De Guillermo Rodríguez Bernal

viernes, 28 de octubre de 2016

Deba.

Getaria
Elcano en Getaria
Descansé bien aquella noche en el Kanpaia Aterpea de Getaria. No sé si por los pocos peregrinos que dormimos en él: Jose de Tenerife, un francés del que nunca supe su nombre, José Manuel y yo, o por aquellos txacolis que nos tomamos en el bar Harralde la tarde-noche anterior. Lo cierto, es que esa mañana no sentía dolor en el tobillo por la torcedura del día anterior, me encontraba muy descansado y con muchas fuerzas para comenzar. Desayunamos los cuatro, alguna toma de video de Jose para una especie de reportaje que estaba preparando y salir a caminar con todas la energía al 100% y la ilusión y las ganas de camino intactas. Hoy además teníamos sorpresa, ya que mi querida amiga “Estrella” de Etxebarri nos acompañaría en parte de la jornada, queriéndonos enseñar algo muy especial. Ya veríamos.
Askizu
Puerta de San Martín de Tours en Askizu.
La suerte de que nuestro albergue estuviera en alto, hizo que esta vez nuestro inicio de etapa fuera tranquilo de subidas. Arrancamos rodeados de parcelas para el cultivo de la uva. Como alguna vez vi en Galicia, sobre todo en Cambados y relacionado con el albariño, las vides estaban formando parras, como solían aparecer en muchos patios andaluces de mi niñez. En su día me contaron que se hacía para proteger los racimos de la cercanía de la tierra. Interesante verlas de nuevo. Pronto, con la viveza que da el arrancar, nos encajamos en Askizu, a pesar de un rato que tardamos en encontrar nuestra flecha amarilla en uno de los cruces. Casi sin darte cuenta, estás al lado de la iglesia de San Martín de Tours, robusta como ninguna y con una portada de lo más sencilla para el tamaño de aquel templo. Cruzar aquella explanada frente al edificio y continuar.
Caserio
Saliendo de Askizu
De nuevo un carreterín entre caserios y alguna vista del Cantábrico a lo lejos, era lo que nos encontrábamos en nuestro caminar. En nada una imagen muy conocida. En otra gran bajada pedregosa, nos encontrábamos de frente con ese espigón que se adentra en el mar y que tan bonitos recuerdos me trae de mi anterior visita a Zumaia. Contaba a José Manuel en ese instante, cómo lo recorrimos en su día hasta el final y con mi vista puesta en la lejanía quiso la mala fortuna que sufriera un nuevo doblez con el mismo tobillo que el día anterior. Las prisas por llegar al encuentro con mi amiga provocaron que esta vez la caída fuera mayor y rodé unos metros por aquella cuesta. Esta vez me costó levantarme, tuvo que ayudarme José Manuel, y mi tobillo izquierdo me avisaba de que no estaba bien del todo. Pasé miedo de pensar que tuviera algo mal que diera al traste con aquellos días tan maravillosos y con todo lo que quedaba por disfrutar. Apoyaba despacio y no se me quejaba mucho. A partir de ahora sabía que tenía que mimar mi pie izquierdo como nunca y tendría que vigilar bien cada paso que daba, sacrificando en parte todo aquel escenario natural por donde pasábamos.
Zumaia
Zumaia
Zumaia
Fuente en Zumaia
Allí estaba “Estrella”, en aquella fuente famosa con la lavandera. Besos y alguna foto para arrancar los tres dejando atrás Zumaia y subiendo un buen tiempo, como venía siendo normal hasta ahora. Si José Manuel y yo somos poco habladores en nuestros caminares, la viveza y ese temperamento de mi querida amiga vasca, hizo que todo cambiara con su presencia. Conversaciones, risas, anécdotas y recuerdos se aturrullaban entre José Manuel y ella, mientras yo permanecía en un segundo plano con el fin de que se conocieran ellos un poco y para no perder el aliento que suele faltarme en las subidas.
Flysch
Los Flyschs
Pronto vino un desvío. Era una especie de área de descanso donde nos paramos a echar un trago de agua. Se trataba de dejar a un lado las flechas amarillas y seguir el GR-121 por la costa. Precioso paisaje, entre parcelas primero y atravesando algún bosque después, por sinuosos y estrechos caminos. En nada, se nos aparecía ante nosotros la costa y un fenómeno de la naturaleza único. Se trataba de los flyschs, que lucían por la bajamar con todo su esplendor. Parecía como si un arado gigante hubiera pasado sobre la roca allanándola a nivel del mar. De tonos oscuros, más claros o plateados lucían dependiendo del grado de humedad que tenían en el momento. Fue entonces, cuando me vino el recuerdo del amigo José Antonio para robar algunas piedras de aquella maravilla de la naturaleza y traérselas a Sevilla. A la salida de aquello, justo al lado de un pequeño aparcamiento que daba acceso a lo que dejábamos atrás, unas llaves en el suelo. Mirando, se trataba de una de las motos allí aparcadas. Dejarlas colocadas y continuar.
Deba estaba a un paso y ante la duda de continuar por la costa o no, nos desviamos de nuevo por una carretera hasta Itziar, con la indicación de dos cazadores que, junto a su cuatro por cuatro, se almorzaban dos bocatas con algo de beber. En Itziar, una paradita para tomar algo fresco junto
Deba
Puerto de Deba
a su santuario. Allí mismo, un adoquinado especial en el suelo, delataba que era lugar donde se hacen las típicas competiciones de arrastre de piedras por los bueyes. “Estrella” nos explicaba lo bonito e impresionante de aquel espectáculo propio de tierras vascas.
Sólo quedaba bajar a Deba, por unos caminos distintos a los que mi amiga bajaba hace años, pero manteniéndonos fieles a las indicaciones amarillas. En nada, la plaza Foruen con el bullicio de vecinos tomando unos vinos y nuestra búsqueda de alojamiento para esa noche. Lo haríamos en la antigua estación de tren de Deba. Creo que nunca lo hicimos en algo así. Todo seguía de maravilla.

5 comentarios:

  1. Amigo menuda terremoto es tu amiga Izarra, mujer puro nervio y dinamita, buena persona, afable, dicharachera y amiga de sus amigos y de los amigos de éstos
    El Camino impresionante, buena opción, cómo té comentó Bego a ella le cautivó, un colega de Tenerife y servidor nos perdimos y no vimos los Flyschs, tenemos que volver... siempre lo dijo Bego, por suerte no nos pilla lejos
    Espero Guillermo qué dejes de caerte...
    Buen Camino

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    1. Jejeje, pues sí amigo. Tengo un tesoro por amiga y es ejemplo a seguir por su forma de ver las cosas. Una maravilla. Y contándote a ti, no me puedo quejar de amigos vascos.
      Lo de los Flyschs, pues es lo que suele pasar siempre, que al tenerlo cerca pues vas aplazando. Hazle caso a Bego y una mañana que haga bueno, consultáis el bajamar y a verlos. No sólo es bonito verlos en sí, sino la forma de llegar a ellos. Un beso para Bego y un fuerte abrazo para tí.

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  2. Son las piedras reflejos del Tiempo en mayúsculas,
    Marcadas por el calor de la Tierra,
    Endurecidas por la presión
    Perfiladas a veces por fracturas
    Vencedoras de las alturas
    Sometidas por el viento y el agua.
    Sólo el Tiempo habla en una piedra.
    Cuanto dice una piedra????

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    1. Pues sí, JAC. Mucho da y ha dado de sí la piedra a toda la humanidad a través de los tiempos. Mucho le debemos y mucho podrían contar si supiéramos entenderlas. Y todo esto lo digo después de que alguna de ellas me hicieran perder el equilibrio y me hiciera rodar unos metros, que se le va a hacer.

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