De Guillermo Rodríguez Bernal

domingo, 22 de marzo de 2015

La ciudad de Pontevedra.

La Peregrina
Iglesia de la Virgen Peregrina
En aquel lugar, donde las aguas del río Lérez pierden su dulzor para mezclarse con las saladas aguas de una de las Rías Baixas, encontrarás una de las ciudades españolas ideales para vivir: Pontevedra. Y fue la Rúa de Benito Corbal por la que me adentré aquel verano de 2005 para descubrirla. Nada más acertado, porque allí estaba para recibirme una de las joyas de la ciudad. La Iglesia de la Virgen Peregrina es pequeña, pero se nota nada más verla, el mimo y el gusto con el que fue construido este templo con forma de vieira. Punto de encuentro de peregrinos venidos de tierras lusas e inicio de mi ruta por esta gran ciudad.
Convento de San Francisco
Convento de San Francisco
A pocos pasos, la enorme y transitada Praza da Ferraría. Pasaría las horas muertas en uno de sus bancos sentado y viendo el deambular de gentes, las actuaciones de los artistas callejeros o simplemente volviendo a admirar la fachada del convento de San Francisco, sus jardines en la Praza de Ourense y la Fonte da Ferrería, que daba de beber a todos los que por ella pasaban.
Alameda
Cruz a los héroes de Pontesampaio
Pero tenemos que seguir y como queriendo salir al encuentro de la ría, nos topamos con la gran cruz que erigieron para rendir tributo a los héroes de Pontesampaio, en la guerra de la Independencia. Toca relajarse y pasear tranquilos por la Alameda, bajo la sombra de sus árboles y queriendo escuchar el afine de instrumentos desde su quiosco de música, antes de algún concierto. Echas la vista a un lado y tienes que cruzar la Gran Vía de Montero Ríos, atraído por la impresionante fachada del Instituto Valle-Inclán y las no menos bellas ruinas de la Iglesia de Santo Domingo. Sales de la Alameda con soldados levantando la bandera en señal de victoria y la claridad de la fachada del ayuntamiento de la ciudad en la Praza de España.
Alameda
La Alameda, Heroes de Pontesampaio e Iglesia de Santo Domingo
Santa María la Mayor
Basílica de Santa María la Mayor
Continúo adentrándome en esta ciudad de plaza en plaza, por estas calles peatonales que mezclan grandes mansiones con casonas de piedra y la sencillez de simples casas con terrazas ajardinadas, hasta que un cruceiro me avisa de que he llegado a la Basílica de Santa María la Mayor, iglesia principal de Pontevedra. La rodeo para dar con la plateresca portada que permite su entrada, encontrándomela cerrada, con lo que sigo con mi paseo calle abajo. Estrechas rúas con altos edificios de piedra vetan la entrada de luz al sol, hasta que un nuevo cruceiro te hace parar en la Praza das Cinco Rúas. Una placa me dice que allí vivió el escritor modernista Valle-Inclán, en su corta estancia en Pontevedra.
Praza do Leña
Praza do Leña
Es girar en una  de sus calles, por las ya consabidas y sombreadas rúas, para encontrar otro brote de luz en la Praza do Teucro. Los naranjos y los veladores bajo ellos, hacen traer  recuerdos del sur, en esta plaza dedicada a un héroe de Troya y que fundó la ciudad en tiempos. De nuevo de plaza a plaza, entre soportales pasamos a Méndez Nuñez, para encontrarnos paseando a don Ramón María. Y como  adivinando la hora que se acercaba nos encontramos con el bullicio de gentes disfrutando de vinos y tapas en la Praza da Verdura. Se hace imposible no parar a reponer fuerzas con un pulpo o a refrescarse con un albariño bien frío. El ambiente es inigualable. Repuesto, te dejas llevar por los pontevedreses y apareces en la Praza do Leña, escondida entre casonas y con otro cruceiro en el centro, que en otros tiempos veía como se vendía la leña a sus vecinos y que ahora disfruta viendo el tapear de los que por allí paran.
Santa Clara
Santa Clara
Satisfecho, busco cerrar el círculo de mi visita de hoy y por la Rúa Sarmiento me topo con la sobria y a la vez solemne fachada de la iglesia de San Bartolomé. Continúo dejando atrás la vieja ciudad, volviendo a calles con edificios de ahora y con el continuo transito de coches que obligan a caminar por aceras, hasta encontrarme con el esplendoroso convento de Santa Clara. Su pequeña imagen, entre dos de sus puertas de entrada, parece preguntarme cómo me fue con la visita a aquella ciudad, si me ha gustado como para volver otro día. Ahora le digo que sí, que mi Deseo de Volver se verá cumplido pronto. Que llegará el día de vuelva a la Boa Vila, a Pontevedra, pero esta vez será caminando, por aquel camino que elegían los portugueses para llegar a Santiago y que pasaba por la capital de las Rías Baixas. Sí, volveré.

Pincha aquí para "Pontevedra.- Poio, Combarro, La Toja, Cambados y un buen baño."

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4 comentarios:

  1. que bonita es Pontevedra,
    también tengo ganas de volver
    espero que lo que haya cambiado sea para bien

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    1. Sí que lo es, Fernan. Allí me jubilaría yo, aunque como bien dices, hace años que pasé por allí y todo cambia. Un abrazo.

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