Salida de Sevilla en estación Plaza de Armas |
Estaba todo pensado, todo
comprado y ya se había acabado ese echar lo mínimo en la mochila, y que me
llevó varías horas haciendo y deshaciendo continuamente. Era nuestra primera
salida al Camino y no creo que haya que describir a los que leemos estas
páginas, todo lo que supone el día antes. Habíamos fijado nuestra salida en
Astorga. La fecha de inicio sería un miércoles santo, con lo que teníamos que
estar, de una manera o de otra, en la localidad leonesa a primera hora de la
mañana. Nuestro transporte desde Sevilla sería la línea de autobuses que va de
Algeciras a Ferrol, o quizás fuera a Coruña. Hacía sus paradas en Sevilla y en
varias localidades más de nuestra conocida Vía de la
Plata. La hora de salida a las once de la
noche. La prevista de llegada a las nueve de la mañana. Trataríamos de dormir
por el trayecto, a pesar de saber lo difícil que puede ser dormir en un
autobús.
Decidimos acomodarnos lo mejor
que podíamos para intentar dormir lo que quedaba de viaje. Es complicado buscar
postura cuando mides cerca de dos metros y el asiento de delante está tan
pegado al tuyo. Si te colocas lo más recto posible, al cabo del tiempo empieza
a dolerte el culo. Si doblo las rodillas hacia un lado y me “reschingo” un
poquito, puedo apoyar la cabeza en el cristal pero al poco tiempo empieza a doler
la cintura y las rodillas. Y cuando crees coger la postura y empezar a coger
sueño, el autobús que se desvía de la autopista para entrar en otra localidad.
Las rotondas se encargan de recordarme que es difícil dormir en un autobús. Ya
de madrugada, el cansancio empieza a vencer y el sueño aparece. Por poco
tiempo, porque el chiquillo de al lado empieza a preguntar a la abuela si queda
mucho, si vamos en un autobús, que porqué es de noche, si van a encender las
luces. Los abuelos tratan de hacerle ver al chiquillo que tiene que dormirse y
que tenía que estar calladitos que otras personas dormían. A más explicaciones,
mas dudas de la personita que no paraba de preguntar, ante la desesperación de
los abuelos y de medio autobús, que sentían lo difícil que es dormir en un
autobús.
La señora de la escalera, empieza
a sentir incomodidad. “No puedo estar tanto tiempo sentada”. Se empieza a dar
paseitos por el pasillo. Al estar a oscuras, trata de guiarse por el único
sentido que le era más fiable: El tacto. Avanzaba pasillo arriba, pasillo abajo
tratando de buscar el reposacabezas siguiente y encontrándose, la mayoría de
las veces, la cabeza de otro viajero o la boca abierta de algún dormilón, haciéndole
recordar lo difícil que es dormir en un autobús.
Nuevas paradas y más comentarios
con mi compañero de caminos de lo duro que está resultando el trayecto, pero ya
empezaba a clarear por el horizonte y el miércoles santo empezaba a
desperezarse. El autobús iba con retraso. Desesperados llegamos sobre las nueve
y media a Benavente. Hubiéramos cogido en ese momento y nos hubiéramos quedado
allí por la desesperación. Además parada larga. Después de todo, no vino mal.
Aprovechamos y dos despachamos un buen desayuno. Sabíamos que la próxima vez
que saliésemos de ese infierno de chapa y
cristales, sería en nuestro destino
final. Todos en el autobús nuestro chófer empieza a salir de la estación y
recorrer las calles de Benavente. “Pare usted y de la vuelta por favor”, se
levantó gritando una de las monjitas. “Que ocurre hermana, como vamos a parar”.
“Se me ha olvidado pagar la manzanilla, tiene que usted que dar la vuelta”.
“Pero como voy a dar la vuelta, hermana”. “Que sí, que sí. Inmediatamente. Yo
no puedo estar así sabiendo que no he pagado la manzanilla”. El conductor dijo…
Bueno no dijo mas nada. “Porque todavía estoy cerca de la estación”. Dio media
vuelta en una rotonda y volvimos a la estación para que la hermana cumpliera
con su obligación. Salimos de la estación de Astorga pasadas las diez y media
de la mañana. En frente nuestra, el Gaudí. Nuestra primera foto de nuestro
primer camino. Comenzamos a caminar.
Estación autobuses de Astorga |
“Quillo, Willi, hay que ver lo
difícil que es dormir en un autobús”. “Pues sí, Negro, pues sí”.
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