De Guillermo Rodríguez Bernal

domingo, 31 de mayo de 2020

Las ciudades de Mahón y Ciutadella.

Levantando al caballo en las fiestas de Menorca
A cada uno de los lados de la isla de Menorca, dos ciudades la sostienen y hacen de ella la segunda de las islas del archipiélago balear, en mi modo de verlas. Mahón y Ciutadella, este y oeste unidos por una única carretera que la hacen verse como rivales y hermanas a la vez y de las que pudimos dar cuenta en nuestras vacaciones de 2016. Dos ciudades muy diferentes entre sí y casi iguales en sus gentes, sus calles, sus lugares de reunión, sus días de fiesta y en el trato que dan al recién llegado. Dos lugares alejados del turismo de luces de neón, del ruido electrónico y de juergas de madrugada que abren paso a noches estrelladas, tranquilas melodías a la puerta de algún bar y la tranquilidad de un apacible paseo entre sus calles. Hoy las traigo a la memoria, enfrentándolas y haciéndoles ver que no son tan distintas. Hoy les hago ver que tienen la suerte de vivir en una isla con dos capitales importantes en lugar de una.
Torralba d'en Salort
Torralba d'en Salort
Como buen caminante, decidí entrar en Mahón andando en unos de esos días de asueto, aprovechando su camí d'Alč, su camí de Talatí y su camí Torrelló. Mientras salía, mientras llegaba, a mitad de camino, el recuerdo de los que fueron reflejados en el poblado talayótico de Torralba d’en Salort. Construcciones de piedra que todavía perduran y levantadas por gentes que poblaron esas tierras casi 1000 años antes de que Cristo naciera. El resto de camino, con la dulzura de un sendero solitario con alguna fuente natural y protegido de muretes de piedra que separaban parcelas de cultivo, de ganado, de vides y de olivos, que me colmaban de serenidad por cada paso que daba entre ellos.
Camino a Mahón
Camino a Mahón
Cami de Cavalls
Camí de Cavalls
En días parecidos, decidí entrar en Ciutadella de la misma manera y procedente de la playa Algaiarens, marcada como uno de los tramos del Camí de Cavalls. Repleto de una belleza natural casi inigualable en el que se mezclaban acantilados vertiginosos, calas desiertas y casi inaccesibles, alguna necrópolis y faros guías en sus cabos apuntando al mar. Zonas boscosas en sus comienzos y desérticas después, pero casi siempre acompañado del brezo, el romero, la sabina y la manzanilla que daba sutiles pinceladas a todo aquel decorado de mar y piedra por el que iban nuestros pasos.
Camino a Ciutadella
Acantilados camino de Ciutadella
Plaça de s'Esplanada
Plaça de s'Esplanada en Mahón
Y siempre está el recuerdo de los paseos sin prisas, que es como mejor se disfruta de lo que te rodea. Empiezo descansando en un banco de cualquiera de sus plazas. Ya sea en la de Semplaxada en Ciutadella, bulliciosa de gentes yendo y viniendo con sus quehaceres y el olor a gin, café, chocolate y churros de sus cafeterías por la mañana temprano. Ya sea en la Esplanada o en el parque Freginal de Mahón, muchos más tranquilos, con el ambiente familiar que da la tarde cuando es fresca, con el ruido de niños jugando y el silencio de abuelos dejando pasar ese
Ciutadella
Calle Josep María Quadrado en Ciutadella
tiempo que les sobra. El recuerdo de esos paseos por sus calles, teniendo todavía viva en la retina el caminar por la Major des Born, seguir por Josep María Quadrado y acabar en la Plaça Nova en Ciutadella. Compras, soportales con arcos, olores de bares y restaurante y el helado acompañando el pasear. O el recuerdo de ses Moreres, Hannover, Bon Aire y la placita de Colón para llegar al Mercado del Claustro. No hay tienda que no encuentres en esas calles o plazas, ya sean farmacias, pizzerías artesanas o tiendas de avarcas.
Si lo que tocaba mirar era el recuerdo de lo que fueron, en Mahón me quedo con la iglesia del Carmen, construida en tiempos de dominios ingleses a petición del pueblo de
Mahón
Iglesia del Carmen en Mahón
Mahón. Me quedo con la Iglesia de Santa María, mucho más antigua y monumental que la anterior y que llegó a ser saqueada por el pirata Barbarroja. Me quedo con la fachada de su ayuntamiento, antigua universidad, y que se enorgullece de ese reloj colocado allí también por aquellos ingleses que controlaban en tiempos la isla. Me quedo con visitar el convento de San Francisco, que tan sólo estuvo cumpliendo con esas funciones durante unos 80 años, pasando a ser después escuela de náutica, biblioteca, centro de enseñanza, casa de la Misericordia y que ahora alberga el interesante museo de Menorca.
Ese mismo recuerdo de lo que fueron, en Ciutadella me quedo con la catedral de Santa María, construida sobre una mezquita y que representa el mejor gótico de la isla. Me
Ayuntamiento de Ciutadella
Ayuntamiento de Ciutadella
quedo con el enorme obelisco de la Plaça des Born, recuerdo de ese asedio turco que causó tanto daño a sus habitantes. Justo enfrente, con la preciosa fachada de su ayuntamiento, teniendo siempre a su lado el puerto de la ciudad. Me quedo con el buscar entre sus calles los palacios y las casas señoriales que demuestran la importancia en tiempos de la que fue capital de Menorca. Me quedo con la visita al edificio del museo diocesano en la Iglesia del Socorro y con la visita del museo municipal de Ciutadella, con muestras de su pasado talayótico, árabe y cristiano.
Sant Nicolau
Castillo de Sant Nicolau
Y me despido de estas dos ciudades navegando. Embarcados recorriendo sus muelles hoy deportivos y antaño de pescadores buscando el Mediterráneo bien al oeste, bien al este. Puertos naturales construidos por la propia naturaleza y que ambos pueblos supieron aprovechar creando vida a su alrededor. Muy distintos los dos y con su particular encanto cada uno. A la salida, ya en el mar, se despiden de mí sus dos fortalezas. La de la Mola en Mahón, majestuosa y con la potencia necesaria para defender uno de los puertos naturales más grandes del mundo. La de Sant Nicolau en Ciutadella, más modesta y acorde con esa estrecha entrada de mar que lleva a su ciudad zigzagueando entre rocas y pasarelas de madera hasta su corazón.
Siempre acompañandonos nuestro vecino Alberto y aquello que hizo de "Las Pequeñas Cosas"
Aquí dejo a estas dos ciudades columnas de la isla de Mahón y orgullo de las Baleares. Siempre tendré un trocito de corazón por aquellas tierras y el deseo de volver se hace más latente en estos días de encierro colectivo, cuando el sol empieza a apretar, el verano a aparecer y aquellos trocitos de mundo a resplandecer.

Pincha aquí para "Menorca.- El puerto de Mahón"

2 comentarios:

  1. Me gustó y trajo buenos recuerdos de mi etapa balear que recorrimos todos esos lugares, bastante cambiados ya que hablo de hace más de 50 años ... y entonces se llamaban Mahón y Ciudadela... Abrazos amigos y gracias por estas cosas...

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    1. La política del momento hace cambiar los nombres a los pueblos. Unos los llaman como antes y otros como ahora.

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