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Monumento a la Independencia. Plaza de la Sartén |
Cada uno de los detalles de aquel monumento, parecía hablarnos sobre lo vivido en la batalla que liberó a la provincia y a la
ciudad, en cada trozo de piedra, en cada trozo de bronce. Perfectamente
esculpida la vuelta a casa del ejercito francés, el recibimiento al general Álava
de las gentes del lugar, el duque de Wellington y sus tropas “aliadas”. Allí
estábamos, en el centro de la concurrida y popular Plaza de la Virgen Blanca. Allí estábamos,
en Vitoria–Gasteiz.
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Plaza Nueva de Vitoria |
Nos contaban que la conocían por
muchos nombres, como la plaza de la
Sartén, la de Sevilla, la de las Alubieras, la de las Olleras
y alguno más. Lo que es indudable, es que te reconoces en el centro de la
ciudad. En ella, tiendas y establecimientos para comer, un café y horas de
charlas. Al frente, la iglesia de San Miguel, con la Virgen vigilante dando
entrada al casco viejo de la ciudad. A un lado, la Plaza Nueva o Plaza de España,
muy monumental y presidida por el ayuntamiento. Al otro, las primeras calles
que fueron el inicio del ensanche de la ciudad. Y detrás, la ciudad moderna y
bien distribuida que la hizo ser nombrada ciudad verde europea el año 2012.
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Calle Cuchillería |
Dejamos atrás la plaza de la Sartén y atravesamos la Nueva. Una pequeña cuesta, la
de San Francisco, nos hace entrar en otro mundo, el casco viejo de Vitoria, la
llamada almendra medieval. Cuchillería nos abría sus puertas, aunque también
pudieron hacerlo la de Zapatería, Pintorería, Herrería, Correría o incluso
Judería. Balcones de madera y mucho color en las fachadas de estas calles que
forman un óvalo en lo alto de lo que en su día fue un cerro. Kaleas bien
divididas y ordenadas por los diferentes gremios con los que vivían años atrás
en esta ciudad vasca.
Se nos va la vista a un cordón
tallado en piedra en una de las casas. Un judío converso, y bastante adinerado,
se hizo de ella colocándole una puerta con un marco bajito para que toda la
nobleza vitoriana se “humillara” al entrar en ella. Dentro, una bóveda pintada
de anochecer estrellado pone a prueba tus cervicales, al no poder dejar de
observar esa maravilla dentro de aquella bella casa gótica vitoriana.
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Las reconstruidas murallas de Vitoria-Gasteiz. |
Dejándote envolver por sus calles
llegas a su reformada muralla y sales por una de sus puertas. Antes, te atrae
la monumentalidad del palacio de Escoriaza-Esquivel, aquel que fue médico del
monarca inglés Enrique VIII. Admiras la fachada del palacio de Montehermoso,
cobijo y corte provisional de Pepe “Botella” en su huida a Francia y la
acusación de afrancesados a los que le acogieron. Te enojas, al no poder
visitar la catedral vieja, rodeada de andamios y toda cubierta. Y te asombras
de la cantidad de fachadas, repartidas por toda la ciudad, que el ayuntamiento
financió haciéndolas pintar, como si de murales se tratara, por estudiantes de
bellas artes.
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Fachadas en Vitoria-Gasteiz |
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Celedón y Palacio de Villa Suso |
A extramuros, la preciosa Plaza del Machete, el palacio de Villa
Suso y la iglesia de San Miguel. En dicha plaza, la persona nombrada para
gobernar la ciudad juraba sobre un machete, que sería usado sobre su cuello si
no cumpliera bien su cometido. Frente a la iglesia de San Miguel, la escultura
de “Celedón”, personaje que una vez al año, sobre primeros de agosto, se deja
caer desde el campanario hasta la plaza de la Sartén ayudado por un paraguas.
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Ajuria Enea |
Ahora tocaba pasear un poco,
teniendo como eje el precioso parque de La Florida. Tallado
uno de sus bancos con nombres de músicos, junto a una escultura de uno de ellos
cabizbajo y con una trompeta entre sus manos. Bonita referencia a un
acontecimiento anual y cultural importante en la ciudad: El festival de Jazz de
Vitoria. Siguiendo, el palacio de Zulueta es la antesala a cantidad de
mansiones, palacios y casas señoriales, entre las que destaca la sede del museo
de Bellas Artes, antiguo palacio de Augusti, y como no Ajuria Enea, residencia
oficial del Lehendakari. Echando la vista al suelo, captada siempre por ese
instinto peregrino que siempre se guarda, una vieira en forma de flecha te dice
que estás en el Camino interior vasco a Santiago de Compostela.
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Baldosa señalizando el Camino vasco interior |
Por último, volver sobre nuestros
pasos desviándonos sólo un poco para conocer la Catedral de María Inmaculada,
la Catedral Nueva,
construida a la vez que todos aquellos edificios, a principios del siglo XX. En
la distancia y en la memoria, destacar la sencillez de sus gentes, la vida
tranquila y apacible y el buen comer de todo aquel lugar que visitamos, como
todo lo vasco.
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Catedral de María Inmaculada |
Mudo...me he quedado mudo, amigo Guillermo. Por todo, me has dejado sin palabras, aunque mis dedos tecleen, mi voz enmudece... Maestro, en todo. Relato, exposición temática y presentación.
ResponderEliminar¿Como voy yo a poder acercarme a tu grandeza..?
Un abrazo.
Pues es cuestión de tiempo, Armand. En dos días no se hace. Como en todo, la dedicación y la experiencia en las cosas hace que el poco experto vea con asombro algo que en el fondo tampoco puesta tanto hacer. Ya sabrás, amic. Una abraçada.
Eliminar¡Buen trabajo Willy!, trabajé unos meses en Vitoria, hotel Canciller Ayala pero he sabido más de esa tierra contigo que cuando estuve allí...
ResponderEliminar"Dicen que no hay mejor medida de una persona que lo que hace cuando tiene completa libertad de acción y elección".. (Kephas).
Creo es tu caso ... Un abrazo.
Gracias Pedro. Pues así es. El degustar de las cosas cuando uno quiere y por gusto es como mejor se saborean. Se me viene a la cabeza lo lector que siempre fui de niño, herencia de lo que veía en casa con mi padre. Fueron nuestros centros de enseñanza y el tener que leer forzado lo que me hizo dejar durante un tiempo la lectura. Empezar a trabajar y volver a leer por devoción, que no por obligación.
EliminarGracias por la indicación, José Luis. Perdona no contestarte antes pero estaba de vacaciones.
ResponderEliminarComo bien dices muy necesaria esa labor que como no sea por iniciativas como la tuya poco se podría hacer.
Un abrazo.