De Guillermo Rodríguez Bernal

lunes, 28 de abril de 2014

Arrés.

Jaca
Saliendo de Jaca
Puede que alguno despertara a nuestro paso por las calles de Jaca. Los bastones de dos peregrinos buscando occidente resonaban sobre los adoquines de la localidad. Primero la torre del reloj y su rey Sancho, y después la iglesia de Santiago, sobria como la conocía un año antes paseando de turista por esta tierras. Después, el caminar por senderos pegados a la carretera donde andar se hace anodino y casi de trámite para cumplir con tu objetivo del día.
Pero no hay etapa mala en estos caminos que conducen a Santiago. Primero, el sentimiento de dejar a un lado la subida a San Juan de la Peña, ya la conocíamos de otros tiempos y había que reservar fuerzas para nuestra meta de hoy, y un poco más adelante las preciosas vistas del balcón del Canal del Berdún, que te hace una idea de la tierra que pisas y acabas asombrado de esa montaña oscense que te rodea.
Santa Cilia
Santa Cilia
Llegas a Santa Cilia y, como no, allí está Santiago esperando tu llegada. Por desgracia sólo él, ya que el resto del pueblo se nos presenta como muerto, con sus bares cerrados y con dos peregrinos que se conforman con alguna galleta comprada días antes, con tal de matar el hambre que da el caminar.
Continuar y empezar a encontrar muestras de que otros peregrinos se nos adelantaron en el caminar. En un paisaje fantástico miles de piedras, bordeando nuestro sendero, apiladas una encima de otras te hacían sentir caminante y peregrino. Pirámides de piedras nos rodeaban de todos aquellos que pasaron por allí igual que nosotros lo hacíamos ahora, dando al lugar la magia que se necesita para seguir, para continuar hasta la llegada. Después, volver al acompañamiento de nuestro río, el Aragón, majestuoso, más ancho y con más caudal que nunca, y peregrinando ya a nuestro paso hasta la llegada a Puente la Reina de Jaca. Corto se queda el impresionante puente construido a su paso en esta localidad, para ese sentimiento que brota en el peregrino al ir acompañándolo.
Cerca de Puente la Reina de Jaca
Otros peregrinos pasaron por aquí
Arrés
Casa de las sonrisas de Arrés
Pero todo estaba por ver. Mejor, todo estaba por sentir. Era pasar este hermoso puente y comenzar la tremenda subida que te llevaba a Arrés. Allí estaba aquel lugar peregrino por excelencia. La "casa de las sonrisas" nos esperaba en nuestra llegada. Hospitaleros voluntarios, Dario y Santi, nos hicieron sentir, a todos los que estábamos allí, ese espíritu peregrino que todos guardamos y que resurgen en lugares como éste. No importaba dormir apilados en unos metros cuadrados y tener baños más que reducidos, cuando la acogida y la estancia se hacen de forma tan familiar y amigable como ésta. La visita a la iglesia, las vistas desde aquel precioso cerro donde se ubica, la preparación de la cena y, quizás lo más importante, la unión de todos los que íbamos caminado haciendo, de la tarde-noche, un momento para nunca olvidar y que te recompensa de esa batalla del día a día en nuestro caminar.
Buen descanso para partir hacía Ruesta al amanecer. La pena del cierre de uno de los albergues de este camino. Artieda se queda sin albergue ni lugar de comer.

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