De Guillermo Rodríguez Bernal

jueves, 16 de febrero de 2017

La ciudad de Girona.

Girona
El río Onyar desde el Pont de Pedra
Fue el garbancero de Galdós el que me hizo descubrir Girona. Aquella edición de su episodio nacional, me mostraba imágenes de viviendas sobre un río, narraba el sufrimiento de una ciudad sitiada por los franceses y me contaba algo sobre la historia de unas moscas. El Pont de Pedra me abría las puertas al casco antiguo de aquella ciudad, me ayudó a salvar el Onyar y a volver a encontrarme con esa preciosa estampa de casas a pie de río, que antes sólo vi en las fotografías de aquel libro. Era temprano y tenía todo el día para disfrutar de ella.
París
París sobre los techos de las Ramblas en Girona
Al cruzar, encontrarnos con Las Ramblas. Árboles, arcos y entremezclarnos entre las gentes que la pululaban caminando, trabajando o disfrutando de un desayuno en alguna de las muchas cafeterías que tenía. Pintado en una de las bóvedas que formaban los arcos, un mapa de una ciudad llama mi atención. Se trata de París dibujado sobre ella. En tiempos, la tienda que correspondía a aquel arco, vendía productos franceses y decoró su entrada con el plano de la capital gala como reclamo publicitario. Luego perdernos por callejuelas estrechas y pequeñas plazas con nombre de las Herrerías, del Vino, de los Mercaderes, de los Bebederos, de las Rosas, de las Castañas y de aquellos gremios que seguro de daban vida tiempos atrás a toda aquella parte de la ciudad.
Sant Martí
Pujada de Sant Martí
Disfrutando del caminar, me topo con la Pujada de Sant Martí que me lleva a su iglesia. Durante el mes de mayo se celebra la Girona Temps de Flors, donde toda la ciudad, y esa escalinata en particular, se llena de flores creando formas y dando color con un gusto exquisito a cada rincón que se visita. Un poco más adelante entramos en la judería. Pequeñita y de las que mejor se conservan en la actualidad, teniendo algunas de sus casas la misma estructura que en su día le dieron los que allí moraban. Se trata de la parte más antigua de la ciudad, lugar donde se asentó el pueblo romano.
Catedral de Santa María
Claustro y lecho de la Virgen María en la catedral de Girona
La Carrer de la Força, atraviesa la judería y desemboca en la Plaça de la Catedral. Delante de mí nace una impresionante escalinata, que me hacen llegar a la enorme fachada de la catedral de Santa María. Tocaba hacer piernas para subir y luego para visitarla. Dentro llaman la atención un precioso claustro, el lecho de la Virgen María y una enorme nave central que dicen que es la mayor del gótico europeo. Después de la visita, bajar por la Pujada de Sant Feliú para visitar la iglesia que le da nombre a la subida.
Sant Feliu
Sant Narcís e Iglesia de Sant Feliú
Aquí nos paramos un poco para hablar de Sant Narcis, con una historia digna de mencionar. Sant Narcis es el santo patrón de Girona y fue obispo de la ciudad haya por el siglo IV. Este hombre obró el milagro de salvar a la ciudad bastantes siglos después de muerto. Los franceses tenían asediada la ciudad sobre finales del siglo XIII y profanaron la tumba del santo, que estaba en esta iglesia de Sant Feliu. De ella salieron miles de moscas que mataron, según cuentan, a cuatro mil caballos y a veinte mil soldados al contagiarles la peste, sin que hicieran daño alguno a los nativos de aquellas tierras. Por lo visto, la leyenda se siguió repitiendo en el XVII y a principios del XIX, siempre sobre invasiones no deseadas de los vecinos al otro lado de los Pirineos.
Sant Pere
Catedral y Sant Pere de Galligants desde los Jardines John Lennon
Seguimos adelante y, volviendo sobre nuestros pasos, llegamos a los baños árabes, que bien merecen una parada. Y como saliendo del casco antiguo, cruzando el río Galligants, me topo con unos jardines dedicados a John Lennon. Inesperado encuentro con uno de mis ídolos musicales, dando nombre a un parque. Desde la calma de sus setos, las preciosas vistas de la catedral y del monasterio de Sant Pere de Galligants. Justo enfrente al monasterio, la coqueta iglesia de Sant Nicolau.
La leona
"Sólo podrás volver a Girona, si has dado un beso al culo de la leona"
Se acababa la jornada y se cerraba el círculo volviendo de nuevo al Onyar. Lo cruzaba por el Pont de Ferro, diseño del mismísimo Eiffel, volvía a maravillarme con esas casas de colores a pie de río y me tomaba un helado en Rocambolesc, esa pequeña heladería de ensueño creada por Jordi Roca. Pero antes de todo eso, la visita obligada a una leona, que me encontré como recordaba de alguna foto, agazapada a su columna de piedra calcárea. Para cumplir con el ritual y que no se diga, subí las escalinatas metálicas que me acercan a su culo y lo besé. Era mi forma de decir lo encantado que quedé de la visita a esta capital catalana que me enamoró y como “sólo podrás volver a Girona, si has dado un beso al culo de la leona”, allí quedó patente mi deseo de volver. Espero que sea pronto, "por si las moscas".
Girona
Río Onyar en Girona

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2 comentarios:

  1. Buenas tardes Guillermo. No sabía que Girona tuviese cosas tan interesantes que visitar. Me ha encantado las fotos y el texto. Espero ir pronto a Cataluña :D

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    1. Cataluña tiene mucho que mostrar, Delia. Cualquiera de sus cuatro provincias tienen sus bellezas particulares. Lleida, teniendo al norte todo el Valle de Arán, Girona con las comarcas de Ripollés, Garrotxa y toda la costa brava. Barcelona como capital. Y Tarragona empezando por su ciudad, con toda su costa, la sierra de Montsant y el Delta del Ebro. Toda una maravilla.

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