De Guillermo Rodríguez Bernal

miércoles, 10 de octubre de 2012

Zaragoza. Fuendetodos, Daroca, Calatayud, un monasterio y una laguna llena de grullas.

Plaza de Goya en Fuendetodos
Mirando hacia el sur, por aquella zigzagueante y ondulada comarcal zaragozana, atravesamos un mar de lo que el bueno de Alonso creía gigantes, pero éstos del siglo XXI. Cuando no parecía que pudieran acabarse nunca tanta aspa del molino de nuestros días, nos apareció la patria chica de don Francisco de Goya y Lucientes. Fuendetodos es un pueblo pequeño, como muy recogido pero con mucho encanto. Aparcamos nuestro coche en la misma plaza de Goya, debajo del busto del pintor y enfrente de su casa natal. En su visita, nos encontramos con una casa austera, toda de piedra y con dos mínimas ventanas pintadas de blanco que daban a la calle. Dentro, recuerdo habitaciones de diferentes tamaños,   amueblados  de  la   época  y  con  muchos
Casa natal de Goya
rincones formando asientos, guardillas, soportes para cacharros y todo lo que en nuestros días ocuparíamos con muebles. Otra cosa a destacar, es que todo estaba pintado de blanco, dando claridad a la poca luz que entraba en esa casa. Muy cerca, también se podía visitar  el  museo  del  grabado,
Nevera siglo XVIII en Fuendetodos
con muestras de las cuatro series que pintó Goya: Los desastres de la guerra, caprichos, tauromaquia y disparates. Un lujo para todos los que admiran su obra. Ya a la salida del pueblo, y sin que esto tenga que ver con nuestro pintor ilustre, nos encontramos con una antigua nevera. Dentro de ella las explicaciones de cómo con nieve y paja hacían hielo, por aquellos años y lugares donde posiblemente Goya jugaba de niño.
Salimos de Fuendetodos para seguir hacia el sur por la N-330. Nuestro destino es un pueblo de
Puerta baja en Daroca
ensueño. Recuerdo que dejamos el coche a extramuros y entramos en Daroca por su engalanada y blasonada puerta alta. Ya dentro, te sumerges en el medievo y se te hace muy fácil imaginar la vida siglos atrás. Disfrutar de su plaza mayor, su enorme iglesia de San Miguel, su recorrido por las murallas hasta llegar a su ruinoso castillo, sus casas con los escudos en la puerta por aquellas estrechas y frescas calles, su populosa Plaza de la Constitución y la salida al otro lado del pueblo por la Puerta Baja. A ese otro lado, la fuente de los veinte caños daba melodía al lugar donde suelen poner su mercadillo cada jueves.
Unos kilómetros más al sur está el pueblo de Gallocanta y pegado a él la Laguna del mismo nombre. Se trata de una de las lagunas saladas de más extensión de Europa. Allá por agosto de 2005,  después  de  una  gran  sequía,  sólo  se  veía  el  manto  albino  de  la  sal  en  el  fondo.
Laguna de Gallocanta
Recomiendan su visita entre octubre y noviembre o entre febrero y marzo de cada año. Se pueden juntar hasta 50.000 grullas en sus 1400 hectáreas de extensión, que migran hacia el sur en otoño o regresan al norte para primavera. Todo un espectáculo natural.
Monasterio de Piedra
Como también es lo que nos encontramos al noroeste cerca de Nuévalos. Recuerdo una preciosa visita al Monasterio ubicado en el paso del río Piedras. Mucha gente en un lugar al que no puedes faltar si te encuentras en Zaragoza. Primero el monasterio, medio destrozado en la guerra de la independencia, donde se hizo por primera vez chocolate en Europa y donde se encuentra un precioso museo dedicado a la fabricación de vinos. Después entrar en una ruta formada por cuantiosas caídas de agua de todas las formas que uno pueda imaginar. Vas subiendo y bajando, pasando puentes y metiéndote por grutas, mojándote en algún momento. Todo por un recorrido marcado que te ayuda a descubrir todo tipo de cascadas y que conforman un verdadero vergel de agua, roca y vegetación.
Torres Mudejares en Calatayud: Santa María y San Miguel.
Nuestro último pueblo por ver es Calatayud, si se puede llamar así a la segunda localidad más grande de la provincia. Bañado por el río Jalón, fue testigo de las luchas de “El Empecinado” en la guerra contra el francés y también de ese mito de la ciudad que fue “La Dolores”. Aparcamos el coche a las puertas de la colegiata de Santa María, donde visitamos su interior. Como no, destacaba las vistas desde el claustro de su torre. No te cansas de ver esa construcción de ladrillo y las diferentes formas geométricas que forma en cada uno de los niveles de este rascacielos mudéjar. Y la impresión que te causa el verla como distinta, a medida que los rayos del sol se  reflejan  en  ella.  Igual  ocurre  con  la  que
Plaza Mayor de Calatayud
tienen en la iglesia de San Miguel, conformando las dos grandes torres mudéjares de Calatayud. No podíamos dejar de ver los Goyas pintados en los techos de la Iglesia de San Juan el Real, darnos un paseo por la amplia y colorida Plaza Mayor y llegarnos al mesón de “La Dolores”, donde tienen un pequeño museo con la historia de esta mítica mujer. Para terminar subir arriba del todo, a su castillo también en ruinas y admirar desde lo alto tanto el pueblo como toda aquella comarca zaragozana de la que os escribo y que tan bellos recuerdos me trae.

Cascadas en el Monasterio de Piedra

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2 comentarios:

  1. Salaudos Guillermo,que buenos recuerdos me traen estas rutas, estuve varias veces a lo largo del 81, lo que en diferentes estaciones y ves como cambian los paisajes (Te perdiste lo de los corporales en Daroca ?? ) Tendrás que volver.............. un abrazo y buen Puente del Pilar.

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    1. Eso no lo vi, Joan. Tendré que volver, tendré que volver... Gracias, amigo.

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