Sant Pere de Rodes |
Algo ha traído bueno el asesino virus venido de oriente. El encierro
forzoso me obliga a retomar mis escritos después de un tiempo olvidados. Y mi
cabeza se va al recuerdo de la Costa Brava catalana. Mi segunda visita al mar,
en aquellas vacaciones de 2015, la comienzo desde un lugar inigualable. Con el
cabo de Creus, la bahía de Llançà y el
Port de la Selva como testigos, mis piernas me llevan por aquel camino
de tierra que hace encontrarme con el Monasterio de Sant Pere de Rodes, que se
alza majestuoso sobre la falda de la montaña de Verdera. Nada se quedó por ver
gracias al buen trabajo de señalización de los responsables de aquel monumento
histórico-artístico
nacional. Todo impresiona en aquel paseo entre las piedras
de aquella construcción del románico catalán. Su claustro interior y el
exterior, su vigorosa torre defensiva, su vistoso y detallado campanario, su enorme
iglesia, las celdas donde descansaban los que allí moraban… Todo te hacía tener
los ojos muy abiertos mientras tu mente trataba de imaginar cómo sería la vida
entre aquellas paredes. A la salida una pequeña edificación estaba señalada
como Hospital. Allí reponían fuerzas aquellos que buscaban hospitalidad a su
paso por aquel lugar en peregrinación. Ya en el aparcamiento, nos decía adiós
desde las alturas las ruinas de la Iglesia de Santa Helena de Rodes, que allí
seguirá con una de las vistas más relajantes de aquellas tierras.
Hospital de Sant Pere de Rodes |
Dalí y yo |
Cadaqués desde la Iglesia de Santa María |
Asclepio en Empuríes |
Empuries |
Castillo Palacio de La Bisbal |
Pont Vell, Iglesia de Santa María y Paseo de La Bisbal |
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