De Guillermo Rodríguez Bernal

domingo, 19 de abril de 2015

La ciudad de Madrid.

Puerta del Sol
Kilómetro Cero en la Puerta del Sol
Entre los veintitrés y veinticuatro florecidos abriles nos encontrábamos, cuando decidimos encajarnos en un piso que le dejaron a mi amigo, y ahora cuñado Pedro, en San Fernando de Henares. En nada harán veinticinco años de aquel verano en el que, con un Opel Corsa  y un Ford Escort, cinco amigos y mi entonces novia vivimos esa gran aventura que era salir de Andalucía y descubrir la capital de España. Sentimientos de amistad, ilusión, ganas de ver y el recuerdo de todas y cada una de las jornadas disfrutadas en una ciudad nueva para nosotros. Que difícil era que algo pudiera salir mal aquellos días en Madrid.
Plaza Mayor
Plaza Mayor
Y en mi cabeza revolotean aquellos primeros pasos tempraneros, donde el cercanías nos dejaba en Atocha para allí coger el metro camino de la Puerta del Sol. La primera sensación, por aquellos pasillos que conducían de un lado a otro, eran las prisas con las que caminaba la gente, todos corrían. Desayuno de pie en un bar estrecho, alargado y lleno de personas en la calle Tetuán, cercana a esa plaza del oso y el madroño. Después nuestros pasos nos llevaban por la calle Mayor a su Plaza, sin que faltara la comparación con esa otra conocida de la ciudad de Salamanca.
Palacio Real
Palacio Real
Pasos que luego nos acercaba a la Plaza de la Villa, con la sencilla fachada del ayuntamiento de la ciudad. Y pasos que nos hacían descubrir la catedral de La Almudena y el Palacio Real, donde la casualidad quiso que nos encontráramos a vecinos de nuestro pueblo en el mismo turno de visitas que el nuestro. La tarde de paseo por la plaza de España, tratando de buscar la marca de alguna bala perdida en el bronce de don Quijote y de Sancho. Sentados, relajados, admirando el enorme edificio España que preside la plaza y que no pasa inadvertido, para apagar el día pasando por las puertas del Senado con la admiración del que estudiaba la carrera de derecho del grupo.
Palacio de Comunicaciones
Palacio de Comunicaciones
Y rebuscando en mi memoria aparece otra jornada con un paseo tranquilo por la Gran Vía madrileña, para llegar a la calle de Alcalá y a esa plaza de la Cibeles. Allí te encuentras a la Diosa de la Madre Tierra rodeada de la grandeza del Palacio de Comunicaciones, el edificio del Banco de España y el Palacio de Linares, y de esos bellos paseos como el de Recoletos y el del Prado que la cruzan. Pero seguimos por Alcalá hasta llegar a su puerta, que gana en majestuosidad al verla a simple vista, acostumbrado a verla en fotografías. Pero el plato fuerte se acercaba justo detrás, al perdernos por aquellas calles perfectamente ajardinadas del Parque del Retiro.
Parque del Retiro
Lago y Palacio de Cristal del Parque del Retiro
Paseos con nombres de muchos países americanos con los que descubrías sus fuentes, su esplendoroso y concurrido lago, la estupenda ubicación de su Palacio de Cristal y, por encima de todo, la vida que los madrileños le dan a este lugar con sus paseos, sus reuniones de amigos, sus distintas formas de hacer ejercicio o con la simple lectura de un libro en uno de sus bancos o con la espalda apoyada en el tronco de algún árbol. Salir por el Casón del Buen Retiro, que todavía albergaba una de las maravillas pictóricas de nuestra tierra, ante que se lo llevaran al Reina Sofía. El Guernica de Pablo Picasso ocupaba el salón central, mientras que los pasillos estaban repletos de los bocetos que el malagueño dibujaba parcialmente antes de plasmarlos en aquella obra maestra. Mi recuerdo para aquel profesor de historia del colegio, cuando algunos años antes don Luis nos explicaba todos y cada uno de aquellos personajes que aparecían en el cuadro. Gracías Luis, buen provecho le dimos. Cansados de tan intenso día, volver por la Carrera de San Jerónimo y hacernos las fotos oportunas junto a los leones de las Cortes, a las puertas del Congreso.
Museo del Prado
Museo del Prado
Y sin querer me vienen a mi mente el resto de días. Como aquél que lo dedicamos por entero al museo del Prado. Espera a la entrada y bastantes horas de caminar por salones con paredes cargadas de arte, cambiando de plantas admirando a los grandes de aquí y de allá y donde aprendí un poco más de pintura gracias a mis amigos y a Goya, que tenía una exposición especial aquel día. Aquél otro que nos desplazamos bastante lejos para llegar al parque dedicado a Tierno Galván y donde disfrutamos del Planetarium, algo muy novedoso para nosotros en aquellos tiempos y donde alguna se quedó dormida. O ese otro, en el que por primera vez visitamos un museo de cera, cerca de la Plaza de Colón, y con aquella visita al museo de arte contemporáneo, cerca de las facultades y que nos dejó un poco desorientados a algunos.
Plaza de Colón
Plaza de Colón
Y como éramos unos niños, querer dedicar el último de aquellos maravillosos días al zoológico. Acostumbrados a los cercanos de Jerez de la Frontera y de Córdoba, aquél nos parecía algo muy sorprendente, por la amplitud con la que contaban todos los animales que allí había y todo el espacio que ocupaba el recinto.
Zoo de Madrid
Zoo de Madrid
Por último, algo que veíamos por primera vez. Un delfinario que puso broche al zoo y a aquella visita del último día en Madrid.

Siempre en el recuerdo, aquel sueño loco hecho realidad de Helenio, Rafael, Daniel, Pedro, Isabel y mío. Seis veinteañeros que hace un cuarto de siglo conocimos la Villa de Madrid. No quiero caer en aquello de decir que cualquier tiempo pasado fue mejor. Quizás tengamos que hacer el esfuerzo de traer al presente aquellas formas sencillas de hacer las cosas, para ponerlas en práctica y tener el futuro que queremos, no el que nos venga. Nunca más volví a estar en Madrid. El Deseo de Volver siempre está latente en mi pensamiento y espero pronto disfrutar de esta gran cuidad nuevamente.

2 comentarios:

  1. Ja ja ... otro punto cero como el del Obradoiro... el caso es que no recuerdo haberlo visto in xitu...

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  2. Ja ja ... otro punto cero como el del Obradoiro... el caso es que no recuerdo haberlo visto in xitu...

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