De Guillermo Rodríguez Bernal

sábado, 26 de octubre de 2024

Villaharta.

Cuartel Cerro Muriano
Brigada X de Guzmán el Bueno
Queriendo amanecer, la luna se nos mostraba brillante y con un halo de nubes alrededor que no se atrevían a ocultarla. El silencio del despertar de aquel sábado lo rompían nuestro bastones al caminar, las conversaciones de camioneros reunidos a la salida de la barriada de Cerro Muriano y una musiquilla lejana de corneta que apenas se percibía y que no escuchaba desde los despertares de hace más de cuarenta años. Melodía que tiene por nombre el de aquella diosa virgen y romana de la caza, protectora de la naturaleza y la Luna y que provenía del famoso cuartel por el que es tan conocida aquella localidad. Mañana un poco fresca que invitaba a caminar, veinte kilómetros delante de nosotros por recorrer y el rocío todavía pegado a esos vehículos militares que veíamos detrás de una valla que lo separaban de aquel carril bici por el que íbamos. En ese momento, únicamente nosotros y los soldados de la policía militar apostados a la entrada del recinto, suponiendo que deseando que terminara de amanecer para el relevo y el descanso.

miércoles, 23 de octubre de 2024

Cerro Muriano

Vientos de Cambio
Vientos de Cambio

Empezaba a despertar la ciudad del Califa en nuestro nuevo caminar de aquella mañana. El amanecer, sin hacer sombras todavía, hacía aligerar el paso a aquellos a los que se les hacía tarde entrar a trabajar y a mirar al cielo a los que simplemente daban un paseo pensando en qué día haría hoy. Se desperezaba Córdoba extendiendo aquellos largos brazos que la cruzaban en nuestro andar por la avenida de la Libertad, a un lado, y a la de Al Nasir al otro. Partíamos de allí para retomar aquel mozárabe olvidado en años y que sirvió para volver a colgarnos una mochila con vieira y cruz de Santiago. Sentíamos de nuevo esa felicidad caminera que hace mantener la sonrisa por duros que sean los pasos a dar.