De Guillermo Rodríguez Bernal

lunes, 5 de septiembre de 2016

Málaga.- Frigiliana, Nerja, Torrox, Competa, Velez-Málaga y un paseo pasado por agua.

Axarquía
Axarquía
Verde montaña, azul mar y pequeñas perlas blancas eran la luz que me alumbraba aquella mañana de ese mes agosto que empezaba a apagarse. No creo recordar nada igual como despertar en este trozo de mundo que es la Axarquía malagueña y con el Mediterráneo en la lejanía, dando brillo a la Costa del Sol.  Todo preparado para comenzar mi ruta, desperezándome y con la intención de conocer parte de esta comarca andaluza de la que tanto oí hablar y que sólo de paso disfruté.
Frigiliana
Calles de Frigiliana
En nada, y después de unas curvas, mis pies empiezan a pasear pisando esas piedras de distintos tonos que con tanto gusto adornas las calles de Frigiliana. Vías estrechas y en cuesta que serpentean continuamente. Casas vestidas de blanco inmaculado que sólo rompen el verde de las plantas y el rojo y el rosa de geranios y gitanillas en tiestos colgados en sus fachadas. Azulejos en sus esquinas, que nos cuentan historias de los que antes moraban y daban vida a este pueblo, donde los moros no eran tan malos y los
Frigiliana
Azulejos por las calles de Frigiliana
cristianos tan buenos. Fuentes que persisten en traer el agua fresca de más arriba y que reflejan el paso y la convivencia, mejor o peor, de las tres culturas. Hasta la puerta, las ventanas y el campanario de la iglesia de San Antonio de Padua se tiñen de albino para sentirse en armonía con todo lo que le rodea. Edificios que te muestra, enseña y enriquece de pasado y presente del pueblo, como la casa del apero, al convertirse en biblioteca, museo y escaparate de las preciosas vistas desde sus terrazas cercanas a modo de mirador. Y no me olvido de “El Ingenio”, caserón renacentista que alberga la única fábrica de miel de caña de toda Europa, todavía dando sabor dulce a todos los que nos acercamos.

Frigiliana
Iglesia de San Antonio de Padua, calle Garral y fuente con los símbolos de las tres culturas
Nerja
Playa Calahonda desde el Balcón de Europa en Nerja
Dejándonos caer, llegamos ahora hasta el mismo corazón de Nerja y su amplio aparcamiento. Me recibe su ayuntamiento primero y la iglesia de El Salvador después. Dando vida cientos de familias que tienen esta localidad como referencia en sus vacaciones estivales y que a esta hora pueblan el centro de Nerja. A dos pasos el Balcón de Europa, redondo mirador que sirve de imagen a la localidad y que te permite adentrarte un poco en el mar para contemplar la hermosa ubicación de lo que ahora visitamos. Justo abajo, la playa Calahonda ya empieza a cubrirse de toallas y sombrillas, vista desde esas barandas
Parque Verano Azul
Parque Verano Azul
tan características de este balcón al mar y del mar. La calle Pintada y la Carabeo, con sus blancas fachadas y sus balcones, es un rebozar de gentes y tiendas de todo tipo y por esta última, después de un agradable paseo, llegamos a la playa Burriana, mucho más extensa y con sitio para todos. A la salida del casco histórico la siempre abierta ermita de las Angustias y un poco más adelante el parque de Verano Azul, donde no faltan abuelos con su petanca, niños disfrutando de columpios y recuerdos para los menos niños de lo que fue esa serie televisiva en su tiempo.
Acueducto del Águila
Acueducto del Águila
Antes de salir de Nerja varias opciones. Visitar sus cuevas, muy conocidas y con un amplio recorrido. Antes de llegar, una parada en el arcén para ver con detalle el acueducto del Aguila, vistoso por sus colores y que ayudaba a llevar agua a Maro, allá por el XIX. Otra opción es la de una buena y original ruta de senderismo. Caminar sobre el agua que baja por el río Chillar pasando por sus Cahorros y terminando la caminata con un buen baño en el Vado de los Patos, unas de las numerosas balsas de agua que tiene esta parte del río.
Río Chillar
Río Chillar
Me acerco a Torrox y comienzo a descender caminando desde su parte más alta. Nuevas herencias moriscas con callejones estrechos, blancas casas cargadas de macetas, hornacinas con santos en alguna que otra esquina y vertiginosas pendientes para pasar de una a otra calle.
Torrox
Plaza de la Constitución en Torrox
Ambiente sereno, olor a comidas, conversaciones familiares escuchadas desde sus puertas de par en par con cortinas para mantener el fresco dentro y las miradas ajenas pero amables al ver un extraño entre sus callejuelas. Al poco, rompiendo con todo, el rojo de la ermita de San Roque me invita a seguir bajando y caminando entre callejuelas. En nada, el busto de Almanzor me saluda e invita a pasar a la Plaza de la Constitución. Se rompe el silencio con el bullicio de la gente que disfruta en los veladores de los bares de algo fresco y alguna tapa. A modo de sombra, multitud de paraguas de colores nos cobijan de las temperaturas que empiezan a apretar a esa hora del día. Del suelo, decenas de chorros de agua hacen jugar a los niños, corriendo y saltando de unos a otros y manteniéndolos frescos. Unos metros más arriba, el campanario de la iglesia de Nuestra Señora de la Encarnación parece ser testigo del paso del tiempo y que seguro que se preguntará cuanto ha cambiado todo desde que colocaron su última campana.
Cómpeta
Paseo de las Tradiciones de Cómpeta
No quiero acabar el día y continúo carretera arriba. Después de bastantes kilómetros llego a Cómpeta, para volver a bajar caminando desde arriba del todo. Calles más empinada y más estrecha si cabe, con ese aire morisco que caracteriza a estos pueblos axárquicos. Un verdadero laberinto donde las calles son comunicaciones entre casas y patios comunes a la vez. De nuevo el blanco y las plantas como vestimenta del hogar de los competeños. Me topo con la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, para descubrir en uno de sus costados el Paseo de las Tradiciones. Arcos con azulejos nos cuentan la vida y milagros de los del lugar en su día a día con las labores del campo y sus costumbres. Presidiendo el paseo, un monumento en bronce dedicado al fandango de Cómpeta.
Cómpeta
Calles de Cómpeta, monumento al Fandango y Casas Colgantes
Cómpeta
Plaza de la Vendimia en Cómpeta
Pero mucho de esta localidad es el vino. Llego a la plaza de la Vendimia y me parece vivir esa fiesta dedicada al vino cada 15 de agosto. Desde ese balcón, casas colgantes como las de Cuenca y la figura de un vendimiador en bronce cargando sobre su cabeza con la uva. A sus pies una leyenda que nos dice “Un año largo de espera, de trabajo y de sudor, pronto tendrá recompensa para el buen agricultor”. Sobre una de sus paredes, el lugar donde se pisa la uva en esas fiestas, de nuevo con la figura del azulejo como muestra de esta antigua tradición.
Velez-Málaga
Nazareno en la Plaza de la Constitución
Dejo para el final la capital de la Axarquía. Vélez-Málaga se nos aparece tranquila. Estoy en la plaza de las Carmelitas y las puertas de la iglesia del convento están abiertas, es hora de misa. Por intuición me dejo llevar y aparezco en la plaza de San Francisco, con su convento a un lado y la señorial casa-palacio del marqués de Beniel en frente. A sus pies, a la sombra de un olivo, nuestro Príncipe de los Ingenios parece descansar con la lectura de un libro. Toca coronar uno de los cerros, el de San Cristóbal, para visitar la ermita de la Virgen de los Remedios. Creo que son las mejores vistas de este pueblo las que encontramos desde los distintos miradores que tiene. Al bajar busco la torre de la iglesia de San Juan Bautista para llegar a ella. La imagen de un nazareno en su cercanía me hace ver que Vélez-Málaga es cofrade y la reproducción de sus murallas me hace intuir que estoy a dos pasos de las edificaciones más antiguas de esta villa.
Velez-Málaga
Santisimo Cristo de los Vigías en Museo de la Semana Santa
La puerta Real me da paso a algo ya conocido, las primeras casas que poblaron Vélez y esa estructura serpenteante de casas blancas y callejones escondidos. Barrio de etnia gitana que hacen de la calle sus casas y de sus vecinos familia. Coronando, la iglesia de Santa María de la Encarnación convertida en museo de la Semana Santa. Bellísima colección de figuras cofrades, ordenada exposición de los abalorios de las procesiones e interesantes documentales de los orígenes procesionales y la vivencia de los pasos cofrades por esta localidad. Sólo queda coronar su segundo cerro que nos lleva al castillo, alcazaba nazarí que corona el pueblo. Ya de vuelta, paso por la plaza del Carmen y admiro el monumento en bronce a Juan Breva, cantaor de la villa que vivió rico y murió pobre. Digno merecimiento el que le hacen sus vecinos junto al teatro del Carmen.
Vélez-Málaga
Vélez-Málaga desde San Cristóbal, Juan Breva y Vélez desde Santa María
Y vuelvo al principio, mientras conduzco tengo a mi derecha el Mediterraneo y a mi izquierda la sierra. Mi mente se abstrae pensando cuando será la próxima vez que disfrutaré de esta tierra. El Deseo de Volver queda latente por todo lo que me queda por descubrir todavía y por seguir disfrutando del verde de sus montañas, el azul de sus aguas y de esas pequeñas perlas blancas en las que uno desearía vivir para siempre.

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