Iglesia de San Juan en Valcarcel |
A José Manuel, por como es, se le pueden dar multitud de
definiciones. Hay una en la que coincidiríamos muchos de los amigos que lo
conocemos. Fortaleza física y espíritu de sacrificio. La primera gracias a su
constitución y el deporte que ha hecho durante toda su vida. La segunda por la
capacidad de soportar, hasta límites insospechados, cualquier tipo de dolencia,
sin chistar.
La única vez que he llegado corriendo a un albergue, fue al
municipal de Villafranca del Bierzo. Deje mi mochila y le dije a la hospitalera
que volvía a recoger a mi amigo que venía mal. Cogí la suya y nos fuimos
despacito hasta el albergue. De reojo miraba el del Jato, pero aquel día
hubiera pedido una suite en un hotel de cinco estrellas. Era apoyar el pie en
el suelo y se encogía de dolor. Estaba muy mal y nunca lo había visto así. Ya
en el albergue, tanto la pareja salmantina con la que coincidíamos, como Colen,
un escocés un poco raro, no veíamos nada en su pie. Era cosa de tendones y eso
necesita reposo.