De Guillermo Rodríguez Bernal

domingo, 5 de febrero de 2012

El Gran Esla (1ª parte).

El gran Esla
El gran Esla
Hola peregrinos. Soy el Esla, aunque los romanos me conocieran como Astura Flumina, y acabo de nacer en el macizo de Mampodre en León. Veo la cordillera cantábrica a mi alrededor, a lo lejos tengo a Maraña y voy rápido, muy rápido. El embalse de Riaño me espera, ayudándome el río Yuso a hacerlo grande. Bajo mis aguas veo sepultados los pueblos que habitaban estas montañas y el renacer de nuevos a mis orillas, para aquellas gentes que habitaran estas tierras.  Después continúo hacía el sur y contemplo la vida a mi alrededor en pueblos como Crémedes, Cistierna, Gradefes, La Aldea del Puente, hasta que llego a Mansilla Las Mulas.
Mansilla las Mulas
El Esla en Mansilla las Mulas
Es donde os conozco. Os veo pasar gracias a aquellos que construyeron su puente de ocho arcos, allá por el siglo XII, en el medievo. Sé que venís por la Senda Galiana, aquella que traía gentes de más allá de los Pirineos para encontrarse con el apóstol Santiago. Vais con vuestra casa a cuestas, cansados pero con un brillo especial en los ojos, disfrutando cada paso que dais. Desde arriba, os apoyáis sobre la baranda y dejáis pasar el tiempo con el tintineo que mis aguas hacen al discurrir. Al pasar bajo el puente, os veo seguir con vuestro caminar, ya de espaldas a mí, y continúo pegado a las murallas de esta villa sabiendo ya como es un peregrino. Voy dejando atrás Mansilla.
Al poco tiempo, a mi derecha, veo acercarse otro río.
- Hola, ¿quién eres?
- Soy el Porma y vengo de la sierra de Mongayo. Traigo mis aguas y mis historias para hacer más grande al gran Esla.
- ¿Viste a peregrinos caminando a Santiago?
Puente Vilarente
El Porma en Puente Vilarente
- No sólo eso, sino que fui testigo de una bonita historia de amor al paso de Puente Villarente y su puente de veinte arcos. Un peregrino, llamado Pedro, llegó muy enfermo de tabardillo, aparte del cansancio y las fatigas pasadas. Isabel, hija de labradores de Sahagún, lo atendió con mil cuidados hasta su sanación en el antiguo hospital cerca del puente. A orillas de mis aguas se juraron amor, pero él tenía que cumplir con su peregrinación. Debajo de uno de los arcos, en una piedra, Isabel grabo el contorno de sus manos y una cruz con una navaja. Le pidió que a la vuelta posara allí su mano y gritara su nombre. Pedro volvió un día antes de la cita, pero las continuas lluvias hicieron que yo fuera totalmente desbordado. Por más que lo intentó, la violencia de mis aguas hacía que no lograra llegar al sitio. Desfallecido, buscó cobijo y esperó al día siguiente, rezando al apóstol para que le ayudara en tan difícil empresa. Amanecido, mis aguas arrastraban gran cantidad de piedra y tierra que formaron una represa, dejando libre la roca deseada. Pedro se acercó, posó su mano, gritó su nombre e Isabel apareció. Juntos para siempre.
Terminaba el Porma su historia, cuando un nuevo río aparecía por mi derecha, justo detrás del pueblo de Villaroañe, por el que pasaba en ese momento.
- Hola, ¿quién eres?
- Soy el Bernesga y vengo un poco más arriba del Puerto de Pajares. Traigo mis aguas y mis historias para hacer más grande al gran Esla.
- ¿Viste a peregrinos caminando a Santiago?
León
Paseo Papalaguinda en León
- Muchos vimos yo y mi afluente el Torio cuando atravesamos la ciudad de León. Empecé a disfrutar de ellos cuando pasaban el Puente de Piedra pegado al Hostal de San Marcos. Tenían cara de asombro al contemplar el bello plateresco de su fachada. Iba muy rápido, con continuos saltos en mis aguas. Los peregrinos paseaban, más que caminaban, justo a mi lado y en sentido contrario, por ese magnifico paseo de Papalaguinda. Escuchaba las aventuras vividas, la ilusión de las que quedaban por llegar y su deseo de acabar en Santiago sin problemas. Charlas y risas que apagaban el sonar de mis aguas. Llego un momento que dejé de verlos, justo a la altura del coso leones y ya no supe mas de ellos.
León
El Bernesga en León
Continúo hacia el sur por aquella vega a la que pusieron mi nombre y cargado de historias peregrinas durante bastantes kilómetros. Paso por pueblos como Ardón, Benamarcel, Valencia de don Juan y Villafer. Y justo antes de llegar a Castrogonzalo, se me une otro compañero por la izquierda.
- Hola, ¿quién eres?
- Soy el Cea y vengo de las Peñas Prietas, del manantial de la Fuente del Pescado. Traigo mis aguas y mis historias para hacer más grande al gran Esla.
- ¿Viste a peregrinos caminando a Santiago?
Sahagún
Iglesia de San Tirso en Sahagún
- Claro que los vi. Me atravesaban por el puente Canto, a mi paso por Sahagún. Otros lo llaman Puente de Piedra o Puente Mayor. Se suelen sentar cerca de mí, a los pies de un crucero que hace poco colocaron. Es el mejor sitio para contemplar ese puente de origen romano, al que mis aguas vieron como poco a poco lo transformaban, a lo largo de los siglos, haciendo de él lo que es ahora. Fascinados hablan de Sahagún, cuentan la belleza de su iglesia de San Tirso, con ese cabecero mudéjar único por estas tierras, de sus calles, sus gentes y de lo pictórico del arco de San Benito.
Sahagún
Puente Canto del Cea en Sahagún
Contento iba hacía el sur y repleto de agua de los arroyuelos de la vega. En el sitio menos inesperado veo a lo lejos un puente. -¿Pasarán peregrinos?- me pregunté. Era de hierro y por su estrechez parecía hecho para vías de tren.
El gran Esla
El Esla cerca de Villanueva de Azoague
Muy cerca tenía a Villanueva de Azoague y mis sueños se hicieron realidad. Sobre las chapas de aquel puente sonaban los pasos y los golpes de bordón de peregrinos camino de Santiago. Hablaban de lo duro de caminar entre piedras, zarzas y travesaños de raíles. Venían caminando desde Sevilla, en la llamada Vía de la Plata, para llegar a Astorga. Yo que sentía admiración por ellos, quedaban admirados de mí por la anchura que llevaba por esas tierras. Por más despacio que trataba de ir, se hacía imposible pararme a seguir escuchándolos y continuaba bajando hasta el siguiente encuentro, que me hiciera saber de ellos.
Todavía se escuchaban sus pasos, cuando por la derecha aparece otro nuevo río.
- Hola, ¿quién eres?
- Soy el Órbigo y vengo de Santiago del Molinillo. Traigo mis aguas y mis historias para hacer más grande al gran Esla.
- ¿Viste a peregrinos caminando a Santiago?

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