El Camino de Uclés en la antigua estación de ferrocarril de Deba, hoy albergue |
Aquellos recuerdos de lugares donde estuve, redactados con el deseo de algún día volver.
De Guillermo Rodríguez Bernal
lunes, 31 de octubre de 2016
Markina-Xemein.
viernes, 28 de octubre de 2016
Deba.
Elcano en Getaria |
Descansé bien aquella noche en el
Kanpaia Aterpea de Getaria. No sé si por los pocos peregrinos que dormimos en
él: Jose de Tenerife, un francés del que nunca supe su nombre, José Manuel y
yo, o por aquellos txacolis que nos tomamos en el bar Harralde la tarde-noche
anterior. Lo cierto, es que esa mañana no sentía dolor en el tobillo por la
torcedura del día anterior, me encontraba muy descansado y con muchas fuerzas
para comenzar. Desayunamos los cuatro, alguna toma de video de Jose para una
especie de reportaje que estaba preparando y salir a caminar con todas la
energía al 100% y la ilusión y las ganas de camino intactas. Hoy además
teníamos sorpresa, ya que mi querida amiga “Estrella” de Etxebarri nos
acompañaría en parte de la jornada, queriéndonos enseñar algo muy especial. Ya
veríamos.
miércoles, 26 de octubre de 2016
Getaria.
Dejando atrás Donostia |
lunes, 24 de octubre de 2016
Donostia.
Vistas de Irun y el Bidasoa desde Hendaya |
sábado, 1 de octubre de 2016
El Camino de Zacarías.
Despierto, y todavía de noche, Zacarías
esperaba el amanecer boca arriba en su cama, con una mano en la nuca y con el
índice de la otra redibujando lo escrito por otros en las baldas de la litera
de arriba. Nombres y fechas como registro habitual de los que ocuparon su sitio
antes de que le tocara a él. En el pensamiento, ese dolor en la rodilla
izquierda que le acompañaba en su caminar y que la mitad de un myolastán,
ofrecido por una peregrina, hizo desaparecer milagrosamente la noche anterior.
Con la poca luz que daba la farola pegada a la ventana, comenzó a bajar las
escaleras que le hacían llegar al comedor del albergue. Como si de cristal se
tratara, muy despacio apoyaba el pie en cada escalón, con el mimo que se le da
a algo frágil que se puede romper en cualquier momento. Antes de salir, un café
aderezado con el último ibuprofeno que le quedaba en el bolsillo de aquel
pantalón, siempre cargado de pequeñas cosas.
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