La Ribiera Sacra II. Los Balcones de Madrid, Montederramo y Castro Caldelas.

Santa Cristina Riva do Sil

Conduciendo ya con el Sil a nuestra izquierda, que pocas veces se dejaba ver, tomamos una carretera que nos bajaba casi a su orilla. Nuestra meta en esta ocasión era el abandonado monasterio de Santa Cristina Riva do Sil. Coincidimos dos coches bajando despacio por la sinuosa carretera. Una vez allí, lo bello de cómo la vegetación se apropio de muros, claustro y campanario. Este último y su robusta iglesia románica, junto con una parte del claustro,  era lo único que quedaba en pie.  Terminada  la  visita retomar la carretera en  busca
de nuestra siguiente visita. Cada vez que teníamos oportunidad, parada en la cuneta y volver a asomarnos a contemplar como estaba el Sil por aquella zona.

Balcones de Madrid



En Parada do Sil tenemos la cuna de los barquillos y barquilleros ourensanos. Muchos eran los que partían de ese pueblo para Madrid y mucha la fama que cogió la capital de estos productos traídos, en su mayor parte, de estas tierras gallegas. A pocos kilómetros, los balcones de Madrid era el lugar donde cuentan que las esposas despedían a los maridos cuando acudían a las fiestas de la Villa del oso y el madroño. Como es lógico, testigo de estas despedidas estaba de nuevo el Sil, con quizás los miradores con los que mas se luce los cañones del río.

Nuestro primero en Montederramo

Se acercaba la hora de la comida y decidimos volver a la C-536, para atravesarla y llegar a Montederramo. La visitable iglesia del monasterio estaba cerrada, con lo que nos centramos en comer en el único sitio que vimos abierto. Menú único, pero contundente y sabroso. Junto con unas judías verdes, con papas y chorizo, nos comimos un pescado frito muy fresco y un buen trozo de helado, que hizo las delicias de mi hija, y todo a muy buen precio.

Claustro Monasterio Montederramo

Después, en la entrada del monasterio, visitamos uno de sus claustros. Un poco abandonado en su parte baja, pero muy utilizado y arreglado en la parte superior, que utilizaban, creo recordar, como colegio y biblioteca municipal. Buena idea la de reutilización de estos lugares para los niños y la lectura, y bonito de ver ese claustro con las paredes colgadas de dibujos infantiles. Ya abierta la iglesia, magnífica la explicación del guía del lugar que nos hizo un recorrido muy completo por el resto del monasterio. Muy agradable la visita y la comida, en un pueblo que pudimos descartar del recorrido que teníamos marcado y que menos mal no hicimos.

Castillo Castro Caldelas

Después de un paseo por el pueblo y medio reposada la comida, coger nuestra ya conocida carretera e ir a visitar el castillo de Castro Caldelas. Impresionante fortaleza muy bien restaurada y que emergía del pueblo en su parte mas alta. La visita era libre y, como es normal, pasamos un buen rato subiendo y bajando a la muralla y a sus torreones. Quien no ha estado nunca con niños en un castillo, para no conocer esto. Fue desde allí donde iniciamos la vuelta a nuestro hogar provisional por estos días. Antes, un paseo en Vilariño Frio para buscar su famoso puente romano. Un ratito de caminar por senderos gallegos hasta encontrar ese paso sobre el río Mao.

Puente romano en Vilariño Frio



Monasterio de Santa María de Xunqueira de Espadanedo

Ya por último, desviarnos hacía Xunqueira de Espadanedo para visitar su monasterio de Santa María. En medio de la localidad, se encontraba cerrado y tan sólo pudimos pasear por su claustro, del que se conservaba tan sólo los arcos de la mitad de él. Fue la última visita de aquel fascinante día. Quedaron cosas por ver, principalmente la capital de toda aquella comarca: Monforte de Lemos, pero eso lo dejamos para otro de los días que teníamos por aquellas tierras. Y por encima de todo, quedarme con El Deseo de Volver a pisar tierras gallegas y de convivir con sus gentes, sus costumbres y, como no, sus comidas.

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