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Monasterio de Santa María Xunqueira de Ambía |
Las
diez y diez de la mañana nos marcaba el reloj del monasterio de Santa María. Mi
deseo de volver a caminar por el sanabrés se hizo realidad aquel 19 de junio de
2022. Se retomaba un camino que quedó entre dormido y aletargado pero nunca
olvidado. Once años largos después retomaba mi antigua credencial y volvía a
caminar por tierras de Ourense bajando la cabeza al recuerdo e iniciando esas
etapas finales que me llevarían a Santiago con cabeza alta. Pedro Correjaco se
convertía en testigo fiel de mi vuelta tras la espera y nos enfrentábamos con
mucha ilusión a los casi 128 kilómetros que marcaba el mojón gallego al inicio
del camino en la salida de Xunqueira de Ambía.
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Saliendo de Xunqueira de Ambía |
Nuestras
flechas amarillas nos llevaron por sendas acompañadas de helechos y arboleda
hasta el río Arnoia, cuyas aguas llevaron el encargo al Miño de nuestro paso por
allí. Después demasiada carretera y el paso por distintos núcleos poblacionales
de casas dispersas, donde costaba distinguir el final de unos y el principio de
otros. Mi nuevo calzado parecía responder a pesar de la rigidez de la suela del
primer día y, en nuestra primera parada en el Bar Manuel de Penelas, comprobar
que mis pies lo aceptaban como acompañante en este arranque.
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Camino de San Cibrao |
El
aire empezaba a acompañar algo de agua que se secaba pronto al caer. La mirada
al cielo hacía pensar que podría llover con más intensidad y decidimos ponernos
protección. Dicho, hecho y escampar, como suele ser normal cada vez que te
proteges con el capote. Así andábamos por Pereira, cuando decenas de coches
aparcaban donde podían cerca del bar que había colocado una pulpeira en la
acera de enfrente. Se nos abrió el apetito en el momento que el agua empezaba a
apretar y el aire a soplar con fuerza. A
eso se unía el caminar entre las naves
industriales del polígono de San Cibrao. Estaba todo cerrado al tratarse de domingo, a excepción
de una especie de brasería-pulpería donde comimos lo mejor que pudimos. No fue
sitio para recordar pero nos dio las fuerzas necesarias para terminar lo que
empezamos aquella mañana.
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Camino de Seixalbo |
Entre
carreterines, huertos y la capilla de Santa Agueda, que me trajo recuerdo de
una buena amiga del Rosal de la Frontera, llegamos a Seixalbo. Junto con ese
anhelo mágico del comenzar el primer día, fue lo mejor de nuestra etapa. Las
fachadas de sus casas, el ambiente y el haber dejado de llover pudo haber sido
el final de nuestro caminar de hoy, si no fuera porque teníamos que llegar a la
capital de la provincia. En su rúa Maior, un cruceiro precioso y restos de la
celebración del Corpus días atrás, nos veían llegar y partir sin descanso.
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Rio Barbaña |
Fue
el río Barbaña el que nos dio la bienvenida a la ciudad de Ourense, “Luz da
Humanidade”. Junto a él, perdernos por sus calles sin rastro de flechas y guiándonos por la intuición. Ya alojados, vino la cena con una buena amiga peregrina de la ciudad. María
Dacuña cierra este primer post de mi retorno al Sanabrés, a la que se lo dedico
por estar siempre pendiente de todo lo relacionado con el Camino y los
peregrinos que pasamos cerca de su casa.
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En Ourense con María Dacuña |
Que va a decir tu compañero de camino de tus palabras... que eres un poeta escribiendo.. que lo he pasado de maravilla y que has sido un excelente compañero de camino un poco gruñón pero bueno a condición de que pueda dejar la luz encendida un rato para escribir mis notas al acostarme y no irme al cuarto de baño, volveré a caminar contigo cuando quieras... si quieres claro. Gracias Willy.
ResponderEliminarHa sido un buen caminar, Pedro. Hemos ido a nuestro aire, no he sufrido ni siquiera músculos cargados ni rozaduras. Todo genial.
EliminarPendiente queda subir de Córdoba, que lo inicié contigo en Málaga y tenemos que culminarlo. Ya iremos buscando fechas.