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Saliendo de Almogía |
El mal dormir y la dura etapa del
día anterior hicieron plácido el sueño en la madrugada de éste que arrancaba.
Hasta el punto de romper con el propósito de salir de madrugada para evitar los
golpes fuertes de calor en esta jornada. Así que ya casi amanecido cerramos la
puerta de “La noria”, nos adecuamos bien la mochila y comenzó nuestro caminar
con la frente y la mirada puesta en el norte. Días antes, a través de mapas de
la zona, ideé una ruta según las indicaciones que Pedro me daba de cuando hacía
él este mismo camino años atrás. El Camino “oficial” hacía que nos desviáramos
hacia Villanueva de la
Concepción para en dos etapas llegar a Antequera desde
Almogía. Correjaco me comentaba que buscara el itinerario hacia el norte, por
una antigua realenga que te hacía llegar recto a la salida a Antequera por el
Torcal, como así hice. Sobre plano era evidente que no tenía sentido desviarse,
como no fuera por el placer de conocer otro pueblo más de aquella bella región del
sur de Andalucía.
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Barriada el Pastelero |
Con ligera pendiente subíamos
dejando atrás antiguas ventas de caminos, ya cerradas y dedicadas a otros
menesteres; desvíos a romerías de la zona, todavía vigentes por estas tierras;
urbanizaciones y entradas a cortijos, de toda aquella maravilla de sierra
malagueña. Tras una curva, una fuente y una
especie de hornacina dedicada a San Bernabé, nos daba la bienvenida a la Barriada de “El
Pastelero”, donde sellamos y dimos cuenta de nuestro desayuno del día. Después,
salirnos de la carretera que se desviaba al este y continuar con el sol pegado a
nuestra oreja derecha camino del norte.
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El Torcal |
Duros repechos y pronunciadas
bajadas hacía duro el caminar y en nada encontrarnos con dos caminos y dos
opiniones distintas. La de Pedro, conocedor de la zona y por el que siempre
tiró, y la mía, que veía sobre plano el camino más corto. La experiencia del
hacer camino durante años caminándolos y vista del satélite sentado cómodamente
en el sillón de casa. Momento de hacer ver la postura de cada uno y de cómo la
benevolencia del viejo correcaminos cedía a la testarudez del que se creía con
la razón por la vista aumentada de un pájaro artificial. Al final, su cuenta
pasos marcaba medio kilómetros más, haciendo la vergüenza y el orgullo agachar
la cabeza sin saber que contestar. Tenías razón Pedrito, la próxima vez por
donde tu digas amigo.
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Torcal de Antequera |
El calor apretaba, diecinueve
kilómetros y ya bordeábamos el Torcal de Antequera, con esas magnificas vistas
de piedra que parecen nacer del mismo centro de la tierra. Además, recuperar
las flechas amarillas indicadoras, que traían a los peregrinos de la lejana
Villanueva. La finca de los Navazos ponía fin a la subida y llanear pegado a la
valla del Parque Natural. Al poco, entre las rocas, aparecer abajo del todo la
vega de Antequera. Cuadros de colores marcaban las diferentes parcelas de
terreno, que se divisaban desde aquella altura como si viajáramos en avión. No
había mejor lugar para descansar y echar un trago antes de continuar.
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Vistas desde el Torcal de la Vega Antequerana |
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Iglesia de Santiago en Antequera |
Tras la durísima bajada, paso
alegre y vivo nos dejó a las puertas de Antequera. Ya traíamos hambre, con lo
que paramos en el bar donde solía hacerlo siempre Pedro y dimos cuenta de una
porra antequerana, de un buen plato de carne con tomate y cervezas, vino y agua,
que junto con un helado, completaron el buen comer y se celebró la llegada. Tan
sólo nos quedaba acercarnos a la iglesia de Santiago, donde el cura José Amalio
nos daba hospitalidad. Una habitación con un par de literas y cuarto de baño
con todo lo necesario para un peregrino. Otra buena llegada y otro buen sueño
el merecido en la preciosa localidad de Antequera.
Ahi quedó un recuerdo para continuar algún día... por cierto que foto más preciosa...
ResponderEliminaren plural lo de fotos perdón...
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