Pontevedra.- Poio, Combarro, La Toja, Cambados y un buen baño.

Entrada al Monasterio de Poio

Ya os hablaré de aquella ciudad que esa mañana del mes de julio dejamos atrás y que tan buena impresión nos causó. Está dentro de la lista de aquellos lugares en los que desea uno jubilarse. Aquél día nos dirigimos hacía el norte, por aquella carretera que rodea la ría de Pontevedra y tomamos nuestro primer desvío a la vista de la señal de “Mosteiro Poio”. Una estrecha carretera nos lleva a un aparcamiento muy arbolado, justo y necesario por el tremendo calor de aquel verano de 2005.
Dentro, el silencio y el sosiego de estos lugares, dándonos la bienvenida el claustro del crucero, con un monumental mosaico que adornaba las cuatro paredes que recogía aquel patio. Versaba el tema, de aquel magnífico puzzle de piedra, sobre los usos y las costumbres de aquellos que peregrinan a Santiago de Compostela en busca del Apóstol. La iglesia muy bien restaurada y reflejo de la importancia de su monasterio. A la salida, para ellos, el que era el hórreo más largo de Galicia, aunque creo haber visto algun otro que también presumía de ello. Buen comienzo aquel que nos abría las puertas al valle de las tierras del Salnés.

Hórreos y calles de Combarros

Combarro

A pocos kilómetros estaba el pueblo de Combarro, la marea estaba subiendo y queríamos ver sus afamados hórreos desde la arena, antes que las aguas de la ría los dejarán flotando. Aparcamos en la carretera y bajamos buscando el mar. Nos encontramos con aquella maravilla de calles sinuosas, entrecruzadas y en pendiente, donde cualquier rincón o placita te hacer respirar Galicia, la piedra es denominador común y el olor a mar, y el de los restaurantes de la zona, hace que desees que llegue pronto la hora de la comida. Agradable paseo por aquel lugar de fama reconocida y bien merecida.

Rocas en A Lanzada

Continuar bordeando la costa, donde lo que más llama la atención son esas plataformas para la cría del tan apreciado mejillón que tanto abunda, llegamos a Sanxenxo. Tuvimos la intención de aparcar y bajar, pero se juntó el poco aparcamiento y la visión de una ciudad moderna para veraneantes. Decidimos seguir hasta O’grove sin parar y esta vez si que lo hicimos antes de llegar en la vistosa playa de A Lanzada. Era  el  momento  de  un  buen  remojón  en  un  marco

Iglesia de La Toja

natural incomparable. Una vez fresquitos, dirigirnos directamente a la isla de la Toja. Al cruzar el puente que te lleva a aquel sitio, ya sientes que no es el lugar de veraneo de cualquiera. Grandes mansiones, rodeadas de bastante terreno y grandes muros protegiéndolos. Lo más significativo, la ermita con toda su fachada llena de vieiras. En una de ellas dejamos el mensaje oportuno para la abuela que iría por allí semanas después. Curioso un pequeño museo del jabón donde se compraron detalles para la familia.

Cabecero del arco de entrada del Monasterio de Armenteira

Santa Mariña de Dozo de Cambados

Para continuar nuestro día de ruta decidimos acercarnos al monasterio de Armenteira, pero no pudimos visitarlo. Tan sólo nos dejaron ver su claustro y los alrededores del recinto donde estaba, así que directos a Cambados. Nos la encontramos de fiestas y con mucha gente por sus calles. Era día 18 y celebraban la fiesta de su patrona, Santa Mariña. Aparcamos bastante bien y nos dedicamos a darnos un paseo, con la ayuda de las indicaciones de un quiosquillo puesto por el ayuntamiento para los turistas. Pasear hasta la iglesia de San Francisco, pasar al lado del Pazo de Ulloa, comprobar la cantidad de parcelas con parras y vides para la uva del albariño y llegar a la ruinosa, pero a la vez impresionante, iglesia de Santa Mariña. Poco queda de ella, tan sólo los arcos que mantenían su bóveda, su campanario medio derruido y un pequeño altar con un crucifijo detrás. Lo que más impresión te causa es su función de cementerio, siendo las tumbas y las flores puestas a los cambadeses que reposan allí, las que dan colorido al estado ruinoso de la iglesia.

Pazo de Fefiñans

De vuelta, la visita a una de las bodegas de albariño del pueblo. Aprender sobre la cultura de ese vino y lo que representa en cuanto a tradición en Cambados. Para el final, el pazo Fefiñans que junto con su plaza y la iglesia de San Benito, ponen un broche único a este buen día por tierras gallegas, por tierras pontevedresas.

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