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Fuente del Acebuche |
La promesa de unas “papas
empellás” hizo que se aprovechara un fin de semana para volver a Alhaurín El
Grande. Atrás quedó aquél magnífico “Encuentro del Acebuche” donde buenos
amigos, venidos de muchas partes, disfrutamos de toda esta sierra malagueña que
nos cautivó. Días maravillosos donde el desfiladero de los Gaitanes nos cortaba
la respiración, con su famoso “Caminito del Rey”, visto primero desde el Chorro
y después caminando desde el embalse del Conde de Guadalhorce hasta llegar al
otro lado de tan tremendo desfiladero. Días en los que conocimos las ruinas de
Bobastro, aquel lugar donde un guerrero andalusí se reveló contra el emir de Córdoba,
creando en aquellas lomas sus dominios. Y días en los que, como no, subimos a
la sierra a conocer aquella fuente del Acebuche y después continuar hasta la
“Nariz de Buey”, con las preciosas vistas del pueblo de Alhaurín, el valle en
el que reina el río Guadalhorce y la sin par bahía de Málaga. Cuentan nuestras
amigas alhaurinas, que arriba del todo, en los días despejados, se divisa hasta
la costa del país vecino en continente africano.
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Caminito del Rey y ruinas de Bobastro |
Bastante pretenciosa fue la ruta
preparada por mí para este segundo viaje a Alhaurín. Pienso que por imaginar
que lo haría como en otras ocasiones, en las que partía con el único propósito
de visitar y colmarme del encanto de los lugares a los que iba. En esta ocasión
no sólo era hacer turismo sino, además, la de compartir con amigos las visitas
programadas y disfrutar del hecho de encontrarnos juntos por aquellos lugares.
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Ermita de la Virgen de la Peña en Mijas |
Y Mijas fue la elegida como
primer destino para arrancar la mañana, después de un buen plato de churros en
Alhaurín. De Mijas podría quedarme con la encantadora ermita de la Virgen de la
Peña, por el lugar que eligieron para ella a los pies del pueblo y con unas
vistas únicas. O con la plaza de la Libertad, con la iglesia de San Sebastián a
un lado y el viejo ayuntamiento al otro, dejando quizás aparte la pomposidad y
el lujo del nuevo consistorio. También podría hacerlo con la plaza en la que se
ubica la iglesia de la Inmaculada Concepción, con ese paseo que la rodea y su
mirador, donde el pueblo de Fuengirola al fondo parece como pintado sobre la
costa malagueña. Pero me quedo con el disfrute de un paseo tranquilo por sus
blancas calles, a los que no le falta tiestos de color celeste sobre sus
fachadas y a pesar de que le sobre tanta tienda de souvenirs y restaurantes de
todo tipo. Ya me hubiera gustado a mí haberla conocido sin tanto turismo y
donde los burros se utilizaban para la ayuda en el campo de los que lo
trabajaban.
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Calles de Mijas |
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Jardín Oriental en Alhaurín de la Torre |
Volviendo sobre nuestros pasos
nos acercamos a Alhaurín de la Torre. Gran cantidad de urbanizaciones rodean su
casco antiguo, convirtiéndola en ciudad dormitorio de la capital. Es una
antigua torre, reconstruida de la ruina en la que se encontraba, la que da paso
a ese lugar de casas encaladas de blanco y calles estrechas. Para los amantes
de la jardinería puedes perderte en el que quizás sea el vivero más grande que
haya visitado. Creo que nadie se puede ir sin encontrar aquello que busca para
su jardín. Pero yo me quedo con ese rinconcito creado por los alhaurinos que es
su jardín oriental. Pequeña parcela de terreno convertida en parque, con un
gusto exquisito en la colocación de motivos y donde el murmullo del agua, que
atraviesa el jardín en forma de río, te hace disfrutar de un vergel enclavado
entre avenidas y rotondas.
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Ermita Ntra Sra Remedios desde Castillo |
Y tras un buen plato de arroz con
conejo en las cercanías, acercarnos a Cártama. Lo mejor es aparcar y darse un
paseo por sus calles para encontrar la iglesia de San Pedro y, frente a ella,
las paralizadas obras de su plaza, por el hallazgo de restos romanos que hasta
ahora moraban escondidos bajo los suelos de antiguas casas. Pero nada como
subir caminando por el pronunciado y empedrado camino que lleva a la ermita de
Nuestra Señora de los Remedios. Allí la encontró un pastor y allí hicieron su
morada, para que desde arriba admiraran sus visitantes el valle en el que
estaba enclavado Cártama. Haciendo un poco más de esfuerzo, podemos subir al
viejo castillo árabe. Por sus ruinas es difícil imaginarse rodeados de
príncipes moros o siendo investido caballero por algún rey cristiano, pero el
cuadro visto desde arriba del pueblo, su ermita y el valle del Guadalhorce te
dejará impresionado.
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Iglesia de Ntra. Sra. de la Encarnación en Alhaurín el Grande |
Y volvemos a Alhaurín el Grande.
Y me quedo embelesado con la fachada de la ermita de la Santa Vera Cruz,
mientras subo las escalinatas que me llevan hacía ella. Y allí arriba, junto al
mirador del ayuntamiento, quiero esperar la caída del sol que hace cambiar de
color al valle. Y reavivo mis sentidos del olor y del gusto, al pasear junto a
las tiendas de dulces alhaurinos o por las tapas y raciones del bar Sardina. Y
me recreo con el deambular de personas en la Plaza Baja con las puertas abiertas
de la monumental Iglesia de la Encarnación. Y haciendo un guiño al sendero que
lleva a la casa de don Antonio, me lleno de admiración por la sencillez y
soltura de un chaval contándome cómo funcionaba el viejo molino de corcho en
poder de su familia tras cinco o seis generaciones.
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Ermita de la Santa Vera Cruz y Ayuntamiento, Cristo de Medinaceli en Vera Cruz y antiguo Molino de Corcho |
El Deseo de Volver continúa
vigente a día de hoy. Principalmente, porque aquel prometido plato de “papas
empellás” fue sustituido por otro de “papas con majaillo”, que se degustó de
maravilla junto a un gazpacho de invierno, un pollo al horno y la compañía de
mis amigos, que pusieron el broche a nuestra visita a este municipio malagueño.
Volveré, no sólo por esos pueblos cercanos que quedaron sin ver, sino por vivir
su afamada Semana Santa y ver el paso de las hermandades por las Cuatro
Esquinas alhaurinas.
Cierro este post, dedicándoselo a
cuatro personas que hicieron de mi estancia en su pueblo una preocupación por hacerme
encontrar como en mi casa. A Conchi Trujillo, por esa fuerza, esa prestancia y
esa inteligencia natural que derrocha en todo lo que hace. A Juan Plaza y Ana
Mari Díaz, por su sencillez, su sentido de la amistad y por el amor que regalan
a los que los rodean. Y a Mari Carmen Díaz por ser una luchadora nata, por
mantener esa sonrisa que nunca cesa y por ser tan buena amiga, bien muy
preciado en los tiempos que vivimos. Pues sí, volveré Alhaurín.
Pincha aquí para "Málaga.- Frigiliana, Nerja, Torrox, Competa, Velez-Málaga y un paseo pasado por agua."
Muy ameno si señor y bellos lugares!!!!! Gente Maja con mayúsculas las que encontraste!!!!!
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