De Guillermo Rodríguez Bernal

lunes, 25 de noviembre de 2024

Las Palmas de Gran Canaria.

Las Palmas de Gran Canaria
Avenida Rafael Cabrera
Repasando la caja de cartón virtual, donde en forma de píxeles guardamos las fotos en estos tiempos modernos, me encuentro un batiburrillo de ellas sin orden ni concierto. Eran nuestras vacaciones de 2010 y cada una de ellas traía recuerdos a color de Las Palmas de Gran Canaria. Aquella máquina de retratar, dejó guardado nuestro paseo por aquella ciudad, al igual que siglos atrás hiciera aquel llamado descubridor, que paraba por allí antes de dar el salto a un nuevo continente al otro lado del mar.

Y bajamos los escalones de nuestra guagua en la avenida Rafael Cabrera, para nada más tener que cruzar y toparnos con el recién rehabilitado teatro Pérez Galdós. Era difícil ocultar la sonrisa de mi cara al ser recibido en su ciudad por el que, quizás, sea el escritor que más haya leído a lo largo de mi vida.

Perros en Santa Ana
Perros de Santa Ana

Casas Consistoriales
Casas Consistoriales
Sólo quedaba empezar a caminar dirección sur y llegar al primer corazón de la ciudad: su Plaza Mayor dedicada a Santa Ana. A un lado la catedral de Santa Ana, al otro las casas consistoriales de las Palmas de Gran Canaria. Pendientes de todos los que pasábamos por allí, ocho perros regalados a la ciudad y que el artista canario Víctor Doreste, en su fabula Faycán, bautizó con los nombres de Aterura, Mogano, Doramas, Tindaya, Bentayga, Tenoya, Tirajano y el ya nombrado Faycán, protagonista de aquel cuento. Bien pendientes estaban ellos de cuidar de aquella plaza, que años atrás, fue el primer asentamiento de aquellos que iban a la conquista de América.

Catedral de Santa Ana
Catedral de Santa Ana
En la catedral mucha luz e infinidad de capillas. A destacar el patio de los naranjos, con su exuberante vegetación y su balconada superior tan típica de estos lugares canarios. Como particularidad, el cuerpo incorrupto del obispo Buenaventura Codina, religioso muy querido por su pueblo en vida, al estar al servicio de los enfermos contagiados de aquel brote de cólera que se apoderó de la ciudad.

Galdós
El Galdós de la casa de Colón
Ya en la calle, disfrutar de un paseo por los aledaños al edificio religioso ya visitado. Puertas, balcones y fachadas de colores las adornas y te hacen ver que estás en las Canarias. Descubrimos la Plaza del Espíritu Santo, con una fuente con templete que fue el origen de las canalizaciones de agua a toda la isla. En la plaza de San Antonio Abad la ermita del mismo nombre, donde cuentan que oraba Colón en tiempos. En el pasaje Pedro de Algaba, el gusto por las decoraciones de fachadas y lo bonito de sus balcones. Lo acogedor de la plaza del Pilar Nuevo, con la portada del edificio marcado como Biblioteca Colombina y que forma parte de la Casa de Colón. Y en la calle Colón, la obligada visita a su casa museo, donde en su día nos encontramos de nuevo con don Benito, en aquella famosa pintura de Sorolla (no sé si original o copia) que adornaba los billetes de mil pesetas antiguos.

Casa de Colón
Plaza del Pilar Nuevo y Pasaje Pedro de Algaba

Triana
Triana en Las Palmas
Tocaba ahora dirigirnos al norte. Por la calle San Pedro nos encontramos al Doctor Juan Negrín, que parecía caminar con prisas en la misma dirección que nosotros. Camino que no era otro que la calle Triana, el segundo corazón de la ciudad. Comerciales, gentes con prisas, otros disfrutando de la mañana, de compras… Mucho movimiento de personas con diferentes quehaceres que daban vida a este trocito de mundo, que nada tenía que ver con lo visitado hasta ahora. En una de sus fachadas, recuerdos de Sevilla por el hermanamiento de esta calle con el barrio de Triana en los años de nuestra Exposición Universal. En la placa conmemorativa, mención a la Hermandad de la Esperanza de Triana y al Hogar Canario de Sevilla con la colaboración de los ayuntamientos de Las Palmas y el sevillano.

Playa de las Canteras
Playa de las Canteras
Había que coger un taxi en ese momento, teníamos que llegar a nuestro tercer corazón de la ciudad con tal de aprovechar lo máximo posible el día. La abarrotada playa de las Canteras nos recibía y nos guardaba un huequecito para el esperado baño. Aquel lugar que hace honor a su nombre al ser en su día la cantera de donde salieran las piedras con la que se construyera parte de aquella ciudad, como puede ser el caso de la mismísima catedral de Santa Ana. Quedaba sólo aprovechar lo máximo posible aquel sol y tan buena temperatura, para terminar comiendo en alguno de los establecimientos que poblaban su paseo marítimo.

Después de más de catorce años de aquello, renace ese deseo de volver a pisar aquellas tierras para visitar tanto lo que quedó pendiente como lo incorporado en los últimos años. La casa museo de Galdos y el Pueblo canario, entre otras cosas. Como no podía ser de otra forma, el encuentro con el buen amigo y peregrino argentino Eduardo, afincado allí y al que le dedico este post con todo el cariño.

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