Huesca.- Benasque, Anciles, Cerler, Hospital y la Ruta del Solano.

Valle de Benasque, el Valle Escondido

La altura de aquellas primeras montañas del Parque Natural de Posets-Maladeta, parecían parar esas nubes mañaneras con las que amaneció el cielo en el Pirineo oscense, en aquel fresco miércoles del mes de septiembre. Bordear aquella cadena de rocas enlazadas y esperar que el río Ésera nos acompañe hasta Benasque, inicio de nuestras idas y venidas aquel día y que hoy renacen en mi memoria escribiendo estas letras.

Benasque

Nos adentramos en este pueblo con forma de luna menguante para llegar a la Plaza del Ayuntamiento. Entrañable lugar con la casa consistorial en el centro y la preciosa iglesia de Santa María en una de sus esquinas. Continuar entre sus calles donde se nota la cercanía del Val d'Aran, por la construcción de sus casas. Llegar a su Plaza Mayor en la que parece cortar en dos al pueblo el paso del río, dominando el bonito puente que ayuda a cruzarlo. Volver a sus calles para descubrir sus casas señoriales, destacando el palacio de los Condes de Ribagorza y el torreón de la casa Juste, que es visto desde casi cualquier parte del pueblo.

Benasque.- Puente, Ayuntamiento y Torreón de la casa Juste.

Iglesia de San Pedro en Anciles

Prolongando un poco el paseo, podemos llegar caminando al pueblo de Anciles. Dicen de él ser el más bonito del Pirineo en Aragón y no es desmerecida su opinión. Un paseo circular, iniciado en la ermita de San Esteban, nos devuelve a ella tras admirar sus bellas casas solariegas y la iglesia dedicada a San Pedro, para volver a Benasque por el mismo camino que nos trajo.

Iglesia de San Lorenzo y calles de Cerler

Si suben a Cerler, asegúrense antes de pasar por la oficina de turismo. En un simple papel tienes detallado la forma más original de ver un lugar que nunca he visto. Pasearás por sus calles bajo la propuesta de encontrar las bonitas puertas de las casas tradicionales pintadas en el folio. Por último descubrirás su iglesia, la de San Lorenzo, en un coqueto rincón del pueblo más alto de todo el Pirineo. Testigos de nuestros pasos estaban el pico Gallinero y las preciosas vistas desde arriba de los ya visitados pueblos de Benasque y Anciles y el precioso Valle de Benasque, el también llamado Valle Escondido.

Praderas de Hospital de Benasque. Foto: Isa Rodríguez

Cogemos el coche y tras unos kilómetros en dirección norte, los últimos sobre tierra, llegamos a Hospital de Benasque. Numerosas rutas salen desde este punto donde el frío, en este mes de septiembre, te hace tirar de forro polar para combatirlo. Muchos son los que se ven por allí con sus botas, bastones y mochilas, disfrutando de naturaleza y montaña en estado puro. A pocos metros, Francia y esa cantidad ingente de glaciares pirenaicos.

San Juan Bautista en Eresué

Una buena comida, reparadora de los kilómetros transitados por esta bella comarca de Ribagorza, y comenzar la vuelta. Una señal nos saca de la carretera hacía Eresué. Carretera estrecha y muy arbolada nos deja en esta pequeña localidad del valle. Caminando por ella te encontrarás con una pequeña cancelita por la que pasas a la iglesia de San Juan y su cuidado cementerio alrededor de ella. Desde ese lugar, las vistas de la sierra de Chía y el macizo del Turbón te hacen sentir en otro mundo.

Santa Eulalia en Ramastué y Cruz en San Martín de Liri

A pocos kilómetros está Ramastué, con su iglesia de Santa Eulalia y un paseito que te lleva a una fuente, aprovechando la cantidad de manantiales que bajan de la montaña. Después el pueblo de Liri, precioso. Lo corta por la mitad un barranco con cantidad de saltos de agua. Gracias a un camino hecho de madera, acompañas las caídas de agua llevándote a otro precioso mirador de la zona. En la otra parte del pueblo, la iglesia de San Martín, dominando el pueblo con su altísimo torre campanario. Al lado de su portada una cruz tallada en piedra te da la bienvenida.

Campanario de la Asunción en Arasán

En Arasán, pueblo que está a continuación, cometí el error de tratar de meter el coche por el pueblo. Que trabajo me costó sacarlo entre sus calles estrechas. Conseguido, lo dejé fuera y lo caminamos. Precioso y tranquilo, las mismas preciosas vistas a las que ya nos acostumbramos y una señora vendiendo verduras recién recogidas de su pequeño huerto. Digno de ver, un pequeño lavadero y la iglesia de la Asunción.

Casas en Urmella

Como final de etapa llegamos a Urmella, dividida en dos. Para ver las ruinas de su antiguo monasterio medieval, que ahora es iglesia de los Santos Justo y Pastor, aparcamos y nos dimos un buen paseo. Urmella puso fin a este intenso día que hoy recuerdo. Se trató además de nuestra última excursión por el Pirineo aragonés, no pudieron tener estas vacaciones mejor broche. El deseo de volver quedó patente nada más abandonamos aquellas tierras, cuando dejamos aquellas montañas que nos hicieron estar más cerca del cielo.

A Julio Aznar.

Pincha aquí para "Huesca. Las cuatro puertas de entrada al Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido."