De Guillermo Rodríguez Bernal

sábado, 8 de septiembre de 2012

Bizkaia. Gernika, Lekeitio, San Juan de Gaztelugatxe y unos pintxos de gildas.

José María de Iparraguirre
“Allí os tengo que llevar yo” nos decía Estrella, nuestra buena amiga y cicerone por unos días, cuando nos referíamos al inicio de ruta que hoy os escribo. Fresca era la mañana en Gernika, a las 10 de la mañana abrían la Sala de Juntas y todavía teníamos unos minutos para saludar a José María de Iparraguirre, autor del Gernikako arbola, canción que se convirtió en un himno para el pueblo vasco. Puntual se abrió la cancela de aquel lugar lleno de simbolismo, donde los Señores de Bizkaia juraban respetar los fueros a los pies de un roble. Lugar donde también juran el mismo respeto a los fueros  los  Reyes  de  España,  desde  Fernando  el
Viejo roble de Gernika
Católico hasta el actual. Y lugar donde actualmente los Lendakaris prometen cumplir con su cargo. Diferentes generaciones de gobernantes para diferentes generaciones de robles, siendo el actual retoño del anterior. Y a sus sombras se reunían en antaño las juntas Bizkainas convocadas a golpe de bocina de cuerno desde los montes Sollube, Gorbea, Kolitza, Oiz y Ganekogorta, en tiempos en que todo podría parecer más sencillo.
Tras despedirnos del gran roble, un paseo por el parque de los pueblos de Europa, donde destaca el Gure Aitaren Etxea, monumento a la paz hecho por Chillida. Después salir y visitar la iglesia de Santa María, de lo poco que quedó en pie tras aquel ruin bombardeo, que tan bien reflejó nuestro ilustre malagueño. Y despedirnos de aquel trocito de mundo en el que se respira tradición, cultura, sentimiento y pureza vasca. Nunca lo olvidaré.
Mural del cuadro de Picasso y arbol de Gernika
Mundaka
Tocaba tirar para la costa y nuestra primera parada fue en la playa de Laga. Pequeña pero amplia y estar rodeada de roca le daba un encanto muy especial. Pero no era día de baño, teníamos que continuar, con lo que seguimos hasta llegar a la ría de Gernika con el Parque Natural de Urdaibai al fondo, al que casi se podía llegar caminando al estar el mar con marea baja. Al otro lado, a lo lejos teníamos Mundaka.  Algunas fotos y bastantes moras de una zarza  a  pie  de  carretera
Elantxobe
con su fruto bastante maduro. A la vuelta, la isla de Izaro, aquella que tanto vimos en el comienzo de algunas películas españolas. Foto desde el coche y continuar hasta Elantxobe. En la misma cuneta de la carretera de llegada al pueblo, teníamos una entrada para el coche que nos hizo apreciar el bello emplace en el que está situado, recordándonos al de Tazones en la costa asturiana. Rápida la visita para llegar a otro punto importante de nuestro itinerario. De camino, fallido intento por ver el pueblecito de Ea. Sólo, y desde el coche, pudimos ver alguna calle estrecha y los típicos y coloreados balcones de por aquí. El tener que aparcar a más de un kilómetro y en la cuneta de una estrecha carretera, hizo que desistiéramos. Queda pendiente para la regreso por estas tierras.
Lekeitio
Lekeitio estaba en fiestas. San Antolín hacía salir a la calle a todo el pueblo. Por grupos se disfrazaban de todo lo imaginable y que la creatividad lekeitiarra permitía, que era mucha. A pesar de los problemas de tráfico encontramos buen aparcamiento y nos dirigimos al puerto paseando por un costado de su impresionante basílica de la Asunción. Después, la que fue casona de la Emperatriz Zita, con una triste historia contada por Estrella y por una abuela del lugar. Bellos los jardines del hasta ahora hotel y bellos los paisajes desde su terraza. Acabar en el muelle con la algarabía propia de las fiestas y un buen bocadillo en uno de sus espigones con vistas a la preciosa isla de San Nicolás, a la que todavía se podía acceder caminando. Tras comer, volver entre sus calles. Estrechas, con casas marineras y San Pedro cuidando de ellas, hasta salir de nuevo a la marabunta de gentes disfrazadas por todos lados. Se hacen notar los vascos en fiestas.
Fiestas de San Antolín
San Juan de Gaztelugatxe
Teníamos que quemar las calorías del bocata con lo que, después de volver a Gernika atravesando una sinuosa carretera rodeada de arboleda, nos dirigimos hacía San Juan de Gaztelugatxe. Antes, parada obligatoria tirando por el tortuoso camino al cabo Matxitxaco, ejemplo destacado entre los que existen en la península cuando íbamos al cole. Un faro antiguo y otro más moderno abajo, nos da la bienvenida. Mirando hacia el oeste a contra luz, al tener al astro rey queriendo dormir, el islote de San Juan se veía aún más pequeño de lo que es en realidad, o al menos esa fue mi impresión. Volver a la carretera y dejar el coche en el segundo aparcamiento para acceder a la ermita.  Después  de  una  caminata de un
San Juan de Gaztelugatxe
par de kilómetros, la llegada a los primeros escalones. Nos quedaban unos 230 escalones en subida que puso a prueba el corazón y los pulmones de algunos, que los subían poco a poco con mucha constancia. Arriba, las maravillosas vistas de aquel precioso atardecer de la costa vasca.
Por último, y de regreso a casa, parar en Bakio. En un bar tomar una bebida que tiene allí denominación de origen. El fresco Txakolí nos vino acompañados de unos pintxos de gilda.
Atardecer de la costa vasca desde San Juan de Gaztelugatxe

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5 comentarios:

  1. Completo y detallado reportaje de estos dias por el hermoso pais vasco. Magnificas las fotosd y solo me faltan las del Txacolin y de los pinchos de gilda.
    Como siempre, insuperable, compañero. He estado al leerte, acomnpañandote por estas tierras.
    Un abrazo.

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  2. Gracias Armand.Al txacolin y las gildas no dió tiempo de hacerle la foto. Como estaban amigo.

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  3. Magnifico mirador es Bakio, donde degustaste el Txakoli que no TxakoliN

    Supongo conocerás que Guernika es Camino de Santiago, aunque no aportas ninguna foto Jacobea, que hitos y flechas pueden verse diseminadas por el pueblo

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    1. Corrijo ahora mismo, amigo. Sí, sé que es camino, pero eso lo dejo para cuando pase como peregrino, que seguro que será diferente.

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    2. Este año habrá en Gernika Albergue de Peregrinos de donativo, (solo un mes... algo es algo) ojala años próximos se pueda volver a abrir...

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