De Guillermo Rodríguez Bernal

domingo, 19 de agosto de 2012

Somiedo. Pola, Lagos de Saliencia y unas cabañas de teito.

Parque Natural de Somiedo
Tengo a Asturias como la zona geográfica con mayor diversidad natural dentro de la península y nuestras islas. Dormíamos en un pueblecito cerca de Gijón, hablamos de septiembre de 2006, y aquel domingo le tocó a parte del parque natural de Somiedo. Para pasar el día, íbamos con bocadillos y bebidas porque nos habían hablado de dos buenas rutas de senderos por aquella zona: La senda que llevaba al Lago
del Valle y la de los Lagos de Saliencia.
Museo Etnográfico de Pola de Somiedo
La llegada a Pola de Somiedo ya nos sirvió de introducción sobre la maravilla donde estaba enmarcado este pueblo y todas esas tierras que conforman este Parque Natural. Primero de todo, acercarnos a la tranquila oficina de turismo para que nos informaran y aconsejaran de como eran las dos rutas. De la primera de ellas, nos dijo que era la más visitada. Teníamos que coger una carretera que salía de allí mismo y que acababan en el Pueblo Valle de Lago. Ahí comenzábamos a caminar hasta llegar al Lago. La otra estaba bastante más lejos por carretera
Maqueta de cabaña de teito
y luego había que coger un camino de tierra no muy recomendado para el coche, hasta llegar al inicio del Camino a los lagos. A pesar de todo nos decantamos por esta segunda opción. Antes de nada, nos recomendaron que visitáramos su eco-museo, un etnológico situado en una de las callecitas que salía del pueblo hacia algún lado. En él, un hórreo asturiano nos da la bienvenida, y dentro todos los aperos y utensilios de carpinteros, herreros, madreñeiros, cesteros y filanderas, perfectamente colocados y con la información necesaria sobres las artes de uso.
Cabañas de Teito en Veigas
Después de la visita, dirigirnos hacia el este por la carretera de Saliencia que lleva al inicio del camino a los lagos. Antes, parada en el pueblo de Veigas. Allí, un señor nos enseña lo que fue años atrás su casa. Eran dos cabañas de teito que se conservaban con todos los enseres de aquellos lugares para vivienda y para cobijo de ganado. Magnífica explicación la de nuestro amigo, de la forma en que se colocan las ramitas de teito hasta formar esa cubierta tan impresionante y de las ventajas de su utilización para proteger de la lluvia y de la nieve. Nos hablaba de su forma de vida en tiempos, y de cómo los animales estaban en la parte baja de aquel edificio y ellos vivían arriba. Muy parecidos a aquellas casas visitadas hace años en la Alpujarra granadina.
Camino al alto de la Farrapona
Continuar nuestra carretera, con excepcionales vistas, y pasando por numerosas aldeitas con contadas casas, hasta llegar a Saliencia. Allí tomar el consabido camino de tierra que se encontraba con un estado firme pero con mucha piedra suelta. Interminable se hicieron estos kilómetros hasta llegar al alto de la Farrapona, en la misma frontera con León, donde se dejaba el coche y se iniciaba nuestro paseo. Después de un rato caminando e intentando buscar la guarida de ese oso somedano, pretexto para hacer mas amena la caminata a mi hija de seis años, un helicóptero de lucha contra el fuego nos avisaba de algún incendio cercano y del primero de nuestros lagos. Era el lago La Cueva y su situación hacía que tuviéramos que bordearlo, con lo que gozamos del emplace en
Lago La Cueva
que estaba situado desde todos los posibles puntos de vista. Además, nos sirvió de escaparate para el primer descanso y de dar cuenta de los bocadillos con los que cargábamos. Después de reponer fuerzas, empezamos con la primera subida fuerte. Pareces dejar atrás el lago cuando vuelves y empiezas a zigzaguear, subiendo a una altura importante. Desde allí, nuestro lago de La Cueva se veía más bello aún.
Dejándolo atrás, fue caminar un poco y aparecer un cruce, donde el camino de la derecha te lleva al Lago del Valle y el
Lago Cerveriz
de la izquierda al lago Negro. No pensábamos llegar al del Valle pero continuamos por él porque al poco tiempo tendríamos al lago Cerveriz a nuestros pies. Y poco más pequeño, pero con una vista que impresionaba por todo lo que lo rodeaba. Tras las fotos oportunas continuar para, dando un rodeo, llegar al lago Negro. El acceso era entre piedras de difícil caminar, que hacía ponernos a prueba sobre nuestro equilibrio. En algunos tramos, te tenías que agachar y ayudarte con las manos para evitar posibles torceduras o caídas. Era mucho más grande que los otros dos. Precioso. Tan sólo quedaba tomar el camino de vuelta. Para ellos cogimos aquel que dejamos para seguir hasta Cerveriz y acabamos de nuevo en las impresionantes terrazas que daban al lago La Cueva, esta vez en bajada.
Lago Negro

Braña La Campa
Camino de vuelta con el coche, y antes de salir de esa pista de tierra, nos encontramos con un grupito de cabañas de teito al margen izquierdo de nuestra marcha. Un pequeño cartel de madera marcaba el lugar como Braña La Campa. Y allí estaban todas. Se veían separadas unas de otras como por parcelas. Algunas, abandonadas, mantenían todavía parte de esa estructura de maderas que mantenía el tejado. Otras, mejor conservadas, se ven como refugio de pastores, al tener las puertas cerradas con un simple candado. Fue darse una vuelta y volver a la carretera para despedirnos de Somiedo. Por supuesto, con El Deseo de Volver siempre latente, para poder disfrutar de tanto que nos quedó por ver de aquella primera y única vez en el Parque Natural de Somiedo. Esperemos que esta vez nuestro amigo el Oso somedano se deje ver.
El reencuentro con el Lago La Cueva, en el camino de vuelta

3 comentarios:

  1. Impresionante, el lugar o lugares, la narrativa y las fotos... muchas gracias. Una pregunta ¿cuantos fuisteis?

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    1. Los tres. Isabel, Isa y yo. Cuando llegamos allí, un matrimonio mayor a la vez nuestra. Se quedaron en el primer lago. Y un coche aparcado un poco mas adelante de una pareja joven que ya venían de vuelta.
      ¿Como fue el Mulhacen?

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  2. Recibido hoy este mensaje había ido a spam, ya está arreglado, cada día se ven cosas nuevas en estos sitios... vaya que palizas te hacían tus damas, eso si que es algo maravilloso... ¡Que envidia! El Mulhacén una gran experiencia, como escribía en algún sitio ver el Mulhacén y morir ja ja...

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