De Guillermo Rodríguez Bernal

sábado, 5 de enero de 2013

Gipuzkoa. Hondarribia, Zarautz, Getaria, Zumaia y señales amarillas.

Barrio de pescadores en Saint Jean de Luz
Aquel control en la frontera con Hendaye provocó que empezáramos a disfrutar de la visita a Saint Jean de Luz un poco mas tarde de lo previsto. De todos modos no nos privó, aquella fresca mañana de septiembre, de dar un paseo por esta localidad francesa de la costa vasca. Primero por sus calles, para encontrarnos con la iglesia dedicada a San Juan Bautista, austera por fuera pero bellísima por dentro, y aquel palacio que fue testigo de la boda de Luis XIV con una grande de Castilla. Después por su playa, tratando de adivinar como salían a la mar los calificados como mejores arponeros de Europa o como se embarcaban los terribles y temidos corsarios de aquellas tierras. Ahora disfrutábamos de la tranquilidad de los veraneantes en su balneario y de un singular paseo por las apartadas casas de su antiguo puerto pesquero.
Barrio de pescadores en Hondarribia
Puerta de acceso al casco viejo de Hondarribia
La vuelta por la carretera para, una vez atravesado el Bidasoa, acercarnos a Hondarribia. Gran paseo por las casas del barrio de los pescadores. Balcones verdes, rojos, azules, amarillos, adornados en su mayoría con macetas y jardineras de flores de todo tipo. Un placer para la vista que te hacía caminar despacio por aquellas peatonales calles estrechas y llenas de vida. Luego pasar al casco viejo, entrando por una de las puertas que atravesaban la ancha muralla que en su día dio cobijo y protección al pueblo de las lides con el tan cercano país vecino.
Torre de Santa María de la Asunción y del Manzano en Hondarribia
El arco de entrada nos daba paso a la esplendorosa plaza de Gipuzkoa, donde a la sombra de sus soportales tomamos unas cervezas con algún que otro pintxo, servidos por una simpática vasca de madre utrerana. Después, la admiración por la cantidad de casas señoriales que lo pueblan, la bonita torre de la iglesia de Santa María de la Asunción y del Manzano, alta y vista desde casi todo el casco, y salir por la monumental puerta de San Nicolás, donde la custodia un zapador con serrucho en lastre, que hace las delicias de todos los que quieren guardar una buena foto de su paso por la antigua Fuenterrabía.
Desde la Playa de Zarautz
Fue el momento de dar un buen salto pasando por encima a Irún y Donostia, para caer en Zarautz, aquella villa de la que dicen que vio como en tiempos sus habitantes construyeron la nao Victoria, navío que ayudo a Juan Sebastián Elcano a ser el primero en dar la vuelta al mundo. Nuevo paseo por su larga playa, “La reina de las playas”, en la que muchos disfrutaban del alto oleaje con un bañador y una tabla bajo sus pies.
Significativo, lo bonito de encontrarte toda una hilera de pequeños banquitos azules de madera para dos personas junto con una silla de enea para ratos de charlas al borde del mar. Cómodo aquel ancho paseo marítimo lleno de veraneantes que, a la vez que nosotros, disfrutaban de ese maravilloso día y de la brisa venida del Cantábrico. A la vista, la sinuosa carretera que parecía la unión de la roca y el mar. Carretera que después tomaríamos para nuestra siguiente visita del día. Pero ahora era tiempo para comer y recuperar fuerzas para continuar.
Juan Sebastián Elcano en Getaria
Aquella serpenteante carretera pegada al mar y a la pared de roca nos llevó a Getaria, villa que lleva a orgullo que uno de sus hijos fuera Juan Sebastián Elcano y de tener uno de sus vinos denominación de origen, el chacolí de Getaria. Lo primero que se te viene a la vista es el monumento dedicado a la memoria del marino, que sirve de magnifica atalaya para ver el casco antiguo y el puerto de la villa. Este casco de calles largas y paralelas con grandes desniveles que te acercan a San Salvador, iglesia atípica donde las haya al encontrarnos su planta con casi, y aquí quizás exagere un poco, las mismas subidas y bajadas que tienen sus calles. Sus casas, como las típicas casas costeras vascas, en las que bastantes de ellas dejaban ver las ropas de los que las habitan, colgadas en tendederos para que se sequen.
Fuente de San Juan en Zumaia
Se hacía tarde, así que continuamos hasta Zumaia. Aparcar y acompañar al Urola hasta su desembocadura, queriéndolo seguir por aquel largo espigón que se adentraba en el mar. Encontrarnos con algunos zumaianos, que pacientes esperaban con su caña el premio para la cena de la noche. El atardecer, lo gris que se volvió el cielo y su reflejo en un mar revuelto, daban un bello aspecto a aquel punto donde nos encontrábamos en ese momento. De vuelta a la localidad, callejear para descubrir a la Juan Belmonte Kalea, en memoría del torero sevillano que mucho se dejó caer por aquellas tierras; la iglesía de San Pedro Apostol, sobría por fuera y con un bello gótico por dentro; la fachada de la casa de Zuloaga, con sus dos enorme blasones en la fachada y la bella marquesina de su tejado; y la fuente de San Juan, donde aquella paciente señora espera que se llenara su cubo de cada día.
Atardecer en Zumaia
No puedo olvidar el recuerdo, en cada uno de los pueblos visitados, de las señales amarillas amigas que marcan el paso de los que caminan buscando el oeste, por aquella maravillosa costa vasca. La costa que es testigo del paso de los peregrinos que eligen el Camino del Norte para llegar a Santiago.
Camino del Norte a su paso por Hondarribia, Zarautz y Zumaia en Gipuzkoa

16 comentarios:

  1. Como siempre, estoy pisando estas villas vascas de tú mano, amigo.
    Magnífica exposición de estas vivencias, que hacen que se desee ya poder ser el protagonista de ellas, siguiendo tus pasos.
    Muy bien, Guillermo.

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    1. Gracias Armand. Algún día se harán caminando. Espero que sea pronto.

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  2. Realmente España es mágica, tiene rincones maravillosos. Precioso relato.

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  3. Clara exposición, muy bien Willy...

    ¿no me digas que no fuiste a Arguiñano a disfrutar de su menú de degustación para caminantes y demás seres ja ja? es todo un arte para el paladar la última vez, hará dos años, estaba en unos 40 euros, bebidas no incluidas, te aseguro que si me gusta hacer ese camino aparte de.... es por la glotonería y disfrute del comer...

    Como hablas de que algún día se hará, toma nota amigo...

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    1. Aparcamos el coche justo al lado, pero no lo vimos. Recuerdo que me lo dijiste. La cosa es que después caminamos en dirección contraria. Cuando cogimos el coche para continuar fue cuando nos dimos cuenta que estábamos al lado. Pa otra vez.

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  4. Por cierto Willy la foto de atardecer en Zumaia preciosa, me gustó cantidad si señor...

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    1. Claro ejemplo de que el color del mar depende del estado de ánimos del cielo.

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    2. lo que faltaba, que nos hagas comentarios entre filosóficos y místicos.... si vas a resultar un perfecto Blogeador para seguirte incondicionalmente... como a la Alicia... me la copio y la subo en fb... ja ja...

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    3. Ha quedado bien el comentario, hombre. Alicia es la bloguera por excelencia ahora mismo, además con motivos más que justificados. Lo que no me queda claro es que vas a suber al FB, si las razones de Alicia y mi post de Euskadi.

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    4. Ni una cosa ni otra... solamente un piscolabis de tu post... sin referencias concretas... pero eso si puedes ponerlo tu para que se sepa donde está la foto objeto del comentario.... ;)

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    5. Bueno, pues te cuelgo en el muro la foto.

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  5. Me encanta Guillermo. Guardo muy buenos recuerdos de Euskadi. Mi hijo realizó sus estidios en San Sebastian y hemos recorrido bastante la zona. Y tú lo cuentas tan bien... Que es una delicia! Gracias

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    1. Gracias a ti Pilar. Me alegra traerte esos recuerdos de esta tierra tan especial.

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  6. Mi querida buena amiga y peregrina Izarra me pide que cuelgue este texto por aquí, como comentario a mi post.

    "Gracias Guillermo por describir con tanta precisión y cariño esta bendita tierra Euskal Herria de la que soy, amo y habito. Se nota que te gusta y que sabes mirarla.

    Todavía te quedan muchos lugares por conocer y sabes que me tendrás siempre a tu lado para informarte, acompañarte cuando quieras o se pueda y en tu paso por mi casa nunca te faltará mi sopita de pescado.

    También espero que este año pueda comer en la tuya ese bacalao al Pil Pil que has aprendido a cocinar. A esto es a lo que yo llamo intercambio gastroculturalafectivo
    ¡¡¡ TOOOOMA !!!

    Agurrrrrrr amigo.

    Izarra"

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    1. Ni que decir tiene, que he aprendido a querer a esta bendita tierra de tu mano. Gracias por haber estado ahí.
      Sabes que volveré para todos esos rincones no vistos hasta ahora, con lo que la visita a Bilbao está asegurada (Esa sopa de pescado no me la pierdo). Ni que decir tiene que espero tu visita y ese bacalao con las cosillas de estas tierras las disfrutaremos junto a mi familia en casa.
      Un fuerte beso desde Castilleja y agur amiga.

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