Placa del poeta Diego Muñoz a José Luis Salvador (Entre Almadén y Monesterio) |
Hablábamos el otro día algunos
“Peregrinos amigos”, sobre esas placas que nos encontramos en muchos de
nuestros Caminos a Santiago, que hacen estar presentes a otros compañeros que
nos miran desde más arriba y que en su día formaron parte de toda esta locura
que es peregrinar, siendo nosotros continuación de los pasos que en su día
dieron ellos. En mucho de esos sitios se marca el lugar donde fallecieron, pero
otros son colocados en otros lugares, no sé si por expresa voluntad del ya
ausente o elegido por alguien que bien lo conocía. Hablábamos de los lugares
que elegiríamos nosotros para formar parte del Camino para siempre y acompañar
a todos los que pasaran por nuestro lado de una forma u otra. Unos ya tenían
claro el sitio, otros se ponían a repasar mentalmente el lugar que
representaría el más peregrinamente identificado con él y no podían decidirse
por uno en concreto. Quizás eso me ocurría a mí y decido empezar a colocar
sitios por momentos vividos de forma entrañable en los Caminos que hasta ahora
soportaron mis piernas.
A la memoria de aquellos que no llegaron a cumplir su ilusión |
Laguna de Güendulain |
Al ser buen comilón, también se
me viene a la cabeza esa placa en la placita de Castrojeriz, en frente de “La Taberna ”. Para ver a
peregrinos entrar hambrientos y salir satisfechos, con algunos de esos guisos
de judías pintas o una simple sopa de ajos. Además, de por el trato tan
familiar que dispensan en su pequeño restaurante.
Porque no, en algunos de esas
mesas y bancos de piedra de la Vía Aquitana ,
donde no hay nada y el peregrino aprovecha para descansar, tomar un trago,
comer algo y continuar. Estaría allí y les haría compañía.
Cenando sopa de ajos con Zacarías en su casa |
Saliendo de Astorga, viendo como
se juntan peregrinos venidos de la
Galia y con los que vienen del sur, después de muchos
kilómetros de distancia. Además de ser el primer lugar desde donde empecé mi
primer Camino, aquellos primeros pasos que nunca se olvidan.
Pienso en la montaña y quiero
estar viendo las leonesas, por aquel sendero empinado que me deja ver El Acebo.
Allí quiero estar, arriba, antes de bajar, y contar con el Maldonado de turno,
para que alguna vez suba allí con los peregrinos a tocar su guitarra y a cantar,
que lo hagan junto a mí.
Cruz de Portocamba |
En el Inglés tendrían que salirse
del camino para llegar a San Miguel de Breamo. Saliendo de la ermita, mi placa
estaría ya retomando el camino por un sendero mágico y típicamente gallego.
Sería un lugar muy bonito para mi recuerdo.
Pero mi tierra me llama, me
acuerdo de nuestra Vía de la
Plata y empiezo a pensar en el ruido del agua de los grandes
ríos que atraviesa. Bello lugar por el que pasa el Órbigo cuando vas camino de
Alija del Infantado. Pasado el puente de la Vizana , en uno de sus lados, el río llama al
peregrino para que se desvíe, por su anchura y por la fuerza que va buscando su
desembocadura en el Gran Esla, el más peregrino de todos los ríos de la
península.
Bajo la parra del Albergue de Fuenterroble de Salvatierra |
Pero me doy cuenta que quiero
estar cerca de casa, quiero formar parte de tierras andaluzas e identificarme
como sevillano. Cuando el peregrino suba el alto del Calvario, se parará allí
antes de bajar a Almadén de la Plata. Estaré
con él recuperando su aliento. Sintiendo con él la satisfacción culminar la
primera cota de ese Camino. Aquel lugar donde todos miran hacía atrás para ver
los pasos que lo llevaron allí y se sentirse verdaderamente parte del Camino.
Quizás allí quisiera que sea.
Alto del Calvario |
No hay comentarios:
Publicar un comentario