De Guillermo Rodríguez Bernal

lunes, 31 de octubre de 2016

Markina-Xemein.

Camino Ucles
El Camino de Uclés en la antigua estación de ferrocarril de Deba, hoy albergue
Creo que ya estaba despierto, cuando sentí a José Manuel dándome un toque en los pies avisándome que ya era hora de levantarse, siempre ha sido mi despertador mañanero por lo dormilón que suelo ser. Lo dejamos todo medio recogido la noche antes, con tal de no hacer ruido por la mañana. Algo de agua sobre la cara, peinarme un poco, terminar de arreglar la mochila y desayunar lo que compramos la tarde antes en un supermercado en la plaza de Deba. Una peregrina se desperezaba en los sillones de la sala de estar donde había dormido, se ve que no soportaría ronquidos por algún lado o el poco espacio entre literas del albergue le produciría algo de agobio. El último vistazo por si nos dejábamos algo y venirse a la vista, allí colgada en el centro de una de las paredes, una de las placas de las que Manuel Rossi suele hacer sobre su apreciado y cuidado Camino de Uclés.
Ermita del Calvario
Ermita del Calvario de Maia
A nuestros ojos se avecinaba lo que creíamos como etapa reina por tierras vascas, con lo que salimos prudentes de aquella antigua estación de tren muy temprano, todavía sin amanecer. Pasadas las vías, el puerto y cruzado el río por su puente, empezó aquella jornada como muchas otras, alumbrando con el frontal a la búsqueda de la flecha amarilla que nos ayudara con el camino a seguir. Rampas de cemento primero y sendero de tierra después, empezaron a poner a prueba si el desayuno fue el correcto y si mi tobillo se encontraba en situación de arrancar, después de lo maltrecho por las torceduras de los días anteriores. Con nuestro constante caminar y ya amanecido, pronto teníamos delante nuestra la ermita del Calvario de Maia y una altura considerable para tener unas vistas preciosas del Cantábrico, quizás las últimas en unos días.
Camino a Olatz
Camino a Olatz
Olatz
Olatz
A partir de ahí seguir subiendo, por estos caminos vascos a los que acabamos acostumbrándonos, hasta llegar a cierto nivel y comenzar a bajar buscando Olatz. Allí, sentado sobre algo, el peregrino que quizás salió delante nuestra del albergue. Medio en broma, empezamos a decirle que tomábamos la delantera y éramos los primeros, como si de una carrera se tratara, con las consiguientes risas del chaval aunque no tuviera yo muy claro si entendía lo que le decíamos. Lo que sí veíamos nosotros era el paraíso por donde caminábamos en ese momento. El verde de aquellas montañas, esos caseríos dispersos por toda la zona y ese silencio roto por el canto de algún pajarillo, el mugido de alguna vaca y el chocar de nuestros bastones sobre el asfalto, eran reflejo del bienestar y lo sano con que se tenía que vivir por estas tierras.
Dejando atrás Olatz
Dejando atrás Olatz
Subimos de 0 a casi 350 metros de altitud, un poco de tregua bajando hasta Olatz y empezar a subir de los 200 metros en los que estábamos a los 500 que teníamos que alcanzar. Los años hacen que la experiencia en el caminar se acentúe en momentos como éstos. Paso corto, serenidad y paciencia hacía que la altura se venciera sin el mínimo ahogo y con la pérdida de fuerzas justa. La gran cantidad de pinos nos oxigenaba y la tranquilidad de lo que nos rodeaba ayudaban a no sentir cansancio en ningún momento. Pronto nos encontrábamos coronando y con todos aquellos cerros a nuestros pies. Sólo el que ha caminado entre montañas, sabe lo que se siente en ese momento y nosotros volvíamos a sentirlo allí, donde estábamos.
Entre montañas
Entre montañas
Unos seis o siete kilómetros nos duró nuestro paraíso de aquella jornada y ya se avecinaba el fin del Camino por hoy. Antes, y para que no se nos olvide que estábamos en Euskadi, otra vez hacia arriba por una fuerte rampa, estrecha y pedregosa que nos llevaba al punto donde se verían las primeras casa de Markina-Xemein. Todo lo que habíamos subido lo bajamos de golpe y, esta vez, sin porrazo, menos mal. De nuevo paso corto e hincar bien el bastón para ayudar a que no se quejen las rodillas. Muy pesado y largo se hizo el descenso y tengo que reconocerlo, no me gusta bajar, es querer y no poder.
Markina-Xemein
Iglesia de San Miguel de Arretxomaga en Markina-Xemein
Y llegamos a Markina. Ya me advirtieron, tanto mi amigo Fernando Iglesias como mi querida “Estrella”, que intentara por todos los medios entrar en la iglesia de San Miguel de Arretxinaga, que encontraría un tesoro dentro. Pues sí, sorprendidos nos quedamos ante tan original interior. De las pocas veces en la que el retablo estaba antes que la misma iglesia se construyera, por su composición. Continuar camino del convento de los Padres Carmelitas donde tendríamos el descanso de hoy. Solía estar cerrado para estas fechas pero la ayuda inestimable del bueno de Fernando, hizo que nos advirtiera que la asociación decidió prorrogar al hospitalero justo hasta el día de nuestra llegada. Parecía premonitorio. No acabaron las sorpresas ese día. Después de tener la ropa lavada y tendida, un mensaje al móvil me avisaba que Fernando Iglesia y Begoña, su mujer, nos esperaban fuera. Entrañable encuentro por el que pasaba de virtual a real a un buen amigo y mejor peregrino. Sobre las conversaciones con ambos de nuestros caminos, para que contar. Fue todo un lujo cerrar aquel día junto a esta pareja tan entrañable, a los que les dedico este post que con ellos cierro. Para el próximo, llegar a Gernika.
Corre que te cojo
Nada, no consiguió montarse en el caballo. Y es que, a pesar de lo cansado, siempre hay tiempo para risas.

6 comentarios:

  1. Magnífico relato Guillermo, me gusta lo que cuentas y sobre todo cómo lo cuentas
    Hoy tocaba cambio de provincia (no de Autonomía)
    La placa del Camino de Ucles del Albergue de Deba no hace ni quince días que Manuel Rossi me preguntaba por ella... sí erá yo quién la dejó allí... pero no, no fui yo
    Yo sí deje una (y el lo sabé) en el nuevo Albergue de Bilbao
    Gracias por dedicarme el post Guillermo, pero modestia aparte, creó que "tú Estrella" se lo merece más. es grande, no dejes de seguír su estela
    Un Saludo a ella, José Manuel y a tí
    Hasta la próxima entrega
    Buen Camino

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias Fernando. Pues sí, un poco antes de llegar a esos 500 pasamos de Gipuzkoa a Bizcaia. No está señalado, pero ya sabes que las guías te informan de todo.
      En cuanto a tu dedicatoria, pues merecida está. En esta etapa nos acompañaste caminando a través del móvil y con tu llegada por la tarde. Un fuerte abrazo.

      Eliminar
  2. Bien quería o hubiese querido acompañaros más... más tiempo... haciendo algún km con nosotros, pero mi salud en esos días no era buena, aparte de motivos laborales difícil de conjugar y compatibilizar tiempos.., a ver sí otro año -cuándo lo continuéis- sé dan o coinciden esas ideales circunstancias
    Un Abrazo

    ResponderEliminar
  3. Preciosa etapa!! Gracias por compartir Guillermo.

    ResponderEliminar