De Guillermo Rodríguez Bernal

viernes, 27 de julio de 2012

Barcelona. Parque Güell, La Barceloneta y el arroz negro.

Turó de les tres Creus
Pues como escribía el gran Antonio y como luego cantó el gran Joan Manuel, “todo pasa y todo llega”. Después de un sábado inolvidable, llega la resaca de recuerdos al día siguiente. Además, domingo de partida para volver a casa. Como quedaba todavía tiempo para coger el avión, teníamos que aprovechar la mañana y un poco de la tarde para apurar al máximo estos tres agradables días con los amigos en Barcelona. Lo primero un buen desayuno, pensando en una pastelería-confitería que teníamos cerca. No queríamos repetir el mal trago del desayuno del día anterior.  Después,  arrancar con nuestra ruta de hoy.  Un autobús  nos dejaba en la parte más
alta del Parque Güell. Normalmente, la mayoría del turismo comienza abajo y se dedican a aquellas impresionantes terrazas de Gaudí. Armand nos llevó arriba del todo, donde no suele subir nadie.
Barcelona desde Güell
Una vez que nos dejó el autobús, entramos por una gran cancela y tomamos un sendero muy cómodo al caminar y rodeado de pinos. Lo más que se veía en ese momento eran personas aprovechando el domingo con un buen paseo mañanero o haciendo un poco de ejercicio. Otra cosa interesante de aquella parte alta del parque, era la cantidad de periquitos, y no me refiero a seguidores del Espanyol, sino a loritos pequeños. Muchos eran los que volaban entre las copas de los árboles, acostumbrados y totalmente habituados a ese vergel con vistas al mar. Buen paseo, para que no faltara caminar entre peregrinos, sin
Pórtico de la Lavandera
prisas y bajando continuamente por el zigzagueante camino. Ratos de charlas y de caminar por aquel lugar por el que todavía no se veía bien la ciudad, aunque tuviéramos muestras entre árbol y árbol de que allí estaba. Tardamos muy poco en llegar a la primera obra que vimos de Gaudí, la torre o la colina de las tres cruces. Toda de piedra y escalonada sirvió como mirador perfecto para ver, desde la montaña, la ciudad y el mar. Continuando nuestro caminar terminamos ya abajo en esos lugares tan visitados como el pórtico de la lavandera, el teatro griego, la sala Hipóstila y aquellas preciosas fuentes y escalinatas que ayudaban a subir o bajar en cada uno de esos sitios. Admirados quedamos por el encanto de cualquier rinconcito de aquellas terrazas, de los azulejos y de las irregulares y bellas formas de todo lo que nos rodeaba.
Parque Güell
Salida del parque y volver para recoger las maletas, pero todavía quedaba tiempo. Las dejamos en las consignas de Plaza Cataluña y decidimos irnos desde allí hasta la Barceloneta a comer.
Cristo de Lepanto
Buen, largo y entretenido paseo, ya que una maratón se adueñaba de la ciudad, por la mañana, y una vuelta ciclista lo hacía por la tarde. En más de una ocasión corrimos a la par de los atletas pero con el único fin de cruzar al otro lado. Nuestra primera gran visita sería la Catedral de Santa Eulalia. Impresiona de lejos con esos escalones y la magnífica portada. Bastante me había hablado antes Armand de su famoso Cristo de Lepanto y de cómo, estando en el barco de Juan de Austria en aquella guerra que dejó manco al Príncipe de los Ingenios, esquivó una bala de cañón enemigo y se quedó doblado. Con media cara de sonrisa y otra media de incredulidad miraba yo a mi amigo que posaba con media cara de sonrisa y otra media cara de querer convencerme de algo de lo que tampoco lo veía yo muy convencido. Bella talla que se encontraba en una de las capillas de la Seo catalana.
Y recordando nuestra llegada el primer día, volver a pasear por el barrio Gótico. Impresiona la fachada de la iglesia de San Felipe Neri, totalmente picoteada de los proyectiles de la guerra civil del ’36. Y volver a la Catedral del Mar, para contemplar desde dentro su grandeza y sus
Sabroso arroz negro
hermosas vidrieras. Y caminar hasta llegar a la Barceloneta. Domingo y radiante día hizo que la playa estuviera repleta de gentes. Nosotros, por el largo trecho caminado, con bastantes ganas de comer. Antes un aperitivo en una placita. En el bar Can Ganassa nos tomamos unas cervezas con unas bombas, aperitivo hecho de patata con una salsa que hacía saltar del asiento donde estabas. Por último nuestra comida sería en el mismo paseo de la playa. El restaurante Litoral nos tenía preparado un arroz negro exquisito, con el que nos invitó nuestro buen amigo, cerrando la comida con un orujo blanco que nos hizo recordar los días de frío en la montaña gallega.
Playa de la Barceloneta
Poco más que contar de este maravilloso fin de semana. Los mismos besos y abrazos que a la llegada y la promesa de un próximo encuentro de amigos. Y por encima de todo, El Deseo de Volver a pisar tierras catalanas y de convivir con sus gentes, sus costumbres y, como no, sus comidas.

Pincha aquí para "Barcelona. Gracia, Rivera y El Gótico."

Pincha aquí para "Barcelona. Montserrat, El Modernismo y unos caracoles."

11 comentarios:

  1. Bien, Guillermo. Buen reportaje y muy bien documentado. Es curioso que muchas veces los visitantes foraneos "ven" mas que los residentes, y que gracias a relatos como este, hacen que a uno le guste mas su cidad, que es la de todos, y como ya decia el mencionado "manco de Lepanto", ciudad "archivo de cortesia".
    Y curiosamente, la ultima "batalla" del hidalgo cervantino, fue precisamente en esta plata de la Barceloneta donde con tan buenos amigos celebramos su visita, con este buen arroz negro y el no menos buen orujo.... Si, Guillermo,...hay que repetirlo, donde sea....

    ResponderEliminar
  2. Pues da por hecho que se hará. Aparte de lo del amigo Pablo, tengo en mente una idea para el año que viene. Será cuestión tambien de unos días y te incluyo en el proyecto. Tan sólo te cuento que tendrá que ser en invierno o a principios de la primavera, yo cumpliré la promesa de visita a un amigo y tu devolverás la que recibiste. Haciendolo con tiempo resultará económico. Supongo que con lo que te digo ya sabrás a quien visitar y el visitado tambien lo intuirá si me lee.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pues descartando al amigo Pablo, y lo de Alzira...me pones en un compromiso, Guillermo.
      Si tengo que devolver la visita de un amigo, imagino que común, o sease, un amigo peregrino o similar...dudo entre varios, y a falta de pistas, ¿me ayudas...? Hombre o Muje.

      Eliminar
    2. No hay pistas porque lo tienes muy facil. Pocos hemos sido los que te hemos visitado a Barcelona. Y a menos has correspondido su visita. Si además se junta con que yo le devo una, pues...
      Bueno, te dejo como pista que se podrá hacer volando o nadando, pero imposible caminando.

      Eliminar
    3. Yo, amigo Guillermo, si no es andando no voy. Estoy por eso pensando en "andar" por la cubierta del barco, y asi hacerme algunos kilómetros, que tambien son validos.
      Y ademas de la "sobrasada" que espero comer, "in situ", tambien algún que otro "arroz brut"... aunque aun no tengo claro a quien tenemos que devolver la visita....¿Uno al que hay que ir nadando o volando, sin ser pez ni pajarraco?
      ¿Comer sobrasada y un arroz sin lavar...?
      No se.. no se... pero me suena a un isleño.
      Ja parlarem, amic, i una forta abraçada.

      Eliminar
    4. Pues has dado de lleno. Comeremos sobrasada, el arroz brut, las empanadas de cordero, intentaremos unas de esas calçotadas que les vi al buen amigo a visitar y, lo mas importante, esa maravillosa tierra con lo que me queda pendiente por descubrir de ella, de mano de un anfitrión que no nos va a fallar seguro.

      Eliminar
  3. vale... vale... pues nada que os vaya bien...

    Que buenos recuerdos sobre todo el arroz negro hace años no lo como como el de esas tierras... aunque prefiero arros brut...

    Muy buena experiencia la tuya Guillermo, y gran relatador estás hecho... vas a los detalles intrascendentes , que lo parecen, pero no lo son... Un abrazo...

    ResponderEliminar
  4. Pues no había yo oido hablar de ese arroz brut. Ya me fijaré de aquí en adelante.
    Gracias, Pedro.

    ResponderEliminar
  5. Buenos días Guillermo, lo que dice Pedro del "arròs brut", eso es muy de Mallorca, es un arroz con caldo (sobretodo está mejor en pleno invierno) lleva varias clases de carne mezclada, cerdo, pollo, y aves de caza de temporada, en según que pueblos, se suele añadir bastante pimienta negra, por lo que el resultado ya podrás imaginarlo , eso hace beber algo más de vino, etc..... Un abrazo !!!!!!

    ResponderEliminar
  6. Buenos días, Joan. Pues se probará, amigo, se probará. Además me atrae ese toque picante al arroz.

    ResponderEliminar
  7. este Joan está en todo.... efectivamente por ahí iba y en recuerdo a mis años en Mallorca... que entre los arroces es y era uno de mis preferidos...

    ResponderEliminar