ausencia de lluvia mañanera nos dejó disfrutar de un caminar tranquilo sobre tierra mojada, muretes de piedra cubiertos de musgo y una arboleda que nos envolvía a los dos durante una hora más o menos antes de salir a la carretera comarcal. Todo en esa primera subida que no cansaba pero que era larga y constante. Luego, sobre el asfalto, más subida hasta llegar a un nivel donde se apreciaba magníficamente, ya arriba, aquellas laderas tan verdes que eran un placer para nuestros sentidos. El chófer de un pequeño autobús nos daba los buenos días allí parado, como si esperara a alguien y sin prisas ante aquel panorama natural que deslumbraba hasta al más acostumbrado.

Ventela
Capilla de Santa Isabel en Ventela
Ahora tocaba la pesadez de llanear por la OU-0406 con el único aliciente de la Capilla de Santa Isabel en Ventela a mitad de camino y nuestro monasterio de Oseira al final. Pues sí, tres penosos kilómetros con la recompensa de llegar a aquella joya del Cister del siglo XII. Sabiendo cómo era la jornada de hoy tocaba descansar y, ya de camino, esperar a que abrieran a las diez para tener el sello de ese lugar tan peregrino. Como no, aprovechar dicho escenario para felicitar a los Luises y las Luisas que forman parte de mi círculo de buenos amigos.

Oseira
Monasterio de Oseira
Mirador de Oseira
Desde el Mirador de Oseira
Tocaba subir nuestro segundo puerto del día. Por un cómodo asfalto primero, hasta llegar a un mirador donde el cenobio resplandecía entre tanto verde, y por camino pedregado que te hacía ir despacio y no cansarte mucho con su pendiente. Lo primero que se pasa por la mente era ver como hubiera sido hacer ese tramo con la lluvia pronosticada. El recuerdo en plena subida de la llamada de nuestro buen amigo y mejor peregrino Pablo Grande, siempre pendiente de nosotros los días que estuvimos caminando. Se superó sin dificultades y, arriba del todo, dos detalles: las típicas vacas llevadas a pastar, teniendo como vaquero a un muchacho con cuatro por cuatro (dejamos atrás aquellos que iban con su palito y sus botas de agua). Por otro, el maravilloso paisaje desde la altura que teníamos a nuestra vista.

Camino de Outeiro
Camino de Outeiro de Coirás
Dura la bajada, por un estrecho y pedregoso sendero, que ponía a prueba nuestros tobillos. Ayudados por nuestros bastones cruzábamos Vilarello primero y Carballediña después, para llegar por carretera a Outeiro de Coirás. Dejabamos atrás la provincia de Ourense y empezamos Pontevedra. Y para estrenarnos es esta nueva provincia, nuestra tercera subida del día. Una pista más ancha y bien asentada seguía endulzando la magnificencia de la jornada de hoy. Qué bien se camina sin prisas.

San Salvador de la O
Iglesia de San Salvador en Castro Dozón
Después carretera, obras en ella de acondicionamiento y segunda parada importante en Castro Dozón. Refrigerarnos un poco y comprobar que, después de los veinte kilómetros que llevábamos, el cansancio no había hecho mella. La parada fue rápida y la visita entre sus calles y de la iglesia de San Salvador fugaz. Delante de nosotros se abría el valle del Deza pasado Santo Domingo. La parrillada Alonso, pegada a la carretera era el sitio ideal para la comida del día. Buen menú y mejor precio en un lugar lleno de camiones y furgonetas de reparto.

Camino de A Xesta
Camino de A Xesta
El comer repone y aquella comida nos dio las alas necesarias para llegar a Pontenoufe y de allí a A Xesta. Se culminaba una jornada preciosa y muy peregrina. Falló el pronóstico de lluvia, durante el tiempo que estuvimos caminando, y aquel miedo inicial del recorrido fue satisfactoriamente olvidado. Nubes amigas que esperaron a que termináramos para descargar, hasta la mañana del día siguiente, el agua que no cayó durante la mañana. Todo había salido bien aquel día y ya nos restaban menos de 60 a Santiago.
Cerca de A Xesta

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