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Empezando a bajar desde el Calatraveño |
Nos dejamos ir en el despertar de
aquella fría mañana. Esperamos con un buen desayuno a que rompiera el amanecer
para evitar ese frío que provoca la salida del astro rey. A pesar de que la
baja temperatura calaba, un pequeño repecho se encargó de mitigar un poco la
sensación de frío que parecía querer adueñarse de nosotros. Fue allí, en aquel
cruce que desviaba al Puerto del Calatraveño, donde eche la vista a un lado. Posiblemente,
quise imaginar los pasos del Marqués de Santillana cuando, partiendo de allí
camino de Santa María, se encontrara en un verde prado de rosas y flores a la
moza más hermosa: La vaquera de la Finojosa, según me contaba mi amigo Armand
de la boca del poeta de Carrión de los Condes. Así afrontábamos la gélida mañana
camino de Alcaracejos.