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Homenaje a José Espiño Matos en Bandeira |
En aquel cruce a la salida de
Bandeira, nos deseaba buen camino un monolito dedicado a “O cura da Bandeira”,
José Espiño Matos. Entre otras cosas se le conoce porque es de los que asegura
que Cristobal Colón era pontevedrés. En lo referente al camino, junto a Manuel
Raimonez Portela, se encargaron de marcar en mapas y señalizar como camino de
Santiago toda aquella zona por la que transitaríamos hoy. Estudioso de la Vía
de la Plata, aseguraba su paso a Santiago por aquellas tierras. Su señalización
fue con flechas rojas, bastante antes de que se instauraran en los “caminos
oficiales” la de color amarillo. Eran las siete y veinte de la mañana,
estábamos bien desayunados y el día se presentaba lluvioso.
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Iglesia de San Martiño en Dornelas |
Esta vez las nubes empezaban a
avisarnos de que la mañana no sería como días anteriores y que dejarían caer
sus aguas en nuestro pasar. Dornelas y su iglesia de San Martiño fue el punto
elegido por ellas, para que cumpliéramos con ese casi molesto ritual de parar, sacar
capote, echarlos al aire para colocárnoslo y protegernos de la lluvia. El
asfalto de nuestros pies se transformaría en pista de tierra antes de salir a
la N-525. Otro paseo agradable entre arboles y una pista muy bien asentada que
dejaba caer el agua a sus arcenes. Un mojón me chivateaba que estábamos a poco
más de 25 kilómetros a Santiago y en uno de los eucaliptos había pintada una
especie de cara con la palabra Maktub escrita justo debajo. Según la Wiki, Maktub
es una palabra que, en árabe, significa “estaba escrito", y quiere
transmitirnos que es "el destino" el que fija y marca ciertas
conexiones con nuestra vida, nuestra alma y el plan divino.
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Entre la iglesia de San Martiño y la ermita de las Angustias |
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Ermita de las Angustias |
Poco duró aquel vergel que me
dejó de nuevo sobre una pista asfaltada para salir a un cruce con un aserradero.
Bajo un enorme tejado, trabajadores hacían tablones que colocaban ordenadamente
formando cubos perfectos. Caminar monótono entre fincas y casas que rompe un
poco la llegada a la ermita de las Angustias, bastante antes de llegar a
Castro. Pasado éste, fuerte bajada sobre un asfalto demasiado liso. El suelo mojado,
una conversación telefónica y la fuerte pendiente, hacen verme en el suelo
cayendo de espaldas sin que me diera cuenta. Todo el peso de la caída se lo
llevo la mochila y yo estaba intacto. Nada, levantarme y seguir con la
conversación, eso sí, caminando con más cuidado.
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Paso del Pazo de Vistalegre en Ponte Ulla |
Un puente me hace cruzar el río
Ulla. Llegaba a Ponte Ulla y pasaba de la provincia de Pontevedra a la de A
Coruña. La sed me hizo pasar junto a la iglesia de Santa María Magdalena sin
siquiera verla, buscando algún lugar abierto para hacer esa parada necesitada.
En la taberna de Gundián, que tenía pinta de todo menos de taberna, repuse líquidos
a los mal acostumbrados excesivos precios que pagábamos por un zumo o un aquarius.
Después continuar y pasar por debajo de una especie de puente de paso del pazo
de Vistalegre.
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Santiaguiño |
La lluvia parecía empezar a dar
tregua y caía ya muy de cuando en cuando. N-525 primero y pista de tierra
después en continuo ascenso, me hacían llegar al Santiaguiño pasando entre su
capilla y su fuente. Nuevo hito importante de este camino Sanabrés. La fuente
fue construida en 1676 en Vedra. Conmemora el paso del cuerpo yacente de
Santiago apóstol, a la que la reina Lupa le puso dos bueyes para llevarlo al
Pico Sacro. Medio siglo después, esa fuente fue llevada al paso del camino de Santiago
junto a la capilla donde la tenemos ahora.
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Dejando atrás Outeiro |
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Cerca de Lestedo |
Ya no llovía. Me mojaba, tan sólo,
por el agua que aquellos árboles dejaban caer aprovechando el aire que pasaba
entre sus ramas. Tranquilo, sin prisas, llegaba por carretera al cruceiro de
Lestedo y, en nada, a mi destino de hoy. A lo lejos, en las alturas, el Pico
Sacro donde se supone que descanso el cuerpo de Santiago antes de su traslado
definitivo a Santiago. Comentan que desde esa altura ya se divisan las torres
de la catedral. Todo empezaba a tocar a su fin. Nos encontrábamos a escasos 14
kilómetros de que todo acabara.
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Cruceiro de Lestedo |
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