De Guillermo Rodríguez Bernal

sábado, 4 de abril de 2015

Cantabria. Fuente Dé, Mogrovejo, Potes, Lebeña y un río como guía.

Teleférico de Fuente Dé
Teleférico de Fuente Dé
Familias con pequeños, grupos de amigos, abuelos de excursión y nosotros esperando la cola del teleférico situado en el circo glaciar de Fuente Dé. En mi interior, nace el sentido contradictorio que, por un lado, me hace desesperar en la larga cola que tenía por delante y, por el otro, me hace sentir la angustia de tener que volver a subir en otro aparatejo sostenido por un cable. La ascensión me deja a más de 700 metros desde donde estaba en cuestión de tres minutos. Arriba, el sudor frío de la subida, el brusco cambio de temperatura y la belleza sin igual de esa vertiente de los Picos de Europa. Buen inicio de jornada el que se avecinaba en aquellas recordadas vacaciones de 2014 por tierras cántabras.
Fuente Dé
Picos de Europa - Fuente Dé
Fue precisamente allí, rodeado de toda aquella roca caliza, donde conocí al guía que me acompañaría toda aquella jornada. Yo por la CA-185 y él por su cauce, seguiré el murmullo del recién nacido Deva por todos aquellos lugares que creó con la fuerza de sus aguas durante siglos. De camino, veo como decenas de ríos y arroyos se le van uniendo en pocos kilómetros, haciéndolo más grande si cabe.
Mogrovejo
Casona en Mogrovejo
Como ya tocaba, decidí hacer la primera parada en Mogrovejo. Patria chica de Santo Toribio y donde se aprecia el vivir de las gentes de aquella zona sin que el turismo lo haya contaminando todavía. Su torre, su austera y coqueta iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, casonas a medio derruir y otras totalmente rehabilitadas y el queso. Allí descubrió mi paladar “el picón”, que mezclado con miel de las abejas de aquellas tierras, me hizo recordar el llamado “desayuno de la abuela” asturiano del que disfruté en la Arenas de Cabrales de hace bastantes años.
Ermita de San Miguel
Ermita de San Miguel
Pero el Deva me reclama y me obliga a que continúe, pasando primero por Camaleño y luego por Turieno. A la salida, en un cruce, encuentro señales peregrinas. Flechas amarillas, una cruz con la inscripción “ayer, hoy, siempre” y la imagen de un peregrino, me invita a desviarme al monasterio de Santo Toribio de Liebana. Arriba el lugar donde descansa el Santo con aquel trozo de la Cruz traída de Jerusalen por él mismo. Este Lignum Crucis es el trozo más grande que se conserva en todo el mundo. El monasterio es también albergue de peregrinos. Desde Santander nace el Camino Lebaniego que te trae a este monasterio. Sus monjes franciscanos te darán la lebaniega, documento que te dice que cumpliste con este tramo. Por último, y antes de volver a la tutela del Deva, subir unos metros más arriba y disfrutar de las preciosas vistas de la sierra de la Viorna desde la ermita de San Miguel.
Potes
Torre del Infantado y Templete en la Plaza Capitán Palacios
En nada estoy en Potes, capital de toda aquella comarca. Será el momento de comer algo en la multitud de restaurantes que afloran a mi paso por el centro. Aquí, bien me puedo quedar con la torre del Infantado, la monumental iglesia de San Vicente o con la plaza Capitán Palacios y su precioso templete, pero me quedo con un paseo sin rumbo por sus calles, tapeando en los bares más escondidos o paseando por la rivera del otro río que lo cruza. Junto al Quiviesa, abajo del todo, quedarás asombrado de los puentes que ayudan a cruzar a los que están arriba, como el Nuevo, el de San Cayetano o el de la Cárcel. Ellos y sus calles dan la bien merecida fama a esta localidad cántabra que te cautiva desde el momento que pones el primer pie en ella.
Potes
Puente Nuevo, Iglesia de San Vicente y Puente de San Cayetano, en Potes
Bien comido continúo con mi marcha y cruzo el pueblo de Tama. A su salida, una fábrica de los famosos orujos de Liebana y, justo en frente, un centro de interpretación del Parque Natural de los Picos de Europa. En pocos metros cuadrados, la amplitud de este parque en un recorrido muy bien marcado e ideado.
Santa María de Lebeña
Santa María de Lebeña y antiguo Tejo
Casi acabando la jornada, el Deba me acerca a Lebeña. Desde la misma carretera se ve la joya que esta localidad guarda, su iglesia dedicada a Santa María. Prerrománico cántabro explicado con un encanto especial por la mejor guía que puede enseñártelo, una señora de Lebeña dedicada a su mantenimiento. No quedará detalle por explicar, os lo aseguro. Desde su construcción por los condes de Liebana, don Alfonso y doña Justa, con el fin de traer los resto de Santo Toribio allí, hasta la de su ya muerto Tejo milenario, plantado junto a un olivo que todavía perdura a lado de la iglesia. Ese olivo que ayudaba a quitar melancolías a la condesa que era de origen andaluz y añoraba su tierra. Jamás vi un olivo de esa altura.
Al recuperar mi ruta, el Deva muestra orgulloso su obra maestra. El desfiladero de la Hermida te hará detener el coche en varias ocasiones en sus más de 20 kilómetros de longitud, que lo convierten en el más largo de España. Puerta de salida a esta ruta que hoy describo o de entrada a todos aquellos que quieran descubrir y admirar esta comarca de Liebana.
Desfiladero de la Hermida
Desfiladero de la Hermida
Pincha aquí para "Cantabria. Liérganes, San Roque, Vega de Pas, Selaya y valles pasiegos." Pincha aquí para "Cantabria. Cabezón de la Sal, Ruente, Barcenillas, Carmona, Barcena Mayor y el bueno de David."
Pincha aquí para "Cantabria. La costa cántabra (1ª parte)"
Pincha aquí para "Cantabria. La costa cántabra (2ª parte)"

3 comentarios:

  1. Que maravilla, tal como lo explicas dan ganas de visitarlo. Habrá que ir.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pues sí Pilar. Merece la pena una visita a todo ésto. Me alegra que te haya gustado.

      Eliminar
  2. Que gran tradición tienen los Tejos, siempre acompañados por Ermitas, iglesias y lugares ancestrales de culto...

    ResponderEliminar