De Guillermo Rodríguez Bernal

martes, 7 de febrero de 2012

El gran Esla (2ª parte).

- Hola, ¿quién eres?
- Soy el Órbigo y vengo de Santiago del Molinillo. Traigo mis aguas y mis historias para hacer más grande al gran Esla.
- ¿Viste a peregrinos caminando a Santiago?
Hospital de Órbigo
El Órbigo en Hospital de Órbigo
       - Como iba a no verlos, por mí y por los ríos que desembocaron en mí. Además de dos caminos diferentes. En el camino que viene de Roncesvalles, paso por Hospital de Órbigo, donde ahora arreglan su puente. Es llamado de El Passo Horrosso, y según oí contar a un peregrino, fue testigo de cómo un noble del reino de León, Suero de Quiñones, al ser rechazadas sus pretensiones hacía una dama, doña Leonor de Tovar,
Hospital de Órbigo
El Passo Honrosso
decidió enfrentarse él sólo a cientos de caballeros en defensa de su honor. Decían que mis aguas se teñían de rojo de la sangre de tan valerosos caballeros. Otras historias cuentan que tan sólo se trataba de justas en los que nadie salió herido. Nuestro caballero llevaba al cuello una argolla metálica de doña Leonor que, terminadas las justas y tras vencer a cien caballeros a razón de tres lanzas por cada uno, llevó en peregrinación a Santiago formando parte del relicario del apóstol.

- Y cuando te encontraste de nuevo con peregrinos, Órbigo.
- Pues fue cerca de Maire de Castroponte, esta vez en la Vía de la Plata. De lejos se ve el magnífico puente de La Vizana, dado por el nombre de la región que atravieso. Voy ancho, rápido, con multitud de saltos y cargado de peces, que hacen las delicias de los del lugar para la pesca. Los peregrinos se sientan a mi orilla y relatan sus aventuras desde Andalucía y a través de Extremadura. Mis aguas fueron testigo de cómo los romanos hicieron dicho puente, para su calzada hasta Astorga, y de cómo los franceses lo volaron a su paso por él. Pronto lo reconstruyeron y sigue, hasta nuestros días,  ayudando a peregrinos a cruzarme.
Maire de Castroponte
El Órbigo con el puente de la Vizana en Maire de Castroponte
Todavía no había llegado a Bretó, cuando vuelvo a escuchar murmullo de aguas que no son las mías. A mi derecha se me acerca uno más al que le pregunto.
- Hola, ¿quién eres?
- Soy el Tera y vengo de la sierra de Vigo, en la provincia de Zamora. Traigo mis aguas y mis historias para hacer más grande al gran Esla.
- ¿Viste a peregrinos caminando a Santiago?
Rionegro del Puente
El río Negro en Rionegro del Puente
       - Muchos y en diferentes sitios. Caminan por lo que llaman el Camino Sanabrés, supongo que cogiendo el nombre de un lago al que me uno cerca de mi nacimiento. Mi primer encuentro con ellos fue en Puebla de Sanabria. Junto con mi afluente, el río Castro, fuimos testigo de muchas de sus historias. Después, cuando mis aguas se estancan en el embalse de Cernadilla, pasan muy cerca en su caminar a la altura de Entrepeñas. Vuelvo a tener noticias de ellos cuando se une a mí el río Negro. Me cuenta mi afluente, que se sorprenden mucho de ver sus aguas tan oscuras. Puede que no sepan que lleva aguas puras y transparentes, pero su fondo hace que aparezcan a sus ojos de ese color. Pero cuando más disfruto de ellos es cuando me bordean en un nuevo embalse con el que ralentizaron de nuevo mis aguas. El embalse de Ntra. Sra.
Ntra Sra Agabanzal
Embalse de Ntra Sra de Agabanzal
de Agabanzal provoca que los tenga muy cerca. No paran de fotografiarme en esa zona cerca de Villar de Farfón, donde dicen caminar placenteramente acompañándome. Un poco más adelante, suelen mojar sus pies en mis aguas en La Barca, en aquella zona llena de gentes disfrutando de mi ribera, sobre todo los días de fiestas. Pero sin lugar a dudas es en Santa Marta y en Santa Croya donde su presencia se hace más peregrina y más mágica si cabe. Cuando paso por el puente que une las dos poblaciones, los peregrinos aprietan el paso. Están locos por ver al rey, dueño y señor de las tierras por donde transcurro. Él es pequeño y modesto. Mora a las espaldas de su iglesia, en Santa Marta, velando por los que antes lo veneraron. Es Santiago peregrino. Cuentan que el más antiguo que en España se conoce. Mi velocidad impide que lo pueda ver yo también y, al paso de Santa Croya veo a estos peregrinos por última vez, en el paseo más bonito de todo mi recorrido.
Río Tera
El Tera a su paso por Santa Croya de Tera y el Santiago peregrino de Santa Marta de Tera
Todas mis aguas estaban admiradas de lo contado por este río tan peregrino que se les acababa de unir. El anhelo por encontrarme de nuevo con ellos era cada vez más fuerte. Nunca podría imaginar en mi nacimiento, el encontrarme
Puente Quintos
El gran Esla en el Puente Quintos
con tal abundancia de relatos peregrinos de tan importantes ríos en las rutas que llevan al apóstol Santiago. Pero algo me decía que muy pronto disfrutaría de nuevo de su presencia. Y poco se hizo esperar, porque virando hacia el oeste, me veo entre asfalto a mi derecha y sendero a mi izquierda, a mis peregrinos de nuevo. Desde las ruinas de un antiguo puente veo al Puente Quintos, estoy en el Sanabrés. Se paran desde lo alto del puente de nueve arcos a mirar lo escarpado de las montañas que me rodean y lo transparente de mis aguas por ese paso. Muchos de ellos acaban de comenzar en Granja de Moreruela y se nota la ilusión del primer día de Camino. Su destino para esta jornada es la patria chica del poeta por excelencia de nuestros caminos y del Mozárabe en particular: León Felipe. Pero todavía le quedan kilómetros para llegar a Tábara. Ellos continúan por su Camino y yo por el mío. Debo continuar.
Montamarta
Embalse de Ricobayo en Montamarta
En poco tiempo estoy en el embalse de Ricobayo. Procedentes de Sevilla, los peregrinos me rodeaban por todos lados. Como iba un poco crecido, de las lluvias de días pasados, los tenía más pegados aún de lo que podía esperar. Casi llego a tocarlos. En mi fondo, enclavados en el suelo, las piedras dibujaban flechas de color amarillo que indicaban por donde caminar. Aunque ellos se dejaban guiar por mi orilla. Se fotografían conmigo y junto a las ruinas de Castrotarafe. Y ocupo tantas poblaciones por aquellas tierras, que mi cola llega hasta Montamarta, que es donde me ven por primera vez desde su caminar desde Andalucía.  También, presiento que es el último sitio por donde los veré yo a ellos. Los veo alejarse subiendo la cuesta junto a la ermita de la Virgen del Castillo. Mereció la pena haberlos conocido.
En mi continuar, esta vez soy yo el que veo que me encamino derecho a un río. Es el Duero y vengo a morir a él. Y al recibir mis aguas, me pregunta:
- Hola, ¿quién eres?
- Soy el Esla y vengo del macizo de Mampodre en León. Traigo mis aguas y mis historias para hacer más grande al gran Duero.
- ¿Viste a peregrinos caminando a Santiago?
- Sí, Duero, sí que los ví.

El Gran Esla
El Gran Esla

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