De Guillermo Rodríguez Bernal

miércoles, 18 de enero de 2017

Santa Cruz.

Castro del Río
Primeras señales saliendo de Castro del Río
Dos mantas puestas dobles sobre el saco de dormir en el que pasé la noche en Castro del Río, evitaron que pasara frío aquella madrugada del cuatro de enero de este año, a pesar de la baja temperatura que tenía el albergue. Costó trabajo echar para abajo la cremallera y vestirse, la habitación estaba helada. Pegamos el portazo, cerrando bien el albergue y me acerqué a dejar las llaves en la policía local, donde me esperaba el mismo funcionario municipal que me las dio el día antes. Deseos de buen camino por su parte y me uní a Antonio, Pedro y Juan en el bar que había justo al lado del Circulo el Liceo. La iglesia Madre de Dios fue testigo de mi partida por aquellas calles y sin amanecer, antes que salieran el resto de peregrinos.
Barro
Embarrado de algunas partes del inicio de la jornada
Un poco de carretera, haciendo uso de mi linterna para ser visto, hasta llegar al desvío que me hacía pisar tierra en lugar de asfalto. Al pasar bajo el primer puente sobre una carretera, el aviso que había camino alternativo en caso de lluvia y barro. Sería un preludio de lo que me encontraría a lo largo de la etapa, pensado que no tendría problemas por los días tan soleados que dejamos atrás, pero no fue así. El uso de maquinaria agrícola, mezclado con las lluvias de días anteriores y esa tierra tan arcillosa, hacía el camino casi intransitable. Las botas se quedaban pegadas al suelo y las levantaba cargadas de barro en todo momento.
Espejo
Espejo
Después de dar los buenos días a unas decenas de trabajadores que empezaban su jornal a pie de camino, mientras miraban y supongo que se preguntaban que haría un personaje como yo por allí, un desvío a la izquierda me hace comenzar con la primera subida del día y que me hizo entrar en calor rápidamente. Bastante arriba, la figura de mis tres amigos se veía en la lejanía avanzar, al paso tranquilo pero constante que da el peregrinar en compañía. Al final de la subida, una especie de laguna artificial, cercada y llena de patos, fue la antesala de las primeras vistas de Espejo. Impresiona la imagen a lo lejos del castillo de Alcalat sobre aquel montículo de casas que corona el pueblo. De origen íbero y después romano, se dice que fue cuna de la familia paterna del mismísimo emperador Marco Aurelio. Ya veis que Córdoba no sólo aportó a Séneca al imperio.
Espejo
Dejando atrás Espejo
Al llegar, algo que ya tenía preparado y que Pedro también pensó y me hizo saber en este punto. Las flechas amarillas nos llevan directamente al pueblo, pero un desvío lo bordea sacándonos
Puentes
Puentes de antes y de ahora
al camino de nuevo un poco más adelante. A pesar de encontrarme con aspas amarillas de camino erróneo continué, guiado por la imagen que me mostraba el mapa de google. En nada aparecieron de nuevo flechas amarillas de alguien que pensó que se haría en algún momento por aquel lugar. Inmediatamente avisé a mis compañeros de camino para advertir del desvío y continué. En nada, dejaba a mis espaldas Espejo, tan señorial e imponente como cuando la descubrí al final de aquella subida, y continué retomando el camino.
Espejo
Dejando atrás Espejo
Camino a Santa Cruz
Camino de Santa Cruz
Buena pista con anchos senderos y todos aquellos olivos repartidos por las laderas de la campiña cordobesa por compañía. A falta de menos de 10 kilómetros para llegar, un desvío amanece a mi izquierda, posible atajo para acortar y que con un cartel nos aconseja seguir por el camino de frente. Lo curioso es que utilizaban el cascarón de una tortuga para fijar el letrero. Muy llamativo. Hice caso del aviso y continué dando un rodeo importante, pero seguro. El camino que ahora nos lleva a Santa Cruz se vuelve de nuevo intransitable por culpa del barro provocado por los tractores que trabajan el campo. Continuos cambios de lado para aprovechar el terreno más firme hasta la llegada a la carretera.
Santa Cruz
Adornos navideños en los balcones de Santa Cruz
En nada, la aldea de Santa Cruz la tenía a mis pies y Casa Pepe me sirvió una muy bien merecida cerveza de llegada al hostal. 17 euros por persona con agua caliente y calefacción, buen servicio de comida y trato muy amable hacia el peregrino. Por la tarde, mientras los amigos descansaban de la caminata, un buen paseo por la aldea para ver la salida del día siguiente y conocer algo de los que por allí moraban. Estupendo paseo entre sus calles, sentado en un banco en aquella maravilla de mirador y curiosa las formas de adornar los balcones de aquellas casas en estos días navideños. No faltaba un detalle.
Entre olivos
Caminando entre olivos dirección a Santa Cruz

2 comentarios:

  1. No paras... Buen relato y ameno ....ahora da gusto pasar por el arreglado paso q fue destruido y por fin arreglado antes de salir a carretera... Efectivamente casa Jose excelente trato y atenciones con los peregrinos ... El barro no era nada con otras veces jeje ... Muy bien Willy !!!

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