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Ría del Nervión, Puente de la Salve y el museo Guggenheim |
Chiquillos con habla extranjera,
terminaban de desayunar ayudados por su monitores en el comedor de aquel hostel
en el corazón de Bilbao. Podríamos decir que fue inusual nuestro despertar aquella
mañana, principalmente por la tranquilidad que nos daba levantarnos para una
etapa corta, por el desahogo de saber que caminaríamos entre calles ese día y
por esa sensación extraña que nos daba el continuar sabiendo que lejos de allí
un amigo partía de forma definitiva y no estaríamos allí acompañándolo. Difícil
y meditada situación a la que llegamos José Manuel y yo el día anterior. Estábamos
completamente seguros que Rafael hubiera votado por seguir con nuestro caminar
por tierras vascas. Y así hicimos, queriendo buscar al Nervión y dejando atrás
la concurrida plaza Moyua, la de San José y el Guggenheim.
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Dejando Bilbao |
Día encapotado y las aguas de la
ría queriendo ser un reflejo de ese cielo a su paso por el Puente de la Salve.
Caminar sin prisas por ese paseo que la acompaña, gentes con su ir y venir,
alguno que otro preparando puestos para la maratón de ese fin de semana y nosotros
con la vista puesta en todo lo que a nuestro paso salía. La lustrosa universidad
de Deusto, la imponente torre Iberdrola, el Palacio Euskalduna y el nuevo San
Mamés. Pues sí, nos saltábamos el itinerario “oficial” de este Camino del Norte
para llegar a Portugalete siguiendo esa entrada de mar que tanta vida a dado a
Bilbao. Bastante antes de
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Soñar |
acercarnos a la salida de la ciudad por aquella vía,
aunque fuera difícil distinguir el paso entre municipios, nos cruzamos con una
chica que me sonríe. Ante esa actitud simpática y espontánea, devuelvo la
sonrisa y unos buenos días. A medida que se alejaba, notábamos como se volvía y
mantenía esa sonrisa con la que nos descubrió. Pues sí, probablemente alguna
peregrina que sentía el entusiasmo de vernos en el Camino y disfrutaba de nuestro
caminar. Al fondo, un edificio nos invitaba a “soñar”.
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Cerca de Barakaldo |
Naves industriales a la derecha y
viviendas a la izquierda hasta llegar a Zorrotza, último barrio de Bilbao y donde
los muros escondían la ría y las vías del tren que nutren a todo el comercio
que allí se genera. Pasear anodino y feo, acostumbrado a todo lo que dejamos
atrás, hasta recuperar de nuevo la ría para atravesar Barakaldo, por un paseo
muy agradable primero y por una especie de carril-bici pegado a naves y a
carretera después. Un señor ya mayor nos avisa de alguna flecha y surge rápido
la conversación. Malagueño de nacimiento y vasco de adopción nos hablaba de su
vida, de la de antes y de la de ahora, desde su niñez a sus últimas revisiones
médicas que lo tenían un poco acojonado. Buena compañía a paso de conversación agradable
durante unos cientos de metros. Una despedida con un fuerte abrazo deseando
salud y buena suerte.
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Portugalete |
En nada nos plantamos en Sestao
por una de sus avenidas principales y de nuevo la ría. Ese famoso puente
colgante nos avisaba que llegábamos a Portugalete. El camino de hoy fue un
suspiro y perfecto para conocer el antes y después de toda esa transformación
que sufrió la ría no hace tanto. Portugalete con el bullicio de personas con la
que la conocí en su día y aquel albergue cómodo y bien equipado. Pero hoy el
camino no acababa en la ducha y la comida de llegada. Teníamos buena parte de
la tarde para otra buena caminata en plan turista y sin mochila.
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Puerto Viejo de Getxo |
Después de una buena comida,
bajar de nuevo a la ría, cruzar su puente y caminar por aquella maravilla de
paseo marítimo. Playa y puerto a un lado y grandes mansiones al otro, hacían
del paseo un placer para la vista. Todo hasta llegar a Getxo y a su barrio de
Algorta. Allí tomar unas cervezas en una de las placitas del viejo puerto o
perderte entre sus pocas calles fue una delicia. A la vuelta, por el mismo
lugar, ver como cae la tarde y apagarse el día no tiene precio y ponían la
guinda a esta etapa tan inusual como interesante. Era nuestro penúltimo día en
el camino. Después de cenar y al ir a dormir ya se nos notaba que el día
siguiente sería el último de este año.
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Atardeciendo en el Camino |
Exhaustivo y pormenorizado relato,ni yo lo haría mejor y eso que distingo la zona,es cómo sí fuéramos al lado vuestro
ResponderEliminarGracias por compartirlo
Saludos
Gracias Fernando, un honor recibir estas palabras de tu parte y más sabiendo que se debe a ti parte de esa señalización por esta vía alternativa en busca de Portugalete. Un abrazo.
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